¿Recuerdas cuando tú estabas en la oficina y nosotros por ahí… dándole la vuelta al mundo? ¿Recuerdas que mientras a ti te llovía “de lao” y te pelabas de frío… nosotros nos bañábamos en las paradisíacas playas de El Nido… Perhentian… Ko Tao...? ¿Recuerdas que mientras agarrabas tu café con rabia… nosotros tomábamos zumo de mango en su perfecto punto de dulzor y textura? Sí, todo era maravilloso… fácil. Te lo he dicho mil veces. Viajar así es sencillo. Te llena por dentro. Te hace ver todo con más perspectiva pero… no te voy a engañar, mientras vivíamos todo aquello, había alguna que otra incomodidad que, sencillamente, no quedaba “tan bien” publicar a los cuatro vientos. No era el momento. No era el lugar. Ahora que “ya ha pasado todo” y tú estás disfrutando de tus vacaciones, me gustaría contarte alguna de esas cosas que nunca te dije. Esas cosas menos idílicas. Sé que siempre has intuido algo en plan “no todo puede ser tan bonito ni tan fácil”. Y tienes razón.
He de reconocer que la primera vez que te enfrentas a un aseo asiático, crees que te están gastando una broma de “mal gusto… y olor”. Crees que se trata de una cámara oculta. Que estás entrando en otra dimensión. Como te faltan las ganas, pero te puede la necesidad… te dejas llevar y te haces uno con el baño. Baño que, años atrás, no habrías tocado ni con un palo. Hay que reconocer que ha habido de todo: baños sin papel, sin váter, con agujero, con canalillo, sin puertas, sin ventanas, sin tubería, sin lavamanos… Nunca sabes con qué sucio urinario te vas a encontrar y la verdad es que… la realidad, siempre supera “la última micción”.
En este viaje habremos dormido en más de 100 camas diferentes. Las había duras, irregulares, con almohadas como piedras, ultrafinas, con manchas… hasta las ha habido con pulgas. Hemos dormido en la calle, en pasillos de aeropuerto, en autobuses con asientos que se reclinaban justo hasta ese punto en el que es imposible dormir, en suelos de todo tipo y texturas… Tampoco pensé nunca que sería lo más normal del mundo para mi eso de pasar la noche en dorms de hasta 24 camas. Ni en habitaciones sin ventanas con paredes llenas de “caras de santos”… y/o de todo tipo de insectos. Nunca imaginaste que podriazzzZZZZzzzzZZZZzzz…
Ir con cuatro camisetas y dos pantalones durante casi todo el viaje no te hace estar a la última. Las edades de una camiseta estandard pasan a toda velocidad. De camiseta molona, pasan a camiseta de andar por hostel y a camiseta de dormir en un par de meses. Tener que contar los días para ver si llegas decentemente a la siguiente “laundry” temiendo que vas a tener que darle la vuelta al calzoncillo, tampoco es motivo de felicidad. Pero ir a recogerla… eso sí que es una maravilla.
No te queda otro remedio que hacer y deshacer la mochila casi cada tres días. Te has acostumbrado a vaciarla y volverla a llenar como quien toma café para desayunar. ¿Cómo es posible que si todo venía dentro, no quepa al irte? Cargarla… descargarla… transportarla… La mochila se convierte en una extremidad más de tu cuerpo. Todo va ahí. Es tu casa. Es todo lo que tienes. De ahí el nombre: mochilero. Si la pierdes… serías un… “lero” a secas (definición sin glamour y con menos personalidad, la verdad). Además, hay que hablar del estrés que te genera llevar la mochila pequeña en la que va el ordenador y la cámara. Que si se va a perder… que si te la puedes olvidar… que si se puede mojar… que si te la pueden robar… Lo dicho, más estrés que cinco reuniones inservibles en una mañana de lunes.
Los mercadillos quedan muy bien en las fotos pero a veces, para entrar en algunos y salir vivo de allí… hace falta mucho estómago o carecer el sentido del olfato… y puede que de la vista también. Creo que uno de los métodos que deberían de usar en los periodos de adiestramiento de los cuerpos especiales en plan Navy Seals o de la Legión, sería entrar en alguno de estos mercadillos tan… llenos de color y hacerles permanecer allí una hora como mínimo.
Viajar, comer y dormir en un coche puede llegar a ser… limitado. Reducido. Excesivamente acogedor. Al final, el coche se convierte en un pequeño estercolero con ruedas. Una pocilga a la que le coges cariño… pero pocilga al fin y al cabo. Todo está revuelto, pero a mano. El pan de sandwich y la toalla de secado rápido se han enrollado entre los periódicos que usas por las noches para taparte, las botellas de agua vacías se amontonan bajo los asientos delanteros esperando el momento ideal para amotinarse y acerse con los pedales, la ropa sucia aparece y desaparece como si tuviera vida propia… Todo es un caos y te da vergüenza aparcar cerca de un parque o avenida.
Nunca te dije que el couchsurfing no siempre es tan idílico. Lo peor no es que una casa pueda estar más sucia de lo normal… lo peor es que percibas “que no hay nada que compartir” con tu anfitrión. No han sido muchas veces… pero ha pasado.
No te dije que la ilusión según avanza el viaje va disminuyendo. La capacidad de sorpresa baja… Después del templo número cien, el ciento uno no es tan llamativo. Después de Iguazú, andar tres horas para ver una pequeña catarata con un salto de agua de 20 metros se hace más duro.
Tampoco te dije que la sensación que te queda después de dar una vuelta al mundo así, es que “te queda todo por ver” y que no has podido profundizar como te hubiera gustado. Nosotros hemos preferido diversidad y choque cultural constante pero ahora, tenemos ganas de tomárnoslo con más calma.
Por supuesto que no te dijimos nunca que hubo un momento de máxima tensión cuando nos perdimos en la jungla de Taman Negara en el que realmente, pensábamos que no salíamos. Luego, dormimos subidos a un árbol… y hasta fue bonito y todo. Hoy, es de largo… la experiencia que más comentamos y por la que más nos preguntan. Por algo será… ¿no?
Nunca te dije nada de todo esto y ahora que “te desvelo” lo más oscuro del viaje y que peor queda en cámara… verás que no es para tanto. Tampoco te dije por muchos motivos que ahora no vienen al caso y porque quiero que lo descubras por ti mismo… que todo, absolutamente todo… valió la pena.
28 Comentarios
Todo muuuy cierto pero shshshs! que si no mi madre se preocupa!!! Jaja!!! 😉 Un beso!
Algunos post deberíamos clasificarlos como las películas del cine: no aptos para padres de viajeros. Deja de leer aquí o continua bajo tu responsabilidad… Haznos caso… No sigas leyendo… Hay que hacerles un monumento a esas madres verdad?
Hola!! Lentamente voy leyendo todos y cada uno de vuestros posts (me he sumado algo tarde, ahora que estoy planeando proyecto aiatico-oceánico)… y este post me ha encandilado y descojonado a partes iguales dentro de lo bellíiisimos y artísticos otros posts que tenéis. Digno de monólogo de Luis Piedrahita!
Es lo que yo siempre comentaba a mis amigos y familiares que al ver las fotos y yo sonriente parecer que todo es felicidad y perfecto. Pero tambie les decia eso mismo que tu has escrito en este articulo y asimismo que vale la pena y que lo volveria a ser, que todo no puede ser tan perfecto….que aburrido seria….eso es lo que hce intersante un viaje la diversidad de anecdotas, vivencias de todo tipo…eso enriquece nuestra personalidad.
Me ha encantado y me siento identificado totalmente con todo jejeje! Cuando estás en ruta, intentas subir las fotos bonitas, o contar a tu familia y amigos las cosas buenas, pero la verdad es que en el día a día de un gran viaje tienes que lidiar con situaciones que en un principio no te imaginabas (o no querías imaginarlas). Un abrazo!
Queríamos darle un toque “de sinceridad” al asunto. Las fotos bonitas quedan muy bien, claro que sí. Pero todos sabemos, que detrás de las fotos y las palabras… hay un poco de mugre. Mugre a la que al final, le coges cariño, eso sí. Otro abrazo que va para allá!
Me ha encantado el post! Es totalmente cierto! Pero al final, siempre vale la pena, viajando como turista no es tan interesante, no se conoce tanta gente… y si viajas como viajero conoces realmente gente local, es muy distinto y mucho más enriquecedor! 🙂
Y lo duro que es no poder desayunar tu café con leche y porras (o churros) cada día, ¿qué, de eso mejor no hablar, no? Eso sí que es jodido….
Cierto, eso sí que es dificilillo a veces peeeeeeero… ahí habrá siempre un buen plato de arroz con pollo para solventarlo. Dije “plato”? Bolsa de plástico u hoja de palmera, quise decir.
¡Qué buen post! Felicitaciones. Me ha gustado mucho, porque es totalmente cierto. Los malos momentos que podemos pasar en un viaje, son a la larga los que dan “sabor” a la experiencia y las anécdotas que más se cuentan, aunque no lo hagamos en nuestros blogs 🙂
Hay que contarlo todo, ¿no Mauxi? 🙂
todo lo que pase en un viaje vale la pena! son experiencias… al igual que ustedes tuvieron su pesadilla en Taman Negara, yo tuve la mía en un accidente en moto en Kho Lanta, y en ese momento realmente uno piensa que no va a salir y uno se replantea el viaje completo!… pero al final uno toma fuerza y continua, y luego te das cuenta que fue lo mejor que podías hacer, seguir viviendo las experiencias de tu viaje, sean altos o bajos!
un beso chicos!!
Cierto es Caro, que “lo mejor del viaje” no son los malos momentos… pero enriquecen. Además, no todo lo que no se cuenta es malo… a veces, simplemente “no queda bien”. Esas pequeñas cosillas, le añaden algo de picante… de tensión… de sorpresa… Un beso enorme!
No os imagináis cuánto agradezco este tipo de entradas. Para los que tenemos como proyecto de futuro dar la vuelta al mundo estos post nos sirven para poner un poco los pies en la tierra y bajar de la nube en la que estamos sumidos por la ilusión y las ganas de hacerlo real.
Con todo, como bien decís, estoy segura de que vale la “pena” y nunca mejor dicho.
Saludos! 😀
Créeme… nada es tan malo com opuedas imaginar, pero sí… está bien saber que tampoco todo es fácil ni idílico. Lo cual, hace el viaje más interesante. Aprender a moverse… a vivir así, con sus cosas buenas y menos buenas… eso es lo que engancha.
Esta contracara de los viajes es tan cautivante como la otra, no??
A veces, puede que más. Creo 🙂
Cuando toca, toca. A eso se le llama ser Todo Terreno jaja.
A eso se le llama… vivir experiencias nuevas a diario! 🙂
Me ha encantado esta entrada, os leo bastante pero estas letras me han llegado, me siento tan identificada a veces con vosotros, me gusta mucho vuestra historia, vuestro viaje de vida
Un abrazo enorme!
Muchas gracias Maru. Deduzco que tú también te has encontrado en “no sabías muy bien dónde”… “rodeada de vete tú a saber quién”… a punto de ir al sitio “que crees que vas a ir”… en un vehículo que “esperas que no se desmonte por el camino”… No?
Que grandes sois… La parte negativa de cualquier viaje de este tipo y los problemas que van apareciendo a los largo de los días y kilometros recorridos, en el momento, son problemas, incomodidades o situaciones poco agradables. Una vez “superadas” al dia siguiente ya son las “anecdotas” del viaje y son las que te crean la adicción de no dejar de viajar porque jamás sabes que te deparará el destino en el siguiente viaje, con que te encontraras y como lo superarás….
Solo añadiria las horas de traslados en bus con todas tus pertenencias encima como si fueran un hijo mas. El primer bus lleno de “locals”, gallinas y vendedores lo disfrutas. Pintoresco. Despues de varios meses apretujada, sudada, horas de espera hasta que se llena el bus, subidas y bajadas a demanda de cualquier pasajero… ya no es tan bonito ir en bus local :p
Yo es que al final, le he cogido tanto cariño a los buses, que no me atrevo a hablar mal de ellos y de todo lo que pasa “ahí dentro”. Pero sí, a veces… se agradecería poder teletransportarse. Besos a los cuatro!!!
Y que gusto da todo eso cuando estas en ruta! Y todo se ve diferente que ahora en casa con los tuyos y despues de algunas-muchas buenas comidas, pero queos quiten lo bailado, eso es descubrir mundo!
Un abrazo desde Slovenia!
Experiencias con gusto no pican. Qué os voy a contar yo a vosotros. Ganas tenemos de que nos pasen más cositas… “sin mucho susto, eso sí”
Tal cual!! Viajar de esta forma no es una estadía en un hotel 5 estrellas all inclusive. Tiene lo suyo, aunque casi siempre, a la larga, termina siendo una muy buena experiencia =)
Totalmente de acuerdo. En hoteles de cinco estrellas, estás muy lejos de lo que pasa realmente. Te pierdes cosas a cambio de un jaboncillo y un desayuno continental.