Viajar con un bebé por montera sigue siendo un descubrimiento diario. Para él y para nosotros. Después de la gran aceptación de Koke como bebé occidental en su gira asiática por Tokyo y Shanghai, pensábamos que nadie le haría caso en Nueva York. Al fin y al cabo, “allí será un niño blanquito de ojos azules más”, pensábamos. Tanto los japoneses (comedidos pero siempre agradables y simpáticos) como los chinos (cercanos y cariñosos hasta el límite y más allá), pusieron el listón muy alto. Creíamos que tantas muestras de cariño oriental, tenían una relación directa con la escasa cantidad de bebés de ojitos redondos que van por allí.

Como padres primerizos que analizan cómo, cada exposición al entorno, puede marcar definitivamente el futuro como persona de su único y especial hijo en el mundo entero, llegamos a pensar que el viaje a Nueva York le vendría muy bien al canijo “así no pensará que para todo el mundo es guapo… que sienta un poco de indiferencia, es bueno”.

Y es que, no es ningún secreto que los yanquis son unos estirados y prepotentes, ¿no? Allí llegan siempre los extraterrestres cuando quieren conquistar el mundo, allí caen los meteoritos, allí llega la ola más grande… el gorila más grande… la historia de amor más grande… Todo pasa allí. Y por eso, “nos tienen que caer mal”.

Hemos de reconocer que esa antipatía que tenemos que tener de serie hacia los yanquis, siempre siempre siempre, pero siempre que venimos, se nos da la vuelta. Habrá de todo (como en todas partes), pero es gente que te habla, que te sonríe y que quiere ser feliz. Nos guste o no, aunque hacen muchas cosas mal, pero también hacen muchas cosas bien y normalmente, eso genera envidias, odios y varios.

Como no es justo meter a todos en el mismo saco, la gente que nos estamos encontrando (una vez más) vuelve a ser tan agradable como en veces anteriores. Se alegran de que les visites y se preocupan porque lo estés pasando bien. Te preguntan de dónde vienes y se alegran con un Ohhhh… Spain… Nice. Have a good time in New York!”

Con todos esos prejuicios que siempre se cuelan cual incómodo polizonte, nos plantamos con Koke en el epicentro del mundo. Nada más llegar y mientras esperamos el tren en Jamaica Station, nos roban la maleta en un descuido. Además del polizonte, allí dentro iba tooooda la ropa de los tres además de un trípode, el pañuelo de porteo, los cereales para la papilla, la silla para hacer baby led weaning (destete dirigido por el bebé) y pañales de supervivencia suficientes para los primeros cinco pises y dos cacas.

“Joder con Nueva York… con lo bien que estábamos en Asia”.

Esa es la primera sensación que te inunda por dentro y que puede marcar y acaba marcando todo un viaje (y lo peor, su recuerdo). Y es que, cualquier mala o buena experiencia inicial, redefine, canaliza y multiplica, todo el amor u odio “a sentir” el resto de días del viaje. Casi sin saber muy bien lo que ha pasado, te diriges hacia la comisaría de la estación. Te hacen dos o tres preguntas y, como en las películas, salen disparados 4 policías a buscar tu maleta. Mientras tanto, empiezas a pensar cosas del tipo “Joder, con lo viajero supermegaexperimentado que soy… y me roban la maleta nada más llegar a un sitio. Y luego pretendo dar consejos”. Por hacer algo, te vas a dar una vuelta por la estación recorriendo de un sentido al otro todo el camino que has hecho antes. Piensas que si el ladrón, al descubrir que solo hay pañales y pantaloncitos de bebé en la maleta, se puede sentir mal y al menos, devolver la maleta antirrobo que te acababais de comprar… jajaja (con lo bien que ibas con la mochila).

Por si los policías no están haciendo bien su trabajo y en un momento de lucidez a lo Colombo, deduces que si tú fueras el ladrón, te habrías dirigido al baño para llevarte lo mejor del botín abandonando allí lo demás. Con cierto orgullo por tu insuperable inteligencia, te diriges hacia el baño con la seguridad de que la vas a encontrar. Y sí… así es. La encuentras. Allí está. Poco antes de llegar al baño… al lado de las máquinas donde parasteis hace casi una hora para sacar la metro card de Nueva York. Inmóvil. Solitaria. Sin que a nadie parezca importarle su presencia ni la codiciada mercancía que transporta.

Es en ese justo momento, en el que una vergüenza suprema, casi indescriptible, se hace fuerte en ti. Te has estado acordando de los ancestros de muchas familias de la zona durante este rato. Has acusado y señalado como criminales a 500 millones de personas por… un descuido tuyo, solo tuyo y nada más que tuyo.

Con la cabeza baja, te encaminas hacia la comisaría donde están Lucy, Koke y el capitán que está charlando amablemente con ambos. Se alegran en la distancia al ver que, heroicamente, has luchado a pecho descubierto con los maleantes hasta recuperar el botín. Tú, que por el camino venías pensando en mil posibles excusas para quedar bien, acabas reconociendo la triste realidad de la historia con un sencillo “Sorry… It was muy fault”.

Y a partir de ese primer momento, todo sigue siendo como no pensabas. Los yanquis, son tan repetidamente amables, que te sientes mal todo el rato. Y lo peor, el plan que traías para la reconducción como persona de Koke, se viene abajo una y otra vez. Al cariño asiático abanderado por las mujeres, en Nueva York se suman los hombres sin ningún tipo de vergüenza. Carantoñas, muecas, canciones dedicadas en el metro, sonrisas y preguntas con tono internacional de bebé que no van a tener mayor respuesta que un “augh… gosh… bah-bah”.

Parece más que mentira, pero es así. Se supone que estábamos acostumbrados a tratar y manejar prejuicios a dos manos… pero no. Tanto en un lado del mundo como en el otro, uno nunca para de aprender y recibir lecciones de humildad. Da igual lo mucho o poco que hayamos viajado… definitivamente, no sabemos nada del mundo ni de la gente que lo habita.

Para muestra, no hay ni una sola foto (como en Tokyo o Shanghai) de gente interactuando alegremente con Koke. Esto es por dos motivos:

1) el primero y más importante: además de que siempre nos pillaba de sorpresa cada derroche de cariño hacia él, teníamos “la presión” de no hacer fotos del momento, tal y como hacemos en Asia. Y es que claro, aquí casi nunca llevas la cámara preparada porque seguro que les molesta que les hagas fotos y todo el rollo de “derechos de imagen y protección de intimidad y tal”. Lo cual, no es más que otra injusta visión del mundo que te has montado. ¿Qué pasa?… ¿A los asiáticos sí les puedes hacer todas las fotos que quieras y a estos no? ¿Son diferentes? ¿Son mejores? Piénsalo.

2) el segundo: como no había fotos de la gente con las que acompañar estas líneas, se nos ocurrió la tontería de lo de interactuar con carteles para representar ese cariño y nos acabó pareciendo además de diferente, muy visual y divertido. A partir de ahí, nada nos pudo parar.

Conclusiones:

– viajar con un bebé tanto en un lado del mundo como en el otro, sigue siendo maravilloso a pesar de lo que uno pueda pensar.

– Los yanquis son muy, pero que muy majos.

– Sigues teniendo un montón de prejuicios absurdos que te tienes que ir quitando.

– Vigila un poco las cosas que llevas encima, últimamente estás muy despistado.

– Te queda mucho por aprender. En general.

– Va a resultar que Koke, aunque a ti como padre incondicional y subjetivo, te parece encantador y con una personalidad especial, lo es de verdad.


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Koketando con los japoneses.

-Koketeando con los chinos.

-Koketeando con los parisinos.


Este post forma parte de nuestro primer viaje en familia de 9 meses llamado chincheta trip. Si quieres leer otros artículos de la serie haz clic aquí.


 

19 Comentarios

  1. Que creativa la idea de los carteles mirando a Koke, me encantó la interacción. Ánimos con su blog, me entretengo mucho leyéndoles, más ahora con bebé ya que me interesa el tema!

  2. Hola familia, nosotras nos hemos estrenado como viajeras ya bien, bien entrada la maternidad, así que seguir vuestros pasos nos da ánimos.

    Aún no hemos estado en Asia pero en Marruecos nos pasó exactamente lo mismo con el pequeño Alán, tooodo el mundo, pero todo el mundo de verdad, se paraban a decirle cosas, si te descuidabas lo cogían en brazos, le regalaban comida y zumos allá donde iba, como si fuera una estrella del rock y nosotras sus guardaespaldas vamos.

    Pero siempre en modo muy respetuoso, y claro os entiendo que esto te hace babear, y reafirmar que nuestros hijos son guapos de verdad para todo el mundo.

    Un abrazo y os seguimos leyendo familia!!!

    • ¡Hola Raquel! Yo le digo a Rubén que guapos vemos todos los padres a nuestros retoños y él me responde que, entonces, por qué los demás se paran a decirle cosas. Está muy claro: porque son simpáticos y eso es mucho mejor que ser guapo que no caduca con los años 😉 Gracias por el comentario.

      ¡Otro abrazo caracoles!

  3. Vaya jaleo lo de la maleta! Es verdad que la gente habla muy mal de Jamaica Station y de los americanos en general, pero en realidad son más majos que el pan. Nosotros pasamos por ahí hace medio año y se nos fue casi todo lo que llevábamos ahorrado jejeje pero es una ciudad que merece la pena experimentar.

    Nos ha encantado vuestro artículo, un saludo!!

    • Nueva York aunque vayas con mentalidad de NO COMPRAS, te ataca directa al cerebelo. No tiene piedad.
      La verdad es que le preguntamos a los policias de la estación si era muy normal que hubiera robos y nos dijeron que no. De hecho, ellos estaban más preocupados que nosotros. Ponían la típica cara de “no entendemos nada porque hace mucho que esto no pasa”. Igual también formaba parte de la película que nos montamos nosotros mismos. Como veis, somos expertos en el arte de la “mala interpretación” de los hechos. 😉

      ¡Gracias por vuestro comentario!
      ¡Un abrazo!

  4. Coincido en que en Nueva York, los yankis son extremadamente simpáticos… Nuestro primer viaje transoceánico con nuestra peque fue a Nueva York, y la gente en la costa este es muy maja… El año pasado estuvimos en la costa oeste… y ahí no son tan simpáticos. Me llamó mucho la atención!
    Y menudo despiste con la maleta!! jejeje

    • Y lo agustico que se vive así qué ¿eh? ¿Cómo sino habríamos conocido los encantos de la policía neoyorkina? Que vivan los despistes Sánchez.

  5. Aquí otro despiste al habla: me dejé mi maleta en la recepción del hotel en Selva Negra, porque dejé la mochila de mano en el maletero y me monté delante. Y ahí se quedó esperando a que me diese cuenta 80km después!

    • Con lo controlado que lo tienes todo Sara… ya me extraña, la verdad. La maleta no acabamos de integrarla en nuestra forma de viajar. Con la mochila era más fácil. Tendremos que acostumbrarnos jejeje

  6. Reconozco una cosa: no tengo niños y me aburre un poco leer sobre viajes en familia porque casi siempre son textos que, si no eres padre, se vuelven repetitivos y muy enfocados. Con los “Koketeando” en cambio me engancho muchísimo. Me llegan, porque puedo verme ahí aunque no sea mamá. Me encanta lo que hacen chicos, me encanta como han integrado a Koke a sus vidas y como han adaptado el blog a esta nueva etapa sin perder la esencia. (Me muero de ganas de viajar con Koke. Yo haría un “Koketeando con el autostop” a ver cómo va!

    • Intentamos no ser unos padres brasas. Está bien saber que más o menos nos va saliendo. Gracias por el comentario 😉 En cuanto al autostop, si queréis os lo dejamos para que aprenda. ¿Con quién mejor que con vosotros para viajar así? Un besazo enorme.

  7. ¡Uau! ¡Me ha encantado la original manera de que los yanquis saluden a Koke con sus carteles!
    Yo soy una de las que también se llevó su bofetada americana cuando descubrió a su sociedad. Iba con mi maleta llena de prejuicios y volví con ella llena de cariño de los estadounidenses. ¡Flipé muuuuy mucho!
    En mi segunda visita a Estados Unidos se repitieron las buenas impresiones y, como vosotros decís, habrá de todo como en todos lados, pero para mí los yanquis son de lo más majo que me he encontrado por el mundo. Quizás, por su carácter abierto, sus ganas de hablar… encajen muy bien con mi manera de ser. ¡Sea lo que sea para mí han sido unos grandes anfitriones!
    Ah! Y ya me contaréis en unos meses lo de la silla de destete… ¡No lo había escuchado en la vida!
    Pasadlo genial waperrimos! Muackss

    • SOn muy majetes los yanquis, sí. Cada vez nos lo demuestran. Habrá que, de una vez, darles un voto de confianza 🙂 En cuanto a la silla de destete, no es que sea “oficialmente” una silla blw, es que la usamos para eso y es muy de viaje. No ocupa nada y dentro caben los utensilios. Un beso!!

    • Pues sí, pues sí. Son una panda de simpáticos. Tengo la memoria llena de momentazos, por ejemplo cuando una panda de señores mayores negros se pusieron a cantarle a Koke en el metro con esas voces aterciopeladas que solo ellos tienen. O cuando varias chicas con todo su pelo trenzado (que me vuelve loca) pararon en medio de la calle para darle conversación.

      Manhattan es un barrio muy poco “kids friendly” la verdad (escaleras hasta para entrar en las tiendas, paradas de metro sin ascensor, restaurantes sin tronas, guarderías impagables…) y esto contrasta con lo cariñosa que es la gente con los niños. Quizá porque no hay muchos, quizá porque no sabían que Koke no es de allí o quizá ( y me inclino más por esto último), porque son buena gente y punto.

      Toda la fuerza para la última etapa de Noa dentro de mami. ¡Empieza la fiesta! Muaaaa

      • Ainssss!! Qué majos que son!! Me alegro que estéis teniendo tan buenas experiencias Koketeando por el mundo!! Estoy deseando comprobarlo por mi misma!!
        En nada Noa sale a saludar!!! Aunque con este calor creo que quiere quedarse un rato más dentro!
        Un besote familia wapa!

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