Miradas cómplices. Música en directo de fondo. Brisa marina. Se toca el pelo. Le guiñas un ojo. Os acercáis. Os presentáis. La conversación fluye. Bailáis toda la noche (si no eres de los que se le van los pies puedes omitir esta última parte. La siguiente verás como no te la saltas). Acabáis la noche haciendo el amor a la luz de la luna en una cala de arena blanca y aguas cristalinas. Que levante la mano al que alguna vez le haya pasado.Soñarlo o pensarlo no cuenta. Haber visto un anuncio de desodorantes donde pasaba tampoco cuenta.
No seamos negativos. No perdamos la esperanza. Seamos fieles a ese “nunca digas nunca”. Podría ocurrir. Los amores a primera vista suceden… a veces… poco por no decir poco pero no por eso dejamos de creer en el amor. Oye… que al amigo de un amigo de un amigo le pasó una vez…
Con los nuevos países sucede algo parecido. Algunas veces hay flechazos. Todo fluye. La nueva gastronomía te apasiona, entiendes y compartes las creencias de las personas, conoces su historia… ¿Pero qué pasa cuando no es así? ¿Qué pasa cuando planeas un viaje que te ha costado tus 8 horas mínimas de avión y de repente no te gusta lo que ves a tu alrededor? Miras raro a todo el mundo y todo el mundo te mira raro a ti… ¿Será que esta vez te has pasado de exótico al elegir destino? ¿Será que aquí nadie sabe cómo se hacen las cosas bien? ¿Será que como decía Obelix “están locos estos romanos”?
No desesperes. No tires la toalla. No todos los países son una canción de verano. Algunas culturas exigen más por tu parte para que puedas disfrutar de ellas. Algunos países necesitan ser oídos más de una vez para cogerles el gustillo y en la mayoría de los casos, son los que luego se convierten en canciones para toda la vida. Solo hay que darles una oportunidad. He aquí algunos consejos que hemos aprendido por el camino (algunos a base de meter la pata) antes de darlo todo por perdido. Antes de pensar que este lugar o esta cultura no son para ti. Así que si algún día te pasa… respira hondo… (varias veces)… recuerda que los seres humanos tenemos una increíble capacidad de adaptación, que las cosas no son siempre lo que parecen y !al lío!
– Intenta que a tu llegada al país te reciba alguien de allí. Couchsurfing, el amigo de un amigo que buscásteis por Facebook, warmshower, bewelcome…. Las redes de contactos internacionales facilitan mucho esta labor. Tener a alguien que pueda orientarte y responder a las preguntas que una nueva cultura genera te va a predisponer positivamente para comprender la forma de hacer las cosas en ese lugar. Nastia e Igor por ejemplo, se encargaron de enseñarnos las increíbles posibilidades de la comida callejera en China y esto nos animó a probar cosas nuevas durante todo el mes. (Viscoso pero sabroso…mmm).
– Aprender un par de frases en el idioma local. Pregúntale a la primera persona con la que consigas iniciar una conversación y apunta tus nuevas adquisiciones en un lugar de rápida consulta. Palabras básicas como “gracias, qué rico está esto, hola, que bebé más guapo, cómo estás, cómo te llamas, los números del 1 al 5… ” abren muchas puertas y además provocan muchas risas. Piensa en la ternura que despierta un extranjero esforzándose por decir algo en tu idioma.
– Los países huelen, suenan, saben e incluso sienten de forma diferente. Cuanto antes te acostumbres a ello mejor. Tu cuerpo y tu mente lo van a agradecer. No te evadas. No huyas. No te pongas los cascos para evitar el ruido de las motos de Ha Noi. La primera noche puede que duermas mal, la segunda un poco mejor y la tercera caerás rendido. No hay que sufrir por gusto… pero si lo intentas una vez rápidamente descubrirás que no es tan duro como parece desde fuera.
– No se trata de renunciar a lo que uno es, pero sí de ser lo más observador con todo lo que sucede a tu alrededor y de tratar de adoptar aquellas costumbres que no vayan en contra de nuestra ética o nuestros principios. Siempre recordaremos el día que Helios nos invitó a pasar la tarde en su casa para que conociéramos a su mujer. Nos explicó muchas cosas de su país (Indonesia) y su forma de entender la vida. Antes de marcharnos nos dio las gracias por nuestra ropa. Nos dijo que nunca nos habría llevado a conocer a su mujer si hubiéramos ido vestidos de otra manera. Nosotros íbamos con nuestra ropa occidental, pero con manga y pantalón largo. Si hubiéramos ido en pantalones cortos y camiseta de tirantes nos habríamos perdido esa invitación y esa increíble tarde. Piensa si compensa perderse experiencias así por llevar una camiseta de tirantes. A nosotros desde luego no.
– Investiga sobre la historia del país y sus costumbres por muy raras que te parezcan. Todo tiene un por qué con un fin último que suele estar relacionado con la supervivencia de la especie en esa zona concreta. Si allí las personas no usan el papel higiénico es por algo, si la mayoría son vegetarianos es por algo, si se come con palillos es por algo, si beben té ardiendo es por algo… Es más divertido encontrar la respuesta a lo que en un principio puedan parecer excentricidades, que luchar contra ello.
– Cuando hables con los lugareños alaba lo bueno que veas en cada lugar y hazles preguntas sobre su cultura dando a entender que estás interesado en conocerla. Probablemente querrán saber qué es lo que más te gusta de su país y seguro que hasta en el sitio más horrible encuentras algo que te haya llamado la atención. Al principio centra tus conversaciones en resaltar lo bueno del lugar. Una vez que haya confianza puedes empezar a hablar de lo que no te haya gustado tanto o de lo que más te haya extrañado.
Con todo y con eso puede pasar que metas la pata. Nosotros la hemos metido más de una y de dos. No te cabrees. Saca la mejor de tus sonrisas, reflexiona sobre los motivos de tu equivocación, trata de no tropezar otra vez con la misma piedra, no te rindas y sobre todo… no seas Obelix, que no estaban tan locos aquellos romanos.
12 Comentarios
Muy muy bueno, por estilo y contenido. Pasaaa mucho que los extranjeros, a menudo los expatriados, no paran de criticar el país donde viven, la comida, la forma de ser de la gente. Como bien dices, “es más divertido encontrar la respuesta que luchar contra ello”. Be water my friend 😀
Hola Javi! La situación de los expatriados es algo que a mí también me ha llamado siempre la atención. Por otro lado entiendo que no es la misma la predisposición que se tiene cuando vamos de viaje con ganas de conocer la cultura que cuando te toca currar a saco que ya de por sí es algo que “toca las narices” y a eso hay que sumarle los malos entendidos culturales. Aún así, hemos conocido algunas personas que se lo toman como tú dices “siendo water, my friend” como Marta Roca, https://algoquerecordar.com/couchsrufing-surfing-marta-roca/ que fue nuestra anfitriona en Colombo. Ella estuvo trabajando un año en Sri Lanka y durante ese tiempo hizo un tremendo esfuerzo por empaparse de la cultura del país. Nos gustó mucho su forma de enfocar la experiencia laboral y aunque ya no vive allí nos consta que hizo grandes amigos. Eso de “ser water” funciona 😉 Gracias por el comentario!
muy lindo lo que escribes Lucy, y con mucha razón… esa sensación de no pertenencia en un lugar puede cambiar si uno se abre a nuevas experiencias y culturas!
un beso a los dos y sigan escribiendo que es un placer leerlos!
Gracias Caro… Cada vez el proceso de enamoramiento es más rápido pero esos días de… “esto que es lo que es?” no nos los quita nadie. Otro beso gordo de los dos!
Seguimos tomando notas de ustedes. Gracias! Ya las aplicaremos luego. =)
Pues queda nada de nada… Tic-tac, tic-tac, tic-tac…. 🙂
Muy buenas estas recetas para endulzar la llegada.
Ese momento es mi parte favorita de los viajes, cuando acabo de llegar y no entiendo nada, cuando está todo por descubrir.
¡Abrazos!
Ahora que leo tu comentario me he acordado de un truco que nos dio una viajera, en una tertulia, hace ya como más de un año y que hemos seguido a raja tabla, para dar las gracias a nuestros anfitriones: llevar sobrecitos de la Paellera y hacer “paellas around the world”! Qué super revelación nos enseñaste. Primero vinieron las paellas y luego a falta de sobrecitos tiramos de tortilla de patatas, gazpacho, salmorejo, pisto manchego, pan tumaca… Nada gourmet pero funciona!
Muy cierto! A mi cuando voy de viaje siempre me pasa lo mismo. Los primeros 1-2 días, no encuentro nada, no sé cómo funciona nada, todo es raro, etc. A partir de ahí, la cosa mejora. El último día me encanta todo y no me iría… 🙂
Nosotros a esos primeros días los llamamos “la descompresión” y son en los que nuestro porcentaje de cagadas es más alto. Menos mal que como dices… luego la cosa mejora!
no podria estar más de acuerdo. Se trata de convivir en lugar de visitar.
O al menos… intentarlo todo lo posible! un abrazo Gonzalo