A improvisar se ha dicho

Caprichos del destino, resulta que el primer tren en entrar en la estación es el que va al World Trade Center. Una vez allí, apareces dentro de la estación que duerme bajo el Oculus de Calatrava. Delante de la Torre Uno y las piscinas, no puedes dejar de recordar lo que ocurrió allí en 2001.

Entras en el 11S Memorial y la sensación de malestar general aumenta. Sales de allí con el estómago un poco dado la vuelta y aunque un café y un muffin de rescate no te devuelven del todo la sonrisa, te ayudan a llegar hasta los polémicos Toro de Wall Street y Niña Sin Miedo.

Con el corazón dividido por las razones de ambas esculturas y sus autores, pasas por el distrito financiero hasta llegar al Puente de Brooklyn. Una vez allí, decides cruzarlo muy despacio y mirando constantemente hacia atrás.

No paras de hacer fotos a un lado y a otro. A los cables, a los que van en bici, a los edificios… Una hora y media después, llegas al Dumbo y desde allí, charlando con algún aficionado a la fotografía esperas a que la tarde de paso a la noche.

Al día siguiente decides ir, por fin, al Empire State. Coges el tren y al salir de la estación, andas hacia la 34 St. con la 5ª Avenida y… sí, “ahí está”. Vale, no es el edifico más alto que has visto, para eso está el Burj Kalifa de Dubai. Es verdad, tampoco es el más bonito… probablemente te quedarías con las Petronas de Kuala Lumpur en Malasia. Pero eso sí, es el más icónico. El que ha salido en más películas. En definitiva, al que más veces has querido subir. Mientras sorteas el típico taxi amarillo que sale a tu paso y por supuesto, te cruzas con alguien que sostiene un enorme café en la mano, miras hacia arriba por si ya de paso, también ves a King Kong. Estás tan contento, que la hora y poco de colas y pasilleo que tienes que hacer para llegar hasta la planta 86, se te pasa volando. Incluso te encanta el mini espectáculo de luces y música del ascensor que, si te anunciaran hace solo unos días, te parecería tan poco apropiado como lo de aplaudir cuando un avión aterriza. Sales afuera y… “¡Qué maravilla!”.

Recorres varias veces los cuatro lados de la torre sin perder detalle mientras se te van dos horas de tiempo y te invaden un montón de emociones y pensamientos internos que eres incapaz de procesar. Va a resultar que… tienes hambre. El cuerpo te pide comerte una hamburguesa, y lo haces en el Shake Shack que te encuentras en el 1333 de Broadway mientras vas de camino a Times Square donde alucinas con las mil pantallas que tienen allí colgadas hasta que se hace de noche.

Mientras mil luces cambian de color sobre tu cara, intentas decidir qué hacer al día siguiente lanzando una moneda. Cara: cogerás el PATH hasta la 33 St. e irás bajando por la parte este a ver qué encuentras. Cruz, lo harás por el lado oeste.

 

1- Lanzas la moneda y sale…

 

2- Lanzas la moneda y sale…