La primera vez que visitaste El Barrio de San Telmo de Buenos Aires fue por trabajo y hará de ello… “Mmmhhh ¡12 AÑOS YA!”

1- Acompáñese de una expresión de sorpresa, incredulidad y cierta congoja.
2- Ver dibujo por si no queda muy claro cómo sería esa cara.

Nota mental: evitar decir la frase “hay que ver cómo pasa el tiempo” y utilizar algo del tipo “cómo pasan los viajes”.

La segunda vez, fue hace cuatro años en pareja (la pareja). Y ahora, en familia (con bebé a cuestas), ha vuelto a ocurrir. Es oficial: San Telmo es tu barrio favorito de la CABA. Por cierto, hace poco que te enteraste de que estas siglas significan Ciudad Autónoma de Buenos Aires y no tienes nada claro que te guste pronunciarlas. Con lo bonito que es decir Buenos Aires y ya (leve encogimiento de hombros con suspiro a juego).

Petición/encuesta: queridos amigos argentinos, pronunciaros al respecto ya que tenemos mucha curiosidad por conocer vuestra opinión. CABA sí / CABA no.

El tango

Y paseando CABA arriba, BST (Barrio de San Telmo) abajo, vuelves a revivir la Calle Defensa llegando hasta el Parque Lezama y queriendo tomar algo en cada bar de la Avenida Caseros. Sigues andando. Doblando por aquella esquina. Pasando delante de aquella pulpería. Llegando hasta aquel tango callejero de guitarra a gorrilla. Aquel, que sigue con paso solemne aquí, paso entrañable allá, luego giro y… ¡freeze!

 

Según te alejas del tango, te pierdes entre antigüedades de todo tipo, tamaño y color que te encantaría coleccionar y miles de otros pequeños tesoros de todas las edades. ¿De quién sería aquel cromo? ¿Quién se miraría en este espejo? ¿Quién es el de esa foto? Se te atragantan las preguntas, la emoción y la pena. Emoción por tener delante algo que seguramente significó mucho para alguien. Pena porque probablemente, ese alguien ya no respira el barrio.

Te adentras en cuevas en las que viven un montón de recuerdos y de las que te quieres llevar todo y nada. Por un lado, te parece bonito tenerlo. Por otra parte, casi un acto de voyeurismo. Antes tenías la excusa perfecta: no cabía en la mochila. Tenías que seguir visitando otro país después de este y luego otro y otro. Sería imposible cargar con tanto peso. En esta ocasión, después de Buenos Aires se acaba el viaje y vuelves (una vez más). Por lo tanto, te podrías llevar esa caja… esa taza… aquel sombrero… Pero de alguna manera, te parece irrespetuoso. Piensas en si te gustaría a ti que algún día (esperamos que muy muy lejano) se vendieran tus tesoros a desconocidos por dos euros. Y entonces decides que lo mejor que puedes hacer en formato homenaje, es que todas esas cosas sigan ahí. En modo exposición. Como si se hubieran ganado el derecho a estar en un museo. Manteniendo, de alguna forma, el espíritu de sus dueños “vivo” a diario.

El sifón

Feliz y orgulloso por haber hecho tu buena obra del día, sigues tu camino hasta que te encuentras de nuevo con “él”. Ahí está, una vez más. Manteniendo ese color y esa elegancia tal y como recordabas. Ahí sigue ese sifón que siempre quisiste llevarte aunque no sabes muy bien para qué. Paseas por delante como no queriendo parecer interesado. Lo miras, lo tocas, le haces la misma foto que hace cuatro años… y te vas como haciéndote el interesante.

Después de un helado, vuelves. Te gusta tanto ese dichoso sifón, que ya estás pensando en dónde lo pondrías. Pero claro, caes en que no tienes ningún sitio donde ponerlo. Recuerda: aunque vuelvas dentro de poco, no váis a tener una casa casa… porque queréis volver a iros en un par de meses. ¿Por qué meter ese sifón dentro de una caja en un trastero? ¿Por qué arrebatarle ese color y ese brillo para rodearlo de oscuridad?

Lo que te llevas

Al final, te vas por donde has venido sin ni siquiera preguntar el precio. ¿Para qué? Te consuelas diciéndote que tu vida dejó de tener como objetivo el acumular cosas para dar paso a esto de coleccionar experiencias… ¿recuerdas? Así que te vas hacia la Avenida 9 de Julio para coger tomar el autobús colectivo. Te pones los cascos para escuchar algo de HumanFields y claro, te pones aún más místico. Paradójicamente y mientras te encaminas, te da por agrandar esa teoría tuya que vienes rumiando últimamente: los viajeros “somos egoístas” (cuando volvemos a casa y también en viaje) ya que queremos que todo, absolutamente todo, siga siempre como estaba (menos nosotros). Tal y como lo dejamos o recordamos. En esto que llega el 10. Subes y decides que dentro de poco… vas a escribir sobre este tema con calma y en profundidad. Ahora, te apetecen unas empanadas de El Sanjuanino (recomendación desinteresada, no pagada, ni con invitación a cambio).

¡Ea!

17 Comentarios

  1. Néstor Gorojovsky Responder

    CABA decididamente no. Primero porque suena horrible. En segundo lugar por los motivos que vos relatás.

    Pero en tercer lugar, y esto seguramente lo ignorás, porque tiene un pésimo significado para quienes conocemos la historia de la Argentina. Todo el siglo XIX fue aquí de guerras civiles, ya desde 1806 (primera invasión inglesa rechazada) y hasta 1880 ¿Qué sucedió en 1880 que puso fin súbitamente a las guerras civiles (repito, porque no queda quizás suficientemente claro: setenta años de guerra civil crónica, que culminó en la masacre del Paraguay que sí has escuchado mencionar)?

    Pues ocurrió, justamente, que la gente adinerada de la ciudad de Buenos Aires, que jamás se había sentido igual a los demás argentinos y vivía de la renta que les producía ser el único puerto de todo el país (es decir, vamos, se quedaba con todo lo del comercio propio, que no era tanto, y buena parte de lo del resto, que era mucho más), esa gente, pretendió siempre, de mil maneras diferentes, impedir que la renta de la Aduana (única fuente de ingresos fiscales por muchas décadas) fuera compartida por todo lo que luego sería la Argentina, y en 1880, una carga final del país entero sobre Buenos Aires le impuso la federalización forzosa.

    Ahí, no cuando fue autónoma de hecho (al punto que entre 1852 y 1860 se separó del resto de la Argentina, y sus dirigentes llegaron a pensar en una “República del Plata” uniéndola con Montevideo), nació la Buenos Aires bella que ustedes han conocido. Pero el sórdido espíritu del mercachifle del Puerto quedó latente y vivo por década tras década, hasta que en 1994, año de mala hora, un trapicheo entre dos líderes políticos quebró en una reforma constitucional esa federalización que tantas vidas se había llevado.

    Y la CABA (ya cada vez menos Capital Federal y más “Ciudad Autónoma”… con respecto al resto del país) fue empezando a crear problemas cada vez más graves.

    Yo soy un señor mayor, cercano a los 70 años. Amo hasta las tripas Buenos Aires, donde nací y me crié: más precisamente en La Paternal, el barrio en el que D10S (averigüen si es que aún no saben quién es) encarnó en un futbolista parido en Villa Fiorito.

    Pero mi ciudad no es la CABA, ciudadela del separatismo y vividora del trabajo de todo el país, aparentemente culta pero muy salvaje e ignorante por debajo de ese barniz, despreciativa y desconocedora del resto de la Argentina, criadero de riquezas que se fugan y políticos que parecen -algunos por familia lo son- añorar los meses en los cuales fue ocupada por el Reino Unido en 1806.

    Mi ciudad de Buenos Aires es la Capital Federal. Y a falta de otro nombre mejor sigo hablando de Buenos Aires. Lo que también es bastante falso. Porque como ciudad-ciudad, la ciudad de verdad, la ciudad que vive, sueña y transpira, “Buenos Aires” es, hoy, una enorme metrópolis, unos 3000 kilómetros cuadrados que incluyen la CABA, enferma de soberbia aldeana y creída de ser una “ciudad global”, y el “conurbano”, es decir la ciudad crecida al calor de la industrialización y el trabajo creativo, desde el Tigre hasta Moreno, y desde Moreno hasta Berazategui. Trabajo creativo cuyas rentas, en buena medida, suelen terminar engrosando el presupuesto de la CABA de un modo que jamás lo había hecho antes, cuando éramos, modesta y orgullosamente, la Capital Federal de un país que aún no se había hundido en la tristeza de un destino cada vez más parecido al del siglo XIX.

    Todo eso está también inscripto en la “Autonomía” de mi ciudad, autonomía que nadie pidió y solamente fue el precio a pagar por el país entero para que un presidente sin verdadero amor por su país pudiera ser reelecto en 1995.

    • Nestor, nos has dejado sin palabras. Mil gracias por tu comentario lleno de luz donde había sombras. Lo tendremos en cuenta. Un abrazo grande.

  2. Hola! para los que vivimos fuera de “CABA” se llama simplemente “Capital”. Ej.: le preguntas a algún bonaerense (los que vivimos en Buenos Aires “Provincia”) dónde queda el Obelisco y la respuesta va a ser “Capital” o como mucho “Capital Federal” porque para nosotros “Buenos Aires” es la provincia, un tema bastante discutido entre bonaerenses y porteños.
    Sin embargo escuché a mucha gente mayor referirse a CABA, simplemente como “Buenos Aires”, ya que lleva menos de treinta años siendo una ciudad autónoma. Como mencionaron antes, CABA es para los papeles y para diferenciarse de la provincia, nosotros le llamamos Capital simplemente.

    • Pues parece bastante claro. Igualmente lo vimos más de lo esperado. Para nosotros: “Buenos Aires” y listo. Que nos gusta mucho como suena 🙂 Gracias!

  3. Ay mi Buenos Aires! Justo hace una semana me vino a la cabeza el barrio de Palermo y sus cafeterías. Como añoro tanto ese viaje. Es increíble esto del viajar.

  4. Buenos Aires… Una ciudad hermosa y de excelente cultura. ¡Seria un placer visitarla algun dia!

    Su forma de escribir es algo curiosa, pues me causa nostalgia, a pesar de no ser de alli (Soy de Francia).

    ¡Un abrazo!

  5. La avenida donde vivo (Avenida Caseros) acaba de cruzar el charco y se me infla el pecho de orgullo jajajaa. Abrazo enorme. Se los extraña

  6. ¡Este post es un tangazo! ¡Me ha hecho sentir nostalgia de Buenos Aires, estando en Buenos Aires!
    Por cierto CABA es sólo para los papeles y formularios. Siempre será Buenos Aires, en algún caso Baires o, simplemente, Capital.

    • Pues lo leímos en varios sitios. Periódicos incluidos Lo de la nostalgia estando allí… nos ha llegado. Un abrazo!

  7. Hola queridos!! Soy porteña viviendo temporalmente en España y a mí también me encanta decir solo Buenos Aires. Ese nombre significa tanto . Creo que la ciudad no podría llamarse de otra forma que no sea así. De todos modos, rellenando formularios y papeles como para hacer más rápido, yo misma me encuentro a veces escribiendo “CABA” y cuando me doy cuenta la verdad no me gusta. No se no me decido así que por las dudas… CABA no.
    Saludos!!

    • CABA no 1 – CABA sí 0 Yo es que tardé en enterarme de lo que significaban, la verdad. Me había quedado en BAires ☺️

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