Actualizado 15/02/18
¿Cómo sobrevivir a la vuelta de un viaje largo?
Si has llegado aquí con cierta desesperación porque acabas de llegar de un viaje largo y estás que no estás, significa que te está dando fuerte “la vuelta”. Por eso, antes de seguir y entrar en detalles, te aconsejamos que veas nuestro cortometraje “El síndrome del eterno viajero II (la vuelta)” y luego ya seguimos…
¿Ya? Vamos pues.
Por muy largo que sea un viaje, llega un momento en el que o por motivo de fuerza mayor o porque te lo pide el cuerpo, decides volver. Echas de menos a la familia y a los amigos, sueñas con reconocer todos los platos del menú, quieres tomarte una caña en ese bar de toda la vida donde te han visto crecer… Sí, definitivamente y aunque esta es una decisión que en algunos casos puede costar casi tanto como la de irse, sientes que ha llegado el momento de volver. Así que igual que un día que ahora parece tan lejano, entraste por las puertas correderas del aeropuerto alejándote de todo lo que conocías, hoy aterrizas en ese mismo aeropuerto cruzando otras puertas correderas muy parecidas a las de antaño para por fin, encontrarte rodeado de los tuyos. La siguiente escena son abrazos, besos, alguna que otra lagrimilla, euforia, desenfreno y todo el mundo contento porque, aunque te ven mucho más delgado, has vuelto con todas las piezas en su sitio.
La novedad continúa y los reencuentros caracterizan esta primera fase de la vuelta. Quieres ver a todo el mundo y todo el mundo quiere verte a ti. Estás deseando ponerte al día de las novedades, disfrutas de no deshacer y hacer la mochila cada rato y te olvidas de ese noble arte que ya tenías casi dominado: el regateo. Son esos primeros momentos en los que “todo es nuevo de nuevo” y en los que la emoción te embriaga. Es prácticamente como si siguieras de viaje, pero claro… nada es eterno. Esta etapa de júbilo va frenando su intensidad poco a poco y según van pasando los días, termina llegando irremediablemente la fase bajón.
¿Qué me pasa?
La fase bajón se caracteriza, como su propio nombre indica, por ser una auténtica “bajona” vital en todas direcciones. Algunos de los pensamientos y sensaciones que pueden aflorar en esta etapa son:
- Todo te parece feo. Así sin más. No hay templos, no hay selvas, no hay cascadas, no hay ropas de colores. Las caras no te llaman la atención. Las costumbres te pasan desapercibidas.
- Lo que a las personas que te rodean les parece muy importante para ti ha dejado de serlo. Empiezas a guardar silencio ante ciertos temas de conversación, por no decir lo que realmente opinas al respecto. Haber visto en qué condiciones se vive en otros lugares del mundo ha modificado tus prioridades vitales. Abrir un grifo del que sale agua corriente, circular por carreteras asfaltadas o que los sistemas de alcantarillado funcionen para que cada vez que llueve no se cierren todos los colegios, se han convertido en auténticos privilegios que eclipsan lo que algunos llaman “dramas del primer mundo” o “white people problems”.
- Te agobia la cantidad de cosas inútiles que somos capaces de llegar a acumular. Te duele ver habitaciones a las que no les cabe ni un juguete más y armarios con montañas de camisetas con la etiqueta colgando que posiblemente nunca se lleguen a estrenar.
- Los comentarios racistas te chirrían. Te cuesta soportar las injustas generalidades sobre otras religiones, formas de vida, costumbres o gastronomías. Para ti ya no están hablando de “esos”, para ti son personas con nombre y apellidos que te han ofrecido su hospitalidad y a las que nunca les ha importado que tú fueras diferente.
- Las catástrofes y los conflictos en otros lugares ya no pasan desapercibidos entre las noticias del telediario. Provocan que establezcas contacto inmediatamente con las personas que sabes que están en la zona (viajeros o locales) mientras cruzas los dedos para que todos estén bien y buscas información de primera mano sobre la situación de la zona.
- Te duele el mundo y no puedes entender cómo hay a quien le da igual lo que le estamos haciendo al planeta o de las barbaridades a las que sometemos a los animales con tal de publicar una foto bonita en nuestro perfil de Facebook.
Cuando todos estos pensamientos se agolpan en tu cabeza, empiezas a sentir que ahora eres tú el que no encaja en ese hogar que tanto habías echado de menos. Te ha pegado fuerte lo que los psicólogos llaman el shock cultural inverso. ¿Te sientes así?
Consejos para llevarlo mejor
No te preocupes, que este no es el fin. La vuelta también forma parte del viaje y puede ser el inicio del siguiente. Se trata de enfrentarse a ella de la forma más llevadera posible. Aquí van algunos consejos para que no decaiga el ánimo y mantener a raya la motivación mientras llegan nuevas aventuras:
1.- Trata de no juzgar a tus amigos de toda la vida. Es posible que tus prioridades vitales hayan cambiado. Mientras has estado fuera has vivido muchas experiencias que te han marcado para siempre, pero eso no cambia los motivos por los que quieres a tus amigos. Son ellos los que han estado ahí en la mayoría de las demás ocasiones importantes de tu vida: los que han compartido contigo horas de biblioteca, cambios de pareja, duelos, películas y pizzas los domingos, botellones clandestinos y paquetes de pipas en el parque y… los que siguieron tu viaje a través de las redes sociales con todo el cariño y orgullo. Es como cuando una amiga tuya ahora es madre y trata de explicarte lo que está sintiendo. Tú, aunque no la entiendas, no dejas de quererla. Pues esto es lo mismo. Habéis pasado por experiencias diferentes últimamente, pero nada puede cambiar vuestro pasado juntos.
2.- Utiliza la inercia de energía positiva que traes del viaje para emprender nuevos proyectos. Márcate unos objetivos a cumplir durante el tiempo que decidas estar de vuelta. No importa si tu vuelta es ilimitada o si es un paréntesis que vendrá seguido de nuevos viajes. Mientras “estés parado” hay muchas cosas que puedes hacer y que has aprendido “cuando estabas en movimiento”.
3.- Dale uso a tus nuevos niveles de empatía. Si las injusticias, el racismo, la pobreza, los animales y las plantas, han pasado ha importante mucho más que antes, no te quedes de brazos cruzados. Infórmate sobre los movimientos, las asociaciones y las iniciativas que trabajan cada día para conseguir hacer un mundo mejor. Difunde información sobre lo que hayas aprendido acerca de estos temas en el viaje y sigue aprendiendo. No te enfades porque las personas que te rodean no estén en la misma onda que tú: recuerda que tus preocupaciones por estos temas antes del viaje eran menores (aunque antes también te importaran). Mantenerte activo te va a ayudar a no caer en la desidia así que, movilízate.
4.- Trata de poner el foco en lo bueno que tiene tu país. Si has sido capaz de enamorarte de culturas completamente diferentes a la tuya, ¿cómo no vas a ser capaz de readaptarte a la nuestra? Todos los lugares del mundo tienen su parte buena y su parte no tan buena. Intenta fijarte en lo positivo que tiene entender todas las señales, conocer los platos de la carta de un restaurante o poder comunicarte en el mismo idioma con todo el mundo. Sí, hay cosas que te irritan, pero hay otras muchas que son muy positivas a poco que te pares a mirar con los mismos ojos que mirabas en viaje.
5.- Ayuda a otros viajeros. Seguramente hay muchas personas viajando por tu país en este momento y que están tan perdidas como tú lo has estado en múltiples ocasiones. Viajeros que necesitan un alojamiento, que llevan horas dando vueltas por la ciudad con una mochila pesada, que no saben qué pedir para desayunar o que no entienden cómo funciona la máquina de tickets del metro. Ayúdales. No pases de largo. Recuerda todo el apoyo que has recibido durante el viaje de otras personas y aprovecha para devolverle todo eso al mundo.
6.- Comparte tus sentimientos con otras personas que estén pasando por lo mismo o que ya lo hayan pasado. Es muy tranquilizador saber que uno no está loco, que por lo que está pasando no tiene nada de raro. Que a todo el mundo le sucede y la mejor parte: que todo el mundo lo supera y/o en algún momento se vuelve a ir y en algún otro momento tiene que volver y enfrentarse otra vez a todo esto.
7.- Sueña con nuevas aventuras pero no te obsesiones. Viajar físicamente no es la única manera de viajar. Puedes leer relatos, ver documentales, escuchar la experiencia de otros viajeros… Hay muchos recursos para seguir viajando desde casa si por los motivos que sean es ahora donde has decidido que debes estar (o no te queda otra). Los países no se mueven (mucho) de su sitio pero ni toda una vida de viaje te va permitir verlo absolutamente todo. Asúmelo y disfruta del presente porque este momento no volverá a repetirse.
8.- Piensa que la vuelta también es importante y cuales son los motivos por los que decidiste volver. En más de una ocasión nos hemos cruzado con viajeros que se fueron para siempre y nunca-nunca más volvieron. Algunos han formado su propia familia y han seguido en movimiento con ella manteniendo la cabeza encima de los hombros. Otros se han quedado fuera de todo, han perdido el contacto con su antiguo mundo real, ya no se acuerdan de lo que significaba para alguien estar dentro de un atasco, de cuales son las preocupaciones de una familia de clase media, ni de a qué problemas tienen que enfrentarse los universitarios para incorporarse al mercado laboral. Están tan ajenos a todo eso, que es complicado mantener una conversación con ellos. Estan fuera. Demasiado. Volver de vez en cuando te recuerda de dónde vienes, quien eres y te ayuda a no olvidarte de tus raíces.
9.- No te quedes “en blanco”. Imponte llevar a cabo nuevos proyectos. Organízate y ten claros algunos objetivos a corto y medio plazo que te apetezca conseguir. Con la mente ocupada en algo que te interesa, no la tienes tanto en otra parte. No vale quedarse en casa “maldiciendo tu suerte” y sin salir del pijama. Al fin y al cabo, antes de irte de viaje no hacías eso… ¿por qué hacerlo ahora? Evidentemente pensar todo el día en que lo que estás haciendo es mucho menos interesante que estar de viaje (si lo que haces es “nada”) no ayuda.
En definitiva, intenta enfrentarte a la vuelta como otro cambio, disfrutando de lo bueno que tiene y aceptando lo “no tan bueno”. Toma perspectiva (una vez más) y ten en cuenta que tarde o temprano, conseguirás adaptarte a lo que te rodea. Y recuerda que, seguramente… en próximos viajes volverás a echar de menos “todo esto” de nuevo.
23 Comentarios
Hola Rubén y Lucia! Gracias!
Qué bien nos viene leer en este momento este post! Hace unas semanas que aterrizamos y aún seguimos ahí…aterrizando. 🙂
Estamos aprendiendo que una buena actitud positiva, ayudar a otros viajeros, colaborar, tener tiempo para la familia, seguir descubriendo y reinventandonos, y pensar en nuevos proyectos viajeros es la clave para mantenernos alegres y ver la vuelta de otra manera.
Un abrazo!
Hola Alberto y Sonia. Parece que aunque uno aterrice un día la cabeza tarda un poquito más en llegar pero lo bueno es que al final llega 🙂
Es fundamental esa actitud que estáis teniendo. A veces cuesta mantenerla pero es cuestión de mentalizarse, no quedarse de brazos de cruzados y seguir soñando con nuevas aventuras en el futuro para cuando vuelva a llegar el momento. ¡Otro abrazo y todos los ánimos!
Hola Lucy! Desde mi vuelta hace dos años he leído muchos blogs pero este definitivamente me ha llegado! Totalmente cierto, nunca lo había entendido tan bien, el tema del “retorno” está muy subestimado, yo aun no lo supero! Ni bien volví, para no caer en la nostalgia, me conseguí un trabajo rápido, cosa de estar ocupada y adaptarme rápido. Funcionó bárbaro al principio pero unos meses más tarde lo empecé a sufrir, a la hora de tomar decisiones más estructurales. Es cierto que no hay que dejar de ponerse desafíos, te revive esa emoción de los viajes, totalmente!!!
Avisen si vuelven a Argentina! Gracias!
Hola Mica. Tener un objetivo claro a la vuelta ayuda mucho a no hacerse tantas preguntas (como hiciste con el trabajo). Cuando nosotros volvimos de la vuelta al mundo teníamos un motivo muy grande: la abuelita de Rubén se puso enferma. Volvimos convencidos y la estuvimos acompañando hasta que se fue y entonces llegó el bajón. El objetivo que nos había traído de vuelta ya no estaba. Decidimos echarle la culpa a que habíamos vuelto por una causa que estaba por encima del viaje pero que quizá no era nuestro momento. Así que empezamos a preparar el siguiente viaje, nos fuimos durante 8 meses, esta vez a Asia (el que llamamos en el blog MASSALAHDTRIP), volvimos cuando consideramos que queríamos volver y la vuelta fue igual o peor. Con la diferencia de que esta vez al menos habíamos reflexionado sobre lo que nos estaba pasando. Sabíamos que el motivo que te trae a casa es lo de menos.
Estoy segura que todas las vueltas van a ser duras siempre, son un cambio y una especie de pequeños duelos. Ahora que pensamos que también forman parte del viaje y que tienen sus cosas buenas nos las vamos tomando con un poco más de filosofía. Eso sí, lo de dejar de soñar con nuevos destinos que no nos lo quite nadie que es terapia total ;). Ya que nos has conocido esperamos tenerte por aquí siempre que quieras imaginar más aventuras mientras llega la siguiente. Un abrazo gigante.
Hoy, después de más de 20 meses por Latinoamérica, comenzamos a poner en práctica algunas de estas claves ¡Gracias!
Bienvenidos a casa chicos. Nada nos gustaría más que saber que alguna estas claves os ha ayudado aunque sea un poquito. Un abrazo gigante y ánimo con esa vuelta.
Creo que nunca había logrado encontrar las palabras exactas a ese sentimiento tan profundo y calante que me invade cada vez que regreso. Cuanto más dura el viaje, más cuesta la llegada. Con el peso del tiempo uno aprende (por fuerza más que por otra cosa) a enfrentarse mejor a los escenarios “nuevos”, pero he de darte las gracias, Lucy, porque este post habla un lenguaje único que no es fácil de encontrar. Abrazos!!!!
Hola Belqui. Creo que hay muchos factores que afectan a que la vuelta sea más difícil y la duración del viaje, como dices, es uno de ellos. Otra persona apuntaba también a lo mucho o poco que te haya impactado un destino y en mi caso por ejemplo la estación de la vuelta. Después del año de vuelta al mundo, llegamos a España en verano. Todo el mundo con más tiempo libre, jornadas continuas en las oficinas, terracitas, buen rollo… Volvimos porque la abuelita de Rubén se puso enferma. Entre que teníamos un motivo realmente importante y que no hacía frío la vuelta no fue tan dura como esperaba. Los primeros meses del segundo regreso después del #massalaHDtrip fueron mucho más duros. Me gustaría haber evolucionado en ese sentido pero el invierno español me puso triste. Espero en la siguiente vuelta llevarlo mejor. ¡Muchas gracias por tu comentario!
Totalmente de acuerdo!!!
Nosotros estuvimos casi 2 años viajando y la vuelta al principio fue genial!!! El reencuentro con todo y con todos, risas, lágrimas, euforia… todo pasa y queda el vacío en tu interior de ese anhelo de aventura diaria ¿donde dormiré?¿comeré?¿llegaré?¿donde estaré mañana? y ahora todo es predecible… buscar nuevos retos y tener en nuestra mente lo vivido y lo que nos queda por vivir mantiene nuestro ánimo y nuestras esperanzas.
Un abrazo viajeros!! Nos vemos por el mundo!!
http://www.lasaventurasderuvik.com
Excelente post! Uno de los mejores que os he leído, y es que nada ni nadie te puede preparar para “la vuelta”.
Gracias por expresar en palabras simples sentimientos tan difíciles de entender. La verdad es que me hubiera venido bien leerlo hace unos meses… Pero por suerte ya estoy viendo la luz al final del túnel 😉
Un fuerte abrazo para los dos,
Javi
Gracias Javi. En este lado del planeta pocas herramientas tenemos para enfrentarnos psicológicamente a los cambios tan dramáticos. Menos mal que los viajeros nos empeñamos en complicarnos la vida y no nos queda más remedio que enfrentarnos a ellos. Ahora ya lo tienes hecho y para la próxima vuelta (porque habrá próximas seguro) más que dominado. ¡Otro abrazo grande!
Qué cierto todo! Y qué bien que deis consejos para sobrellevar el shock de la vuelta.
Me parece importantísimo todo, pero el punto 7… ¡cuánto cuesta a veces aplicarlo!
Es difícil sí, pero a veces no queda otro remedio (si la parada es obligada) y “hay que aguantarse”. Al menos, por un tiempo. Eso sí, en cuanto puedas… ¡fiuuuuuuuuu… adiós! 🙂
Amén.
A tres semanas de haber aterrizado en Buenos Aires, coincido 100% en lo que comentan en este post.
Gracias por acompañarme 🙂
Ay Daniela… Qué duro es esto, verdad? Pero bueno. Os vemos bien en cada foto vuestra. Siempre con la sonrisa puesta. Bien rodeados. Muy queridos. A disfrutar de todo ese cariño antes de salir de nuevo! Besos a los dos
¡Cuántas grandes verdades juntas! Es una etapa como otra cualquiera pero madre mía, ¡qué dura es la vuelta! Solo hay que reconocerla y como bien dices, hacer todo lo posible para que sirva de puente para canalizar lo vivido y preparar nuevas aventuras =) ¡Un saludo!
Hola Alba. La vuelta es como el miedo escénico. No queda otra que tragar saliva, apretar el trasero y salir al escenario. Lo bueno es que cada vez va costando menos o al menos uno va a aprendiendo a entenderla.
¡Un abrazo y muchas gracias por el comentario!
Ay, el shock cultural inverso. Estoy de lleno en él. La vuelta del expat. Y se hace duro, pero por suerte y asombro, estoy “volviendo” más rápido de lo esperado. Lo de que no te guste nada de tu propio país es taaaaaan cierto. Y de verdad, que triste es ver las casas llenas de cosas inútiles, antes yo era así pero es que ahora no puedo con ello. Lo que se echa en falta es la comprensión mutua, por parte de uno mismo ante el mundo que se quedó aquí y la de este mundo que no entiende que no eres el mismo, por muy a cliché que suene. Yo he tardado un mes en querer encontrarme con mis amigos porque sabía que les iba a juzgar y ellos a mi por no ser la de antes. PD: de todas las veces que me ayudaron a mi, mapa en mano en otros países, ahora soy yo la que me acerco y se sorprenden, es muy gracioso
Hola Sara:
Que estés consiguiendo volver antes de lo esperado es digno de admiración. Cuéntanos todos tus trucos del almendruco para que los sigamos a “pies juntillas” por favor.
Lo cierto es que la falta de empatía y comprensión mutua que comentas debe ser uno de los peores males del ser humano. Algunas veces hemos pensado qué sería del mundo si fuera posible hacer un cambio de rol temporal con otra persona con la que habitualmente no te entiendes. Algo así cómo que los hijos se convirtieran en padres, los padres en hijos, los empleados en jefes y al revés, los proveedores en clientes y viceversa… ¿Ganaríamos en comprensión mutua o se explotaría el universo? Tú que crees…
Gracias por el comentario.
PD: lo de ayudar a otros viajeros es la risa porque puedes ver la cara que ponen a veces de “será buena gente esta chica” que debe ser la misma que hemos debido de poner nosotros por ahí muchas veces 😉
hola, saludos desde México… llevo siguiendo el blog desde que empezó la vuelta al mundo y de muchos blogs que me leo el de ustedes es mi favorito!! nunca les había puesto un comentario pero debo decirles que los e seguido de cerca.. me encanta lo que hacen y claro que es mi sueño irme a conocer todos esos lugares que me apasionan y su blog me inspira a hacerlo…. les mando muchas buenas vibras para que continúen haciendo esto… hasta pronto!!
Hola Claudia. Qué bien que te hayas animado a salir del anonimato y muchas gracias por llevar tanto tiempo viajando con nosotros. Los mensajes como el tuyo son los que nos inspiran a nosotros para seguir invirtiendo tiempo en “algo que recordar”. Ya sabes donde encontrarnos siempre que quieras un ratito de evasión mientras llega una nueva aventura. ¡Un abrazo!
PD: Por cierto, le tenemos unas ganas a México…;)
QUE INTERESANTE EXPOSICION DE EXPERIENCIAS ,YO QUE NO HE VIAJADO ME LLENA DE ALEGRIASABER SUS SENTIMIENTOS.SALUDOS
Hola Beatriz. Gracias por tu comentario. ¿También has sido víctima del shock cultural inverso en alguna ocasión? Si es así y te apetece, cuéntanos tus trucos para enfrentarte a ello. ¡Un abrazo!