Del 26 al 28 de noviembre// Temperatura: 30-34˚C. Calor asfixiante bajo la manga larga reglamentaria.

Hay lugares a los que llegas porque todo el mundo dice que son imperdibles. Hay lugares a los que siempre quisiste ir y otros a los que no sabes muy bien por qué te lleva el viento. Pero este no es el caso de Sampit. A Sampit llegaste porque tuviste que ampliar el visado a falta de un día “para ser deportado”. Es una de esas cosas (como lo de quedarse sin gasolina), que no entiendes cómo le puede pasar a alguien hasta que un día te pasa a ti.

En este caso hubo dos motivos principales. El primero, tu despiste. Indonesia te atrapa de una manera tan brutal que pierdes la noción del tiempo. Has estado en Bali una semana larga y podríais haberlo hecho cómodamente allí pero… no te apetecía mirar el pasaporte. Preferías ir “de templos en moto”. Así que ya en el aeropuerto a punto de ir a Borneo, cobra vida el segundo motivo: la mala información de la policía aeroportuaria.

– ¿Se puede extender la visa en Pangkananbun?

– Sí hombre por supuesto… ve a la oficina de inmigración y en un momentito la tienes.

¡Falso!

Así que para evitar multas, sanciones y/o posibles deportaciones no te queda otra que coger un bus de 7 horas hasta Sampit. No entiendes muy bien por qué (si casi no sale en los mapas) tiene una oficina de extensión de VISAS, pero eso te han dicho en la supuesta oficina de inmigración y solo te queda tener fe.

Sampit es una especie de… cómo denominarlo… pueblo, polígono industrial, conjunto de casitas… con una estación de autobuses que por la noche cierra. Un hotel de 50 euros la habitación más económica y una pequeña pensión barata que a las horas que tú llegas, ya está completa. Esperas a que se empiecen a apagar luces y te pones con la prospección de la zona en búsqueda de un lugar en el que pasar discretamente la noche. Un cajero, el patio de una casa de comidas… un recoveco a la entrada de un supermercado…  Sabías que tarde o temprano llegaría ese momento en el que según pasan las horas tu listón va bajando de un aeropuerto a un McDonald’s, de ahí a una estación, un jardín y finalmente… la calle. Hoy es ese día, no eres el primero ni el último que lo ha hecho. No es para tanto.

Te crees que pasas desapercibido y que nadie se está dando cuenta de tus intenciones pero no es así. Detrás de uno de sus puestos de tempe y fritangas varias, los ojos de Ismael observan hace rato cómo te mueves de un lado a otro con tu enorme mochila. Algo le olía a chamusquina y esta vez, no era su aceite…

sampit_indonesia_algo_que_recordar_02Sin comerlo ni beberlo, sin inglés, sin haber oído en su vida la palabra couchsurfing, sin conocerte de nada… en la cabeza de Ismael era imposible que durmieras en la calle y haciendo uso del lenguaje de los gestos te abre las puertas de su casa.

sampit_indonesia_algo_que_recordar_03Llama a su cuñada Anny para que venga a buscarte en coche. La única persona de su familia que sabe algo de inglés y que en los días venideros se convertirá en tu ángel de la guarda. Una vez “en casa”, te presenta a tu nueva familia: su mujer Maya (la matriarca que se levanta a las 4.30h todos los días para cocinar lo que luego hay que vender en los diferentes puestos de comida que tienen repartidos por el pueblo); a sus dos hijos (que al principio te miran extrañados y luego no te los puedes quitar de encima) y a dos de sus empleados (que no entienden nada de lo que pasa, pero que les hace gracia la situación). Todos viviendo bajo el mismo techo y contigo de recién llegado. Te sientes muy agradecido y piensas en la suerte que has tenido porque Ismael se cruce en tu camino… pero esto no ha hecho más que empezar.

sampit_indonesia_algo_que_recordar_04Eres la primera persona occidental que pisa este pueblo en mucho tiempo y vas a descubrir lo que significa la palabra hospitalidad para los indonesios. La noticia empieza a correr por el pueblo y todo el mundo quiere que les honres con tu presencia en sus humildes hogares. Eres su invitado de honor, te convidan a comer, te inflan a té, te ofrecen su casa y todas la familias esperan ansiosas tu visita. Los niños vienen a la casa de Maya para conocerte y practicar unas palabras contigo en inglés y en uno de esos intercambios te suplican que visites el colegio del pueblo. Evidentemente… vas.

sampit_indonesia_algo_que_recordar_05El profesorado cambia el programa del día automáticamente y te presentan a sus alumnos como una oportunidad de interactuar con un extranjero “de verdad”. Los estudiantes lo quieren saber todo sobre ti y tu proyecto. Les preguntas por sus sueños y todos quieren ir a la universidad y viajar al extranjero. No saben qué carrera ni en qué país, pero eso es lo de menos. La pequeña visita se alarga unas cuatro horas. Has pasado por todas las clases, has enseñado flamenco, te han hecho probar nuevos platos tradicionales, han bailado danzas típicas, le has dado la mano a todo hijo de vecino, te has hecho más fotos que en toda tu vida junta… y te regalan dos cuadros. Uno con una pintura y otro lleno de mensajes de agradecimiento con una foto de grupo que os habéis hecho hace veinte minutos.

sampit_indonesia_algo_que_recordar_06Ismael, Maya y Anny te abrieron las puertas de su casa, de su familia, de sus vecinos, del colegio… y entre todos te dieron de comer hasta que ya no podías más. Te ayudaron a renovar la VISA y a conseguir buenos asientos en el autobús de vuelta. Te acompañaron al zapatero y te suplicaron que no te fueras. Que su casa es tu casa. Que vuelvas pronto a visitarles porque ellos nunca podrán ir a visitarte a ti. Así que te sorprendes cogiendo el autobús que te lleva de vuelta a Tanjung Puting porque casi se te había olvidado que a Sampit viniste… ¿para qué era? Aaaaah sí… algo de extender una VISA.

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7 Comentarios

  1. Estoy viendo y leyendo vuestros viajes y son maravillosos, porque sois personas jóvenes y emprendedoras. Yo, me gusta viajar pero no soy capaz de hacer vuestros viajes y menos ahora con 70 años, esposa y 2 nietas.
    Me gusta viajar y la fotografía, pero no tengo esa valentía.
    Imposible, pero me admira vuestra atención viajera, lo que no sé si ahora con un bebe seréis capaz de tener ese mismo animo viajero.

    Espero seguir vuestros viajes. Gracias por todas vuestras fotos y comentarios

    • Hola Rafael! En primer lugar, gracias por escribirnos. Es una de las muestras de que esto que hacemos sirve de algo además de darnos más ganas de “seguir”. Si quieres viajar, puedes. ¿Quién dijo que no? Con esposa y todo. Otra cosa es lo mucho que tiran las nietas. Eso son palabras mayores. ¿Has oído hablar de “Kandy, la abuelita mochilera”? Tú sí que eres un jivenzuelo a su lado. En cuanto a nosotros y a nuestra situación actual con Koke… bueno, ya hemos ido con el a Japón, China, Sudáfrica, Colombia, Estados Unidos, Argentina, Francia, Puerto Rico… y de momento, pensamos seguir así que, vamos con buen ánimo. A ver cuánto dura! Esperamos verte mucho por aquí. O mejor aún, “por ahí”. Un abrazo!!!

  2. Anoche os escuché por la ser , o era la cope. Bué , no importa. Estupendo lo vuestro. Y ahora con un peque. Wonder. Tengo 67 soy viajero a mi manera. Junto , viajo y me lo gasto para volver a juntar y volver a viajar. Tengo recuerdos imborrables de lugares increibles. Mi hija estuvo en Tailandia el mes pasado 25 días con su pareja. Volvieron alucinados. Voy a Italia en mayo y a mi tierra Argentina en setiembre. Ruidos de turbinas, olor a aventuras. Un abrazo. Os seguiré en el blog.

    • Buena manera de viajar la tuya Roberto. Cuando se tiene dentro “ese gusanillo”, se tiene para toda la vida. Nos encantará tenerte viajando con nosotros y puede, que nos encontremos en Argentina 🙂

    • Sampit consiguió darnos la vuelta a la cabeza. No había nada que ver allí a parte de una oficina de ampliación de VISAS, llegamos medio molestos con nosotros mismos por haber sido tan despistados con las fechas y gracias a nuestra cabecita loca vivimos todo aquello. Sampit es algo que recordar para siempre, jamás!

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