Domingo tranqui

Habéis dormido de un tirón y os levantáis todos para ir hasta Harlem y asistir una misa gospel con cierta puntualidad. De otras veces sabéis que hay que llegar hasta la 125 St. y perseguir señoras con vestidos y sombreros raros.

Allá que os vais y, después de un par de intentos, os metéis en una bastante singular. El pequeño alucina con los cánticos… hasta que tiene hambre, pero ha valido la pena.

Después os vais a Central Park a echar el día. Una vez allí, os falta tiempo para sacar con orgullo vuestra preciosa tela india de tres por tres metros en la que os tumbáis con emoción.

A ratos, os dais algún paseo para ver gente jugar al beisbol, las barcas del lago, pompas de jabón y… (redoble)… a los skate dancers. Sin duda y hasta ahora, uno de los momentos favoritos para el pequeño (solo superado por las luces y música del ascensor del Empire State).

Como el día se está haciendo ya muy largo, antes de que se haga de noche toca retirada y un pequeño paseo hasta la estación del PATH. De camino, toca pasar por Times Square. Ante el conocimiento paterno de que las luces son muy del agrado del canijo de la familia, hay cierta expectación por ver cómo va a reaccionar ante semejante orgía lumínica.

Paseando por Times Square

Una vez allí, las expectativas se ven ampliamente superadas y es que, la agitada reacción de pies y manos, así lo confirman. Al pequeño le faltan ojos para poder abarcar tanto impacto. Luces por aquí… sonido por allá… Este es, sin duda alguna, el momento que más le llama la atención al pequeño viajero. Superando ampliamente al oso, al césped, al ascensor y a los skate dancers. Por no sobre estimularle en exceso, seguís vuestro camino de vuelta a New Jersey con la satisfacción del deber cumplido y la amplia sonrisa de un gran día en Nueva York. Para el día siguiente, podéis…

 

1- Ir a visitar tranquilamente el lado este de Manhattan.

 

2- Dar una vuelta por el lado oeste de Manhattan.