Todo lo necesario (o al menos lo que hemos aprendido nosotros) sobre el noble arte del regateo.

Actualizado 25/06/18

El regateo es una forma de negociar con el objetivo de llegar a un acuerdo por el precio de un producto o servicio que se produce entre comprador y vendedor. En algunos países se utiliza fundamentalmente en mercados, bazares y mercadillos callejeros. Hay lugares donde forma parte de la cultura, pero también hay otros donde es una forma de venta reservada únicamente al trato con los turistas. Para descubrir la verdad en ese aspecto, lo mejor es tratar de alejarse un poco de las zonas más transitadas y comprobar si los vendedores se comportan con la misma agresividad que en los mercados de souvenirs o no.

Pero… ¿el buen regateador nace o se hace? Hay quien lo lleva en la sangre y quien nunca antes lo había probado, pero el día que lo descubre ya no puede dejar de hacerlo. Algunas personas, sin saberlo, han nacido con un regateador dentro y cuando llega el momento de iniciarse en la técnica por primera vez, se manejan como pez en el agua disfrutando de la situación y sin suponer ningún problema. Sin embargo, la mayoría formamos parte del otro grupo: el de aquellos que la primera vez que vamos a un país en el que los precios no están escritos, nos asaltan una serie de dudas sobre cómo encarar la situación. Hay quien incluso puede llegar a agobiarse y prefiere recurrir a tiendas para extranjeros con precios fijos aunque sean más caras. No todos hemos nacido con las mismas capacidades pero eso no significa que (con algo de práctica) no podamos convertirnos en unos buenos regateadores.

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Aprender las técnicas del regateo no es útil solo para manejarse en el viaje, también lo es para el día a día en general. En muchos aspectos de la vida es necesaria la negociación entre varias partes. Los trucos aprendidos regateando son de ayuda en una entrevista de trabajo, a la hora de defender un presupuesto, e incluso para llegar a un acuerdo a la hora de elegir qué película irás a ver en el cine con tu pareja. Y es que… ¿qué es la vida sino una negociación constante incluso con nosotros mismos?

Aquí te dejamos algunos trucos y consejos para empezar a desarrollar el ancestral arte del regateo. Antes de salir al terreno de juego préparate psicológicamente:

  • Tómatelo como si te sentaras a jugar a las cartas con el vendedor. Ambos jugadores tienen claro que querer ganar es el incentivo principal del juego y una vez terminada la partida las dos partes dejarán de ver al otro como un oponente. Intenta disfrutar del proceso, sonríe, haz bromas, genera una conversación más allá del “how much”. Esto no es más que una partida de cartas más.
  • Asume que el vendedor cree que si has entrado en su tienda es porque necesitas algo ya que si no, estarías en otro lugar. En muchos lugares del mundo no se concibe ir de compras a “echar un ojo” como una actividad ociosa y por eso hará lo imposible para que el sitio en el que cubras esa necesidad (especialmente en mercados en los que la mayoría de los puestos tienen prácticamente los mismos productos), sea su establecimiento. Tienen muy claro que si no se lo compras a él, se lo comprarás a otro. Por eso, aunque le expliques que lo único que quieres es mirar, no te van a dejar tranquilo. A nadie le entra en la cabeza que hayas llegado hasta allí solo para ojear la mercancía porque nadie entendería que ir al mercado a pasar calor, “pelear precios” y rozarse con todo el mundo pueda ser para ti una actividad de ocio.

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  • El vendedor sabe perfectamente por cuanto compró el producto y nunca va a perder dinero, así que no tengas miedo a contraofertar en la negociación con una cifra desorbitadamente baja.
  • Mentalízate de la importancia que tiene el momento del regateo. La impaciencia es tu peor enemigo. El vendedor tiene toda la vida para negociar contigo pero es él el que debe conseguir que tu saques el dinero de tu bolsillo. En realidad, su tarea es mucho más difícil que la tuya.

Una vez que decidas meterte en harina:

  • Haz un pequeño estudio de mercado. Pregunta precios en varios sitios y a personas que no estén implicadas en el negocio directamente. Pregúntale a un tuktukero cuanto puede costar 1 kg de mangos y a la señora del puesto de mangos a cuanto sale un recorrido en tuk-tuk.

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  • No compres al principio del viaje. Espera a hacerte una idea de cuanto cuesta la comida callejera, un ticket de autobús y algunas otras referencias que te puedan ayudar a calcular cuánto cuesta lo que quieres comprar a la hora de dar un precio.
  • Intenta buscar los mercados donde compran los locales. Hay mercados creados específicamente para regatear o sacarle el dinero a los extranjeros y hay mercados locales en los que aunque también se regatee, los precios de partida son más bajos y probablemente el ambiente será un poco menos tenso en ese sentido.
  • Calcula el coste real de ese producto o servicio en tu país y la diferencia entre tu nivel de vida y el del lugar en el que estás. Debería haber una diferencia más o menos similar entre ese nivel de vida y el precio del producto que vas a adquirir.

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  • Entra en el establecimiento e intenta no mostrar interés por lo que realmente quieres. Mira lo que hay a su alrededor, pregunta por el precio de otros objetos similares… que no se note cual es el quieres comprar.
  • Espera a que el vendedor diga el primer precio. Aunque te pregunte 4 veces cuanto estás dispuesto a pagar no sueltes prenda hasta que sea él el que marque el precio de partida.
  • Haz preguntas e intenta que parezca que ese género no es exactamente lo que tú buscas. Quizás en otro color, un poco más grande, con otro material…
  • Cuando hay dos personas uno puede jugar al “poli bueno y otro al poli malo”. “Lo veo demasiado caro… me gustaba más el de la otra tienda. Vamos a echar un ojo y luego volvemos”.
  • Utiliza la creatividad para defender argumentos que desorienten al vendedor: dile que eres de un país de origen desconocido para él y juega la baza del despiste con la infromación que le das. “Soy de Andorra y allí no utilizamos los euros”.
  • No compres nada por vergüenza o presión hasta que no llegues a un acuerdo que realmente creas que es justo. Un proceso de negociación no tiene por qué terminar siempre contigo desembolsando dinero. A veces llega un momento en el que nos empieza a dar corte y terminamos comprando por el tiempo que la persona nos ha dedicado. Ningún local haría eso jamás. Si no te convence la oferta, dale las gracias al vendedor y con una sonrisa dile que no es lo que estás buscando.
  • No te ablandes. Los vendedores son capaces de inventar historias fantasiosas sobre su vida con tal de sacar un mejor precio. Van a tratar de dar pena, de que pienses que le estás proponiendo un negocio que no es rentable, de demostrarte la tremenda calidad y diferencia de su producto con respecto a los del resto del mercado… Es su forma de ganarse la vida y tiene todo el derecho del mundo a jugar sus mejores cartas, por eso es mejor que te sumes al carro de la incredulidad.

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  • Nunca pierdas las formas, recuerda que esto es como una partida de cartas en la que hay que “divertirse” y que por muy bien que regatees, para muchas personas seguirás siendo un turista al que no pretenden vender a precios locales.
  • Una vez que llegues a un acuerdo no te taladres  más. Has aceptado el trato porque te ha parecido bien o por puro agotamiento, pero ya no hay vuelta atrás. No te amargues si alguien te dice que ha pagado menos porque probablemente la diferencia entre pelear un poco más y dejar la negociación en tu punto máximo de saturación puede suponer una diferencia de 0,30 euros.

Además de la soltura que se va ganando poco a poco sin que tus nervios se vean afectados, es una fórmula maravillosa de evitar el consumismo sin sentido al que muchas veces estamos acostumbrados. Adquirir cada artículo requiere un esfuerzo por nuestra parte. Comprar así no es tan sencillo como pasear por un centro comercial con aire acondicionado donde nadie molesta y en el que acabamos llevándonos algún caprichillo que nos ha entrado por los ojos. Muchas veces el regateo es agotador pero como todo, también tiene sus ventajas. No desesperes a la primera porque con el tiempo y el conocimiento de los precios reales de cada país se va mejorando la técnica.

NOTA: esperamos que estos consejos te sirvan para iniciarte (si no lo has hecho ya) en el noble arte del regateo, aunque seguro que leyendo se te han ocurrido otras fórmulas que quieras compartir con nosotros. Si es así, déjalas escritas para que todos podamos empezar a aplicarlas.

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10 Comentarios

  1. Me encantó! A practicarlo desde hora para llegar bien a mi próximo viaje por Malasia!!Gracias! !

    • Gracias Verónica. Disfruta mucho de Malasia y sobre todo de su excelente gastronomía. Aquí te dejamos algunos de nuestros platos favoritos para ir abriendo boca. ¡Argggg qué rico todo! (No es bueno releer este post a la hora de la comida) https://algoquerecordar.com/lugares-malasia-ipoh/ Un abrazo grande y que vivan los rotis y el té tarih 🙂

        • Nosotros tenemos que seguir practicando. A ver si ahora nos vamos a saber bien la teoría pero se nos va a olvidar la práctica 😉

  2. Buah, chata, pues yo que me voy a Túnez y lo flipo… estás regateando y son ellos los que te dicen que no. Y te dejan ir. O_O Y estás hablando con una individua que le regateó una – he dicho 1- rupia a un taxista en la India. Me llamaban Trinidad. No sé muy bien por qué hacen eso en Túnez, probablemente ellos mismos saben lo que tienen que ganar y de ahí no bajan, pero es un país que turísticamente está de capa caída. Fui en agosto y había muy poca gente, y hablando con tunecinos (yo, que tengo cuatro codos para hablar por todos ellos) te lo dicen. Muy raro, oye. Que no, y que no.

    • Eso nos ha pasado alguna vez y reconozco que me pone un poco mala. Me deja con la duda de si es “no” porque te estoy diciendo una cifra con la que pierdes dinero o porque tengo esta cara de blancucha que no es de quita y pon. ¡Gracias por el comentario Annick!

    • Oye… pues mira eso que nos has dicho nos lo ha alegrado a nosotros (caritas rojitas x2). ¡Un abrazo!

  3. Muy buenos consejos! Yo pensaba que era de los que no servía para regatear… hasta que tuve que hacerlo. Al principio no me gustaba, pero en Túnez acabé cogiéndole el gustillo. Eso sí, yo hacía trampa: primero me iba a las tiendas “fixed price” y con ese precio en mente me iba luego al zoco a regatear 😀 Me llegaron a pedir, no sé, 4000, por algo que en la tienda de precio fijo valía 50. Lo conseguí en el zoco por 30, y me fui de allí muy satisfecho!! (seguramente valía 5 🙂

    Un abrazo!

    • Cada maestrillo tiene su librillo, así que nada de trampa. ¡Esa me la apunto! Un abrazo.

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