Yogyakarta… tenemos que hablar.

Me está pasando algo. Es una sensación extraña. No sé muy bien qué es y no me había sucedido antes. ¿Sabes lo que es el mal de altura, el mal del viajero y el mal de tierra?… Pues yo a esto lo llamaría el “mal del mochilero de largo recorrido”.

Es algo que pasa te pasa y no avisa. Entiéndeme, estoy a punto de empezar el sexto mes de viaje alrededor del mundo y resulta que mi capacidad de asombro cada vez es menor. No es culpa tuya. Es más bien una cuestión de “en qué momento vine a verte y sobre todo, después y antes de dónde”. Eso… eso es lo que me ha pasado contigo. Ya sabes que he estado en sitios tan increíbles como Yangshuo, Luang Prabang, Angkor Wat, Halong Bay, Bagan, Taman Negara, Isla Samosir, Bukitinggi, etc. Nunca te lo oculté. Por otra parte, acabo de estar en Yakarta… Una ciudad de la que no esperaba mucho. Quizá por eso tenía puestas tantas ilusiones en ti. El caso es que he de reconocer que eres perfecta… si hubiera venido aquí el primer mes…  lo nuestro habría sido distinto porque tienes todo lo que podría esperar de un lugar:

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1 – Te conocí después de un maravilloso viaje en tren (con lo que me gusta) en el que, ya sólo la vida “a bordo” da para escribir un libro. Un viaje en el que la gente, lleva escrita otra realidad en sus caras. En el que suben y bajan vendedores ambulantes cargados con mil desconocidos sabores sobre sus cabezas, en el que las vistas de la llanura de Dieng son de lo más impresionantes… Pero todo eso (o algo parecido), ya lo había visto antes.

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2 – Me habían hablado muy bien de ti. Que eras el alma de la isla de Java… Y así es. Eres un sultanato con palacio standard (Kraton) y acuático (Tamansari) incluídos. Con mercado nocturno, con tus peculiares tuk-tuks para poder moverse de un lado a otro, con espectáculo de Wayang Kulit (sombra de marionetas), con interés por el arte, con puestos callejeros de esos que se montan por la tarde noche donde antes había aparcamientos…

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3- Lo sabes… Ya te lo han dicho otras veces… A mi también me encanta Borobudur. Esa estupa con forma piramidal que resulta ser el monumento budista más grande del mundo… pero es que, me llegó tanto Angkor Wat cuando pasé por Camboya… que… bueno…

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4- Qué bien lo pasamos en Prambanan haciéndonos mil fotos, ¿verdad? Ese conjunto de 200 templos dedicados a los tres Dioses principales de la mitología hindú (Brahma, Vishnú y Shiva) y que es Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1992… Pero ya sabes que estuve en Bagan y todo lo que sentí allí.

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5- Me gusta la posibilidad que me das de salir. No me tienes aquí encerrado. Puedo ir en el día a la llanura de Dieng para ver sus fumarolas y el lago de color, a la playa, al monte Merapi o a la ciudad de Solo…

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Tienes tantas cosas que ver, Yogyakarta. Tienes tanta variedad… Se pueden hacer tantas cosas diferentes en un espacio tan pequeño… que si llego a venir al principio “casi lo hubiera visto todo” contigo. Pero ahora… ahora no es lo mismo. Busco otras cosas. Espero otras cosas. Sí, puede ser que “mi nivel de exigencia” (al menos en lo que al sudeste asiático se refiere) sea demasiado alto. Y sí… suena injusto. Lo es. Las comparaciones son odiosas… pero inevitables. Sé que estoy siendo demasiado exigente contigo y eso, si lo pienso bien… empieza a preocupame. Me preocupa eso del “mal del mochilero de largo recorrido”. Espero que no sea grave y que se me pase. Pero no, no quiero hablar de mi ahora. Ojalá nos volvamos a ver… Que nos demos una segunda oportunidad. Puede que entonces, todo sea diferente. Estoy tranquilo por ti… sé que “te dejo en buenos ojos”. Seguro que vendrán otros que te valorarán más que yo… Y ahora, quedémonos con los buenos momentos.

Lo siento Yogyakarta. No es por ti… es por mi.

 

 

 

13 Comentarios

  1. Parece científicamente comprobado, y me pasó tras regresar de India, qué horror.
    Y aparte de eso, el cansancio acumulado es tremendo.
    Creo que me buscaré una ciudad bonita, chiquita y cómoda y me instalaré unos mesecitos por ahí. ¿Ayudará?

    • Seguro que ayuda. Yogyakarta tiene mucho que ver pero en un viaje tan largo hay veces que el mood no acompaña. No hay que echarle la culpa al lugar pero si lo detectas lo mejor es descansar un poco, cargar las pilas y volver con energías renovadas. A nosotros ya nos queda poquito para salir rumbo a India y alrededores. Ganas? Todas!!!!!! Un beso grande

  2. buen post chicos. Comparto la idea del “mal del mochilero de largo recorrido”, siento decir que no es una cosa pasajera. Cuanto más viajas más inevitable es comparar lo que ves con lo ya vivido y cada vez es más difícil encontrar esas experiencias que dejan huella. Así son las cosas y así se las hemos contado.

  3. Creo que lo que estas/estaís sintiendo es ‘choque’ cultural (una reacción natural al estrés que provoca saturación cultural) y no hay vacuna preventiva contra el síndrome del viajero eterno :). Y vuestro viaje no acabaré cuando regresáis a casa. La ultima etapa se llama el choque de retorno y aunque lo que uno siente al regresar varía de individuo a individuo, adivino que encontráis que las cosas no son iguales…

    • Estamos todo el día chocando. Todo es intensidad. Nos hemos acostumbrado a asombrarnos constantemente y, cuando eso no sucede… En cuanto a la vuelta… pensamos en ello. Lo hablamos. Ya veremos qué pasa. Se aceptan apuestas!!!

    • Dejad de organizar la resistencia!!! Miedo me daría enfrentarme al equipo Espe-Cadaviequito. 🙂

  4. Sabía yo que tanto asombro al día podía hasta cansar a uno… Anda, daros la vuelta o bueno, directamente seguid hacia adelante que estáis más cerca. (Nunca había tenido que recurrir tantas veces al google maps).

    • Es la capacidad de asombro lo que es difícil de mantener. Cuando ves un templo alucinas. Cuando llevas 100 no tanto. Pero como vamos cambiando de país… las cosas que ves también y por tanto… “el mal del mochilero de largo recorrido” no es tanto. Después de Yogyakarta hemos visto auténticas maravillas. Así que… no vamos a volver.

      🙂

      De momento.

  5. Me uno al comentario de Pablo.
    Para mí ” el mal del mochilero de largo recorrido” tiene una fácil cura: acortar el viaje, volver y la capacidad de sorprenderse se recuperará para futuros viajes.
    ¿Me pillas?
    (es que sois muy ansias, hijos)

    • Con qué parte nos quedamos… ¿con la de volver para recuperar capacidad de asombro o con la de que como somos muy ansias… nos lo tomemos con calma y vayamos más lento? 🙂

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