Nota: este puede parecer un post de una pareja que antes era aventurera y ahora que son padres solo hablan de su hijo… Pero no. Está escrito para todos los que somos hijos. Y dice así:

Es ventajista hablar del cariño que le tiene un bebé al último lugar en el que ha estado respecto a los anteriores porque cada vez interactúa más con el entorno, y claro, parece su preferido. Lo pensamos en Shanghai, cuando Koke pareció enamorarse de los chinos; nos lo volvió a parecer en Nueva York, por su cara al ver las luces de Times Square; en Colombia por las arepas; en Sudáfrica por los pingüinos, las jirafas y el mar; en Argentina por tener el mejor primer cumpleaños jamás pensado; en Puerto Rico por la salsa, la rumba, la bomba y la plena…

Hasta que apareció Frankfurt en nuestras vidas.

parque frankfurt

Y es que si eres niño, Frankfurt es una ciudad que te tiene que gustar sí o sí. El centro se ve rápido. A decir verdad, son tres calles. Pero además de tener río (detalle que siempre alegra) con sus respectivos puentes (para correr de un lado a otro), hay que destacar que si mides menos de un metro, te van regalando trozos de salchicha o pretzels por todos lados. Encima, tus padres te llevan en bici de un lado a otro (en silla, carro o caja), con la dosis de diversión que ello implica. Pero sobre todo sobre todo… están sus parques. Pequeños ecosistemas de diversión garantizada cada tres manzanas a cada cual más original con amplio derroche de agua a través de compuertas, chorros, toboganes o tubos. Además, cuentas con una buena cantidad de arena para rebozarte bien, estructuras con paredes de escalada, tubos y cuerdas en plan concurso extremo de televisión y una cantidad sin igual de escenificaciones: barcos, castillos, aviones, etc.

parque frankfurt

Es como si hubiera un pique entre ingenieros de parques infantiles intentando superarse constantemente:

– ¿Qué te ocurre Klaus?

– No quiero hablar de ello Ulrike. Déjame solo.

– Cuéntamelo, no puede ser tan grave.

– Los de Hans Pärken han hecho una auténtica maravilla en el barrio de Höchst.

– Ay, no. Otra vez.

– Es como estar en el espacio.

– Bueno cariño…

– ¡Cómo no se me ocurrió a mí!

– Venga, prepararé salchichas, seguro que así te sentirás mejor.

bebe cama elastica

Y es en esos momentos, al adentrarte como adulto en uno de esos chiquilugares, cuando por un instante piensas: “Cómo me gustaría haber tenido estos parques de niñ…”. Y ya. No te da tiempo a pensar nada más, porque el pequeño se te ha ido corriendo y se está metiendo con ropa en uno de los estanques resbaladizos destinados a tal efecto.

Una vez le has desprovisto de toda su indumentaria y dejado en pañal o bañador, te limitas a vigilar en la distancia con el corazón en un puño. Porque a ver, que seas viajero y tal, no significa que de pronto estés acostumbrado a estos parques de superación física.

parque frankfurt

En cada montaña, cuerda o borde, ves un peligro. Lo curioso, es que solo parece pasarte a ti. El resto de madres y padres (todos alemanes, claro) permanecen como si nada. Impasibles. Duros como el marmol. En ocasiones incluso hablan entre ellos o leen un libro cuando sus hijos están al borde la muerte. Pero no, allí no se cae nadie. ¡Son alemanes de pura cepa! Desde pequeños ya.

bebes en parque frankfurt

Al cabo de una hora en la que has sentido más tensión que en el Pasapalabra (respirando con alivio y con la satisfacción por el deber cumplido), dices: “Bueno… pues vale ya de parque Koke, venga, nos vamos. Despídete del parque… adiós, adiós”.

A partir de ese momento, paseas por la ciudad con el pánico dentro de que otro parque se interponga en tu camino… y lo hace.

parque frankfurt

– ¡Hans!… ¡Hans!… ¡HANS!

– Sí, qué, qué.

– ¿Qué te pasa?

– No… nada.

– A mí no me engañas.

– Los de Klaus am Garten lo han vuelto a hacer.

– ¿Otra vez?

– Sí… un sistema de esclusas increíble en el Palmergarten. ¿Por qué no los habremos hecho nosotros?

– ¿Preparo salchichas?

– Vale… voy a por aplewine donde Dieter que ya no queda.

bebe parque frankfurt
“Desde el otro lado de la barriga”

No hay tregua para los padres. No hay descanso para los temerosos. No hay día sin parque. El paraíso para los niños tiene nombre… Y es Frankfurt. Pero ojo, bien podría llamarse Barcelona o Kuala Lumpur. Realmente y llegados a este punto, da igual. Justo cuando te das cuenta de que no es el parque. Eres tú.

bebé escalando parque
“Una promesa es una promesa”

Y es que… ya hace un tiempo que venimos entendiendo lo que nuestras madres y padres (sí, lo sé) tuvieron que sufrir cada vez que siendo más imprudentes jóvenes nos creímos inmortales. No contentos con eso, por ejemplo nosotros, les damos una segunda taza  (encima con nieto) cada vez que nos vamos de viaje sin mirar atrás. Como un niño cada vez que ve un parque.

Como ya dijimos en el artículo “Raíces y alas”: las raíces nos las dan para que no caigamos. Las alas, para que no paremos de crecer. Lo que no habíamos dicho hasta ahora… es que hay que dar las gracias por ello.

 

Y dicho esto, los parques de Frankfurt son una maravilla.

 

 

5 Comentarios

  1. Mi hijo mayor (9 años) nos está diciendo que quiere visitar Frankfurt. La verdad es que no sé de donde le viene la aficción… Que fecha del año recomendáis mejor para ir? El próximo puente de Octubre sería una buena decisión?

    • Hola Antonio. Cuanto más cerca estén los meses de invierno más fresquito os va a hacer. En octubre empieza el otoño así que todavía no hará supuestamente mucho frío, aunque lo mejor es que según se vaya acercando la fecha reviséis la previsión meteorológica para estar seguros. ¡Un abrazo!

  2. La verdad es que Frankfurt es una pasada de ciudad. La calidad de vida es muy alta. El único problema es el clima, claro, comparado con España, pero no se puede tener todo. Espero volver por allí pronto.

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