Actualizado 5/3/2018

Hué, su ciudadela y las edades del viajero

Después de un bus de 4 horas llegamos a Hué. Fuimos directos a soltar las mochilas a un hostel (Binh Duon) que nos habían recomendado los franceses que conocimos en Monkey Island, una familia con padre Indiana Jones al que no le daba miedo nada. Este hostel no salía en la Lonely Planet y quizá por eso nos dieron tantas ganas de ir.

Esto me hace reflexionar sobre “las edades del viajero”. En una primera escapada a mundos lejanos la “Loly” y tú sois uno. Lo que diga la “Loly” va a misa. Es la mejor guía para backpackers que se ha escrito desde las antiguas “Trotamundos” y no dejas que nadie se atreva a decir lo contrario. La primera que tuve me la regalaron mis amigas cuando me iba dos meses a Argentina. A partir de entonces me fui cargando de “Lolys” cada vez que cambiaba de frontera. Hasta que un día… pasas al siguiente estado de madurez viajera y te empieza a molestar dormir y comer en los sitios que recomienda la “Loly” porque están llenos de mochileros y tú quieres “algo más”. Quieres llegar a ese rincón recóndito al que no han llegado ni los de la “Loly”. Te entras ganas de arriesgarte mucho más con la posibilidad de que lo que elijas salga mal para sentirte muy satisfecho cuando sale bien. En la vuelta al mundo iremos sin “Loly”. Por este motivo y por una cuestión logística. Que conste que no quiero renegar de ella, que ha sido muy útil en muchas ocasiones, pero hay que progresar en la vida (hiperventilación….¡Estamos muy locooooooooooos!).

Volviendo a Hué, nos gustaron las calles, los mercados y el ambiente pero la ciudadela nos decepcionó bastante. Parecía que íbamos a visitar un imponente palacio y la sensación fue la de que estaba todo muy descuidado y como en obras. Igual fue que lo pillamos en un mal día.

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El café vietnamita y la ausencia de azúcar

Lo de que monumentalmente no nos enamorara provocó que dedicáramos mucho más tiempo a observar a la gente, asomarnos a los colegios, andar por los mercados de comida y telas, disfrutar de los Banh Baos (una especie de masa de pan rellena con una bolita de carne) y del café vietnamita en alguna de las mini sillitas de los “bares callejeros”. El café normalmente está mezclado con leche condensada para endulzarlo y ¿por qué no con azúcar? Pues porque no hay. Después de pedir “sugar” , “sucre”, dibujarlo y poner cara de caña de azúcar nos dieron una especie de sirope dulce extrañados de que le quisiéramos echar eso al café. Así que a partir de ahora nos dejamos de “sugar” y nos declaramos adeptos a la “sweet milk”.

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Este post forma parte del viaje que hicimos por Vietnam y Camboya durante un mes que bautizamos como “las últimas vacaciones”. Si quieres leer el resto de los artículos de esta serie haz click aquí.

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