Entre viaje largo y proyectos varios, te encuentras con un mes suelto en verano sin nada que hacer. Se trata de una circunstancia un tanto paradójica y que te da mucho que pensar. Te das cuenta de lo increíblemente flexible que puede llegar a ser la percepción del tiempo y lo que se puede hacer con él.  Solo han pasado 3 años desde este cambio de vida y sin embargo, lo que antes significaba tener disponible todo un mes entero para poder viajar, tiene una connotación bastante diferente ahora. Pero bueno, por mucho que Einstein revelara que el tiempo es relativo, un mes sigue siendo un mes al que se le puede sacar mucho jugo.

Así que aprovechando los vuelos low cost y las distancias cortas que se gasta el viejo continente, decides organizar un pequeño circuito en el que refrescar la memoria de algunas ciudades que ya conoces y presentarte por primera vez en otras.

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Has conocido a muchas personas cuyo sueño era hacer un viaje por Europa y para ser honestos, últimamente la tienes un poco abandonadita. La vida nocturna, los conciertos, los teatros, los museos, los antiguos monumentos, los restaurantes, el “brunch”… también tienen sus cosas buenas (te dices). Aunque sí, es cierto. Va a ser raro. Será extraño que los precios sean más caros (pero fijos), que nadie se acerque a observar sorprendido por tu presencia, que no te acosen ofreciéndote cualquier cosa que no necesitas, que conozcas casi todos los platos de una carta, que los transportes tengan horario y que haya que respetar algunas serie de normas (muchas). En pro de la convivencia y el civismo, sí, pero que en ocasiones dan ganas de saltarse.

Con estos pensamientos te embarcas en este pequeño e improvisado circuito de un mes que te llevará, salvo cambios de guión, por Copenhague, Berlín, Praga, Viena y Budapest. ¡Empieza el mini EuroHDtrip!

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Del 29 de junio al 3 de julio/ Entre 19º y 21º / Verano danés.

Es la primera vez que pones un pie en una Dinamarca y para celebrarlo, la ciudad te recibe con buena temperatura pero con unos pequeños e intermitentes chubascos desde la llegada al aeropuerto. Concluyes erróneamente que no debe ser lo habitual en esta época porque nada se detiene. Las bicicletas siguen su camino, al paisaje urbano no se suman chubasqueros ni paraguas y a nadie parece importarle que esté cayendo agua. De hecho, cuando preguntas te responden: “llevamos varias semanas con un tiempo excelente” y respiras tranquilo. “Debe ser casualidad y quedan cinco días por delante”, piensas.

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Los primeros sentimientos de “perfección” que suelen acompañar a la imagen que los mediterráneos tenemos sobre los países nórdicos no tardan en llegar. Todo el mundo es alto, rubio, esbelto y habla varios idiomas. Los baños son mixtos pero están siempre limpios. Los autobuses pasan medio vacíos cada 5 minutos y hay establecimientos en los que la única forma de pago es la tarjeta o el móvil. Así, estilo futurista. En ese primer momento de enamoramiento total, es cuando te saca de tu letargo una nube, de esas que pasaba por allí. Suelta lo que tiene que soltar, te empapa y se marcha. Una situación casi monzónica pero en medio de Europa y que no detiene la vida danesa ni la idea de que “aquí hace bueno y estamos en verano”.

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Los días siguientes te mueves cómodamente en autobús por la ciudad y aprendes que antes de salir hay que mirar, pero no a la carretera, sino al carril bici para no morir atropellado. Visitas el barrio alternativo y bohemio de Chiristianshavn, saludas a la pequeña sirenita que te recuerda la inspiración de las historias de Disney en varios cuentos daneses, los edificios de colores que riegan el centro, los canales de Nyhavn, el Kastellet… Todo con paradas constantes entre tímidos rayos de sol, nubes y lluvia.

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El viejo parque de atracciones Tivoli y el paseo en barco entre los canales te apetecen especialmente pero encontrar un intervalos de media hora sin lluvia, hace que pienses que subirte en las sillas voladoras con el agua azotándote la cara horizontalmente, no va a ser lo mismo. Eso sí, ahí tienes a los daneses animándote a que pruebes la montaña rusa con su cara de “hay que aprovechar, que estamos en verano”.

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Entre nube y nube te sumas a dos de las actividades que tienen más seguidores en la ciudad: la ingesta de tartas y de cerveza. Los daneses en la terraza y tú bajo techo porque… “sí es verano, pero por si no os habéis dado cuenta, llueve”. Es cierto, es agua, no ácido sulfúrico pero no hace tanto calor como para mantenerse feliz bajo la lluvia.

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Según vas asumiendo que esto es así y ya está, te animas a participar en la celebración de uno de los acontecimientos importantes de la ciudad: el festival de jazz. Más de 300 bandas de diferentes estilos y de todo el mundo se encuentran en Copenhague para amenizar la vida veraniega de los viandantes.

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La mayoría pueden escucharse gratuitamente y claro, ahí están los daneses de todas las edades, con su silla plegable traída de casa en una mano y su cerveza (que nunca falte) en la otra dispuestos a disfrutar del concierto. Caiga quien caiga. Y cae. Vaya que si cae. Como era previsible se pone a llover y esta vez, se trata de una manta de agua de las que supuestamente, seas danés o no, te tienes que resguardar. Mientras corres en busca de un techo, observas como el público saca su paraguas, extiende su chubasquero y no se separa un ápice del concierto que sigue con la mayor normalidad. Desde luego esta es una ciudad bonita y fácil de recorrer que si ya te gusta con lluvia… barruntas que con sol debe ser maravillosa. 

copenhague_algo_que_recordar_15Después de irte con esa idea a dormir y para que no te olvides de la ciudad, Copenhague se despide de ti amaneciendo con un precioso, soleado y veraniego cielo a media hora de coger el bus dirección Berlín. Es justo en ese momento, cuando te inunda un cúmulo de sensaciones encontradas que van desde la enajenación fotográfica transitoria, el pasajero impulso de querer retrasar la visita a otras ciudades perdiendo el dinero de los billetes y la rabia pura y dura.

copenhague_algo_que_recordar_09De Copenhague te llevas pocas fotos, un buen saco de calorías y una nueva hipótesis física sobre el mundo: la de que la teoría que formuló Einstein tiene que ver con la relatividad del tiempo que contamos en horas y también con la relatividad del tiempo meteorológico. Y si no, que se lo digan a los daneses y a su extraño verano.

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14 Comentarios

  1. Hola Lucy. Me encanta me encanta. Muy fiel a la realidad y muy ameno, muy sencillo el lenguaje y agradable :-))) Creo que le regala a los lectores la idea y la imagen de la ciudad, así sienten que estuvieron ahí, o se antojan de ir ..

    • Hola Lydia. Cuando escribimos sobre un destino intentamos hacerlo desde una visión subjetiva que cuente al lector algo diferente a “lo que hay que ver”. El objetivo de hacerlo así es que den ganas de ir a vivir una experiencia propia en ese lugar, que será diferente seguro, pero mucho mejor porque para eso es propia. No sé si siempre lo conseguiremos pero desde luego intentarlo, lo intentamos 😉 Un abrazo y gracias por tu comentario.

  2. Tengo buenos y malos recuerdos de Copenhage.. Lo bueno: me encantó el aire decandente del Tivoli, el clima (cuando yo fui, perfecto!) las esculturas bajo el agua, y… bueno, me encantó la ciudad. Lo malo, un vikingo borracho casi me tumba por la calle (una chorrada, imagino que no le hizo gracia que fuera extranjero y no entendiera lo que quiera que dijese… en danés). Hotel cutre (pero bien situado). Ah, pero hay más cosas buenas: Christiania, la comida, el mercadillo del sábado, la fuente con los toros junto a la sirenita, las cervezas.. Habrá que volver 😀

    Saludos!

    • Las esculturas bajo el agua… que ganas le tengo a eso. ¿Las viste buceando o en Copenhague se pueden ver de otra manera? En cuanto pueda volver a las andadas me apetece mucho hacerle una visita a las de Lanzarote. Espero para entonces que ya tengan suficiente vida submarina alrededor.

      Lo del vikingo que chungo. Con lo grandes que son además.

      Abrazo!

  3. La lluvia sorpresiva, siempre aparece cuando menos se la espera jaja. Pero qué bueno que hayan podido disfrutar de todas formas, quizás el sol quería hacerlos perder el boleto, quién sabe jaja. Abrazos chicos!

    • La verdad es que yo después de la semana pasada por agua no me fío mucho de ese sol del último día 🙂 Copenhague es una ciudad tan plana que nada frena las posibles tormentas. Lo bueno es que (al menos en verano, desconozco cómo será en invierno) duran poco tiempo. Lo que sí nos dijeron los daneses es que en invierno lo peor no es la lluvia, sino el viento. Hay que renunciar a algo para tener esos niveles de calidad de vida. Está claro que todo no se puede. Más abrazos.

  4. Mi querida Lucía,
    Siento decirte que me alivia que cuentes esta visión húmeda de CPH.
    Estuve hace 1 mes y tuve un tiempo excepcional (solazo, 25 graditos, los vikingos en bañador y chanclas por la calle…), y me preguntaba continuamente si todas esas imágenes tipo Invernalia que tenemos guardadas en la retina no eran si no una forma de disuadirnos para evitar recibir visitantes.
    Veo que no.
    Que maravilla de ciudad. Tan civilizada, pero tan libre. Eso si, cara de cojones.

    • Entonces tendré que devolverle la credibilidad a aquellos que firmemente defendían su buen tiempo veraniego. Nosotros no lo vivimos pero con tu testimonio sabemos que en algún momento existió.

      Coincido contigo: bonita pero carita.

      Abrazo!

  5. La fotografía de todos ellos sentaditos, de cuclillas y con el paraguas o chubasquero es buenísima! Me hizo mucha gracia porque pensé… claro desde ese punto de vista porque os fuisteis “bajo techo” a diferencia de ellos. Algo que me hizo gracia desde la silla de mi escritorio 😉 Quisiera añadir que leyendo vi que pone nacido sulfúrico, pero vamos que así también queda genial Lucia!

    Seguiremos el viajecito!

    Por cierto, el primer párrafo de este articulo, editado a modo “cita” podría/debería estar en muchas cabeceras! o en alguna postal! pues leerlo me ha encantado y es genial! (por lo de vuestra percepción del tiempo antes y ahora). Algún día yo también tendré un mes suelto a improvisar entre viajes. Que gran vida esa!

    Un abrazo!

    • Gracias Daniel por la corrección de la errata. Mira que repasamos varias veces cada post con dos cabezas y cuatro ojos y todavía hay veces que se nos escapa alguna cosa.

      Seguro que si te lo propones con muchas ganas, consigues ese mes entre viaje y viaje 😉

      ¡Un abrazo grande!

  6. “con su silla plegable traída de casa en una mano y su cerveza”
    Veo que nuestros vecinos del norte comparten muchas cosas entre ellos, en mi Holanda querida, la silla que no falte y la birra tampoco. Esta gente llueve, truene o caigan meteoritos, salen a la calle y lo entiendo, es que sino no saldrían nunca de casa. Para los mediterraneos, una putada xD

    • Estuve trabajando un tiempo en Holanda y también me llamó la atención eso mismo que comentas. Al final del verano yo ya empezaba a congelarme y veía como ante un mínimo rayito de sol la gente se empeñaba en organizar barbacoas, ir a las playas o cualquier actividad en el exterior. Lo cierto es, que me daba y me sigue dando un poco de envidia. A ellos la previsión meteorológica les da absolutamente lo mismo. Nosotros tratamos de contagiarnos de esa actitud pero hay que ver lo que cuesta… Gracias por tu comentario Sara. ¡Un abrazo!

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