“¡Estoy en Nueva York!”, dices en voz baja. No quieres pensar mal pero… empiezas a sospechar que este indio “te está paseando” para cobrarte un poco más.
Llevas un buen rato sentado en el coche y jurarías que por esta esquina, ya has pasado un par de veces. Incluso hasta te suena haber visto ya a ese paseador de perros que va por allí…
2- Le montas un pollo que no veas al indio porque a ti, no te engaña nadie. ¡Este no te conoce!