¿Recuerdas la primera vez que estuvimos en Lanzarote? Pensábamos que habíamos llegado a Marte. Rodeados de lava… de volcanes… de silencio… Allí, en la isla que Cesar Manrique llenó de formas redondeadas y adornó con juguetes de viento. Allí donde se mezclan los colores a cada paso que das. Allí, donde reina el picón, el yeso y la Malvasía. El negro, el blanco, el verde. Allí, donde las carreteras desnudas de coches serpentean entre vides y vides de la Geria. ¿Recuerdas?

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Lo primero que pensamos fue en por qué no habíamos ido antes. ¿Por qué? ¿Por qué nadie nos había dicho que no hacía falta ir muy lejos para llegar al fin del mundo? ¿Por qué creíamos que allí solo encontraríamos turistas luciendo pulseras de todo incluído con orgullo?… Qué equivocados estábamos, ¿verdad?

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¿Cuántas veces hemos vuelto después? ¿Dos? ¿Cuatro? Hemos ido a los Jameos del Agua, a la Cueva de los Verdes y al Mirador del Río. Hicimos la Ruta de los Volcanes del Parque Nacional de Timanfaya, pasamos por el Jardín del Cactus, entramos en la casa de José Saramago y en la de Cesar Manrique… ¿Recuerdas que quisimos ser okupas y quedarnos allí para siempre?

lanzarote_escapadas_algo_que_recordar_04 Cruzamos las mil palmeras de Haría, comimos cabrito y conejo en el mirador de Femés, tomamos café en Teguise, compramos queso y salmón ahumado en Uga y bebimos vino blanco al borde del mar en El Golfo.

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Nos echamos una siesta en el muro del Charco de San Ginés de Arrecife y sí, es cierto… vimos más turisteo artificial del que queríamos en Playa Blanca y Puerto del Carmen, pero tristemente, estas cosas acaban pasando en casi todos los sitios en los que hay algo que ver.

lanzarote_escapadas_algo_que_recordar_09 Blanco, negro y verde… Blanco negro y verde… Nos hemos bañado en la Playa del Papagayo, pasado por las Salinas de Janubio y fotografiado en la Laguna de los Clicos…

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Parábamos en los Hervideros una y otra vez. Los Hervideros… ¿Recuerdas? Allí… al sur… donde desaparecen las casas, el verde y el blanco. Donde acaba la lava fría que permanece viendo pasar el tiempo y empieza el mar y sus temperamentales olas. Allí, donde el agua lucha contra la lava. El silencio contra el estruendo. Allí, donde te sientes pequeño. Muy pequeño…

Cada vez que íbamos a Lanzarote, nos dejábamos algo pendiente. Alguna excusa para poder volver. Y por eso… volvimos para pasear por la playa de Famara y dormir allí a la luz de la luna.

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Y volvimos a volver para ir a la Isla de la Graciosa a bañarnos en la playa de las Conchas. ¿Recuerdas? En aquel momento estábamos tan lejos de todo… tan perdidos… que hasta Marte nos parecía un lugar excesivamente conocido.

lanzarote_escapadas_algo_que_recordar_14 Y ahora… Ahora que “ya lo hemos visto todo” de Lanzarote… ahora quiero que volvamos y lo hagamos todo de nuevo.

5 Comentarios

  1. Hoy hemos tenido 6 horas y 27 minutos de luz. No sé si es por eso o que, pero hasta Lanzarote me parece genial. Me da vergüenza de decir esto, pero es uno de los lugares a donde los finlandeses van en masa y por eso nunca he querido ir. Hasta ahora. 🙂 Pero fuera de temporada turística. 🙂

    • Afortunadamente Mia… Aún te puedes sentir especial, única y sola en Lanzarote. Y en la Graciosa más. Hay sitios donde confluye mucha gente… sí. Pero la mayoría de la isla es un tesoro volcánico donde no se oye absolutamente nada. Solo lo que piensas… solo tu respiración. (24 grados de media todo el año, no te digo más… bueno sí, si vas, mete en tu agenda darte un salto a Fuerteventura. La isla salvaje. Playas desérticas y kilométricas.) Un beso a carrillos llenos!

  2. Ay, y te olvidaste del “Valle de las 1000 palmeras”…..
    trabajando en Lanzarote (hace tiempo…) no he podido nunca ver la casa de Cesar Manrique por dentro por el horario del trabajo, pero sí que he tenido el placer de conerle personalmente – aún por un momento – en un bar en Arrecife a donde me llevó un amigo inglés, residente de la isla. Estos son los momentos especiales… – En Famara recuerdo un restaurante buenísimo y pequenito en una cabana en la misma playa – no sé si todavía existe algo parecido allá.

    • No me olvidé!!! Lo puse: Cruzamos las mil palmeras de Haría, comimos cabrito y conejo en el mirador de Femés, tomamos café en Teguise, compramos queso y salmón ahumado en Uga y bebimos vino blanco al borde del mar en El Golfo.
      🙂
      Imposible olvidarse de cruzar ese valle. En cuanto a lo de la casa de Cesar Manrique… yo he estado tres veces. Vale la pena. Sin duda. Pero lo cambiaba por haberle conocido a él. En Famara hay un par de bares y restaurantes… no de paja… ojalá. Eso sí, esa sensación de comer viendo esas olas y esos riscos… esa sensación sigue allí. Un beso!

  3. La graciosa, los riscos de Famara, el paisaje brutal de Timanfaya ¡Baños en la playa a pleno 22 de diciembre! Hace casi ya un año que fui, y las canarias siempre están allí, tan cerca pero tan lejos!

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