Al oeste de Manhattan

Recordáis con tanto cariño el High Line Park de la última vez que estuvisteis en Nueva York, que os apetece recorrerlo de nuevo. Ese parque elevado de 2,33 km de largo construido sobre las vías de la antigua New York Central Railroad es, hoy día, un lugar singular para recorrer entre sus múltiples impactos de arte callejero. Lleváis un par de mudas, pañales y toallitas suficientes. Hay vías de escape cada 500 metros. Todo está controlado.

Disfrutáis del paseo y de cada rincón del High Line. Es un lugar tan especial y apacible… Al pequeño parece gustarle pero, lo que más le llama la atención, es el chorro de agua sin fin que cae dentro del Chelsea Market. Para ser sinceros, el momento no está a la altura de Times Square. Ni siquiera se puede comparar con el de comer césped, pero sí está nominado a momento del día.

Después del High Line cae probablemente la, para vosotros, mejor hamburguesa de Nueva York en el White Horse Tavern y una visita al museo del chocolate en el 350 de la calle Hudson.

Sin ningún tipo de prisa y disfrutando de todos esos rincones y detalles del Greendwich Village salidos de una serie de televisión, os dejáis pasear hasta la estación del tren para volver “a casa”. En el camino pensáis en que al día siguiente podríais…

 

1- … ir a Williamsburg.

 

2- … ir a Queens.