Este 2020 nos ha salido un poco complicado. ¿Qué tienes pensado hacer de cara al futuro? Te contamos algunos aprendizajes que nos ha regalado el viaje para sobrellevar una crisis.
Cuando en 2013, decidimos dejarlo todo para irnos a dar la vuelta al mundo, nació algoquerecordar.com. Fue “gracias” a la crisis económica que en aquel momento se seguía viviendo en España. Ese ambiente de negatividad, la reducción de presupuestos en todos los proyectos en los que trabajábamos, la cantidad de despidos que se estaban produciendo a nuestro alrededor… fueron el empuje que necesitábamos para decidirnos a cumplir ese sueño que llevábamos tiempo posponiendo. Fue una huida en toda regla (aunque fuera una huida hacia delante). Una huida totalmente necesaria de un tipo de vida que estaba ya trayendo consigo consecuencias sobre nuestra salud (física y mental). Problemas de espalda y de estómago que desaparecieron al instante cuando nos montamos en aquel vuelo de ida sin vuelta a Pekín. Es por eso que no nos cansamos de decir que a nosotros, el viaje nos salvó literalmente la vida.
Así que, algo que recordar nació de una crisis a la que con el tiempo, no podemos más que estarle agradecidos. Durante ese año, tardamos varios meses (más de dos y de tres) en dejar atrás esa rabia que teníamos hacia nuestro sector profesional. Ese, al que tanto tiempo y esfuerzo le habíamos dedicado y que trataba tan mal a las personas. No queríamos saber nada más de la publicidad. Renegábamos de ella. Nos fustigábamos pensando en por qué de todas las profesiones que existen en el mundo, habíamos tenido que elegir aquella.
Pasados esos meses, llegamos a nueva etapa: la de la aceptación. La de dejar de castigarnos y de mirar a los lados, viendo cómo de fácil era vivir y trabajar para todo el mundo menos para nosotros (por culpa por supuesto, de nuestra errónea decisión profesional). Entonces, empezamos a entender que somos lo que somos. Que nuestras habilidades personales y lo que nos gusta hacer de verdad seguía teniendo mucho que ver con el mundo de la comunicación pero que eso no significa hacerlo de la misma manera.
Podríamos decir que estos pensamientos llegaron hacia la mitad del viaje. Un viaje interior en toda regla. Un camino que nadie podía recorrer por nosotros. Y entonces… llegamos a la tercera fase del proceso de toda crisis: la de la acción. Qué podíamos hacer nosotros para ser los dueños de nuestra propia vida, qué sabíamos hacer, qué queríamos hacer, con qué podíamos ganar dinero. Y lo hicimos.
Estaba claro que aquella crisis, era la primera, pero no sería la última. ¿Te suenan de algo estas fases mentales por las que pasamos?
- Ira y enfado. ¿Por qué a mí?
- Aceptación.
- Acción
Conociendo y detectando cada una de estas etapas, esta vez hemos sido mucho más rápidos en ponernos de pie. Sabiendo que pasar por el punto 1 y el 2 es totalmente necesario pero que es el 3, gracias al cual seguimos adelante. Teniendo claro que las crisis, son una tremenda oportunidad de cambio y de replantearnos prioridades. Son un bofetón en toda la cara del que no queda otra que reponerse y seguir.
Lo cierto es que aquel primer e intenso viaje largo con mochila alrededor del mundo, seguido de otro mucho más calmado a todos los niveles por Asia, nos regalaron muchos aprendizajes que seguimos utilizando en la actualidad. Aquí van algunos de ellos…
La espera
En un viaje largo, si algo haces por encima de todas las cosas, es esperar. A que salga un autobús, a que se llene la furgoneta, a que esté la laundry, a un amanecer, a cruzar una aduana por tierra, a que llegue el tren en el que estás cruzando medio India, a que esté lista la habitación, a que te levanten haciendo autostop… Y encima, aprendes a hacerlo sin desesperar. Inesperadamente, te acabas convirtiendo en un profesional de la espera. Además de llevar agua, tienes algo de fruta, un poco de chocolate, frutos secos… No sabes para cuánto va a ir la cosa. De hecho, llega un momento en el que tampoco te importa.
Estás esperando mientras observas, piensas y haces otras cosas. Le sacas partido a todo ese tiempo que nunca tenías porque siempre estábas haciendo “algo importante”. Es como si una fuerza superior te obligara a tomarte un respiro. Cuando eres cinturón negro de la espera, inesperadamente hay cosas que vienen a ti. Personas que se te acercan a hablar u oportunidades que se te habían pasado por alto. Aprovechas el tiempo volcándote en pequeñas cosas para huir del aburrimiento (ese rincón en el que residen la imaginación y la creatividad y del que sin embargo, desde pequeños nos obligan a huir).
Si no tienes prisa, renegocias condiciones, eres capaz de analizar mejor los pasos a seguir, es más difícil que te equivoques y “se te ocurren cosas”. Ideas a las que seguir a partir de entonces.
Estamos en tiempos de espera. No desesperemos. “Prisa mata, amigo” es el lema del desierto. A lo que nosotros añadimos “sobre todo, por dentro”.