A los pies de la mayor superluna de los últimos 70 años, el 13 de noviembre de 2016 nació Koke. Lo que viene después, es fácil de imaginar: borrachera de felicidad familiar, recuperación física de la madre que lo parió (más lenta de lo deseado) y adaptación de todos los agentes implicados y costumbres a la nueva situación vital. En un resumen rápido de emociones, así es cómo pasan los primeros 4 meses de paternidad sin que te des ni cuenta.

Si antes te gustaba que tu “yo” tuviera varios roles participando en diferentes actividades, ahora te conviertes en una sola cosa: madre primeriza. Pasas unos meses en los que dejas de ser blogger, no eres apenas amiga y ni siquiera vecina. Por no ser, no eres ni capaz de actualizar tu foto de perfil de WhatsApp… Como si no sales de casa eres peor que un león enjaulado, sustituyes de manera natural y casi ajena a tu pensamiento racional, todas tus actividades de ocio por las de aprendiz de manejo de pañuelo de porteo, asistente al taller de lactancia y aspirante a “masajista de bebés”.

El caso es que pasan los días (e incluso los meses) y para cuando te quieres dar cuenta, tu retoño ya tiene 4 lunas y empiezas a experimentar una ligera sensación de control de la situación. No terminas de saber si ese estado ha llegado de manera natural, porque ya tocaba o te ha ayudado un poco eso de que falta menos de una semana para que empiece el #chinchetaTrip. La mente de madre funciona así. Si le metes caña, espabila a pasos agigantados.

Y es justo en ese momento, cuando como caído del cielo se te pone delante la oportunidad de pasar un fin de semana largo en el Artsurfcamp en la playa de Razo de Galicia. Ha pasado más de un año desde la última vez que jugaste a esto de intentar “coger espumillas”, tu máximo nivel alcanzado hasta la fecha en el sector del surf. No es la primera vez que te subes en una tabla, pero sí es la primera actividad física un poco exigente que vas a hacer después de haber dado a luz (a lo que hay que sumar que tienes un bebé que amamantar día y sobre todo, noche).

Playa de Razo (el norte siempre apetece)

El plan: un viaje de 6 horas en coche con un bebé de 4 meses + estar en baja forma vs. enseñarle a Koke por segunda vez el mar, andar descalza por la playa, respirar aire salado, sumergirte en el agua… y sobre todo, practicar al menos por unas horas otra actividad independiente a la de ser madre.

Con algo de miedo y un poco de vergüenza se lo planteas a tu pareja. Quizá irse a mejorar la técnica del surf no sea un coctel muy apto para un bebé de 4 meses. Quizá estás pensando solo en ti, quizá el niño se agobie con tanta gente…

– Surfeamos por turnos.

– Vale, pero si Koke tiene hambre o algo, me avisas.

Bañera hinchable, carro, porteo, pañales, cremitas, silla para el coche, bañadores, cepillos de dientes y poco más. Pones rumbo hacia el norte, donde las olas te esperan. La mañana en la que te lanzas a la carretera, ese pensamiento se cruza fugazmente de nuevo por tu cabeza “¿será lo mejor irse con un bebé a surfear?”. Sin embargo, aunque las palabras exactas fueran esas, lo que querían decir tiene más que ver con “ufff, el Cantábrico en esta época debe estar helado, ¿serán lo suficientemente gruesos los neoprenos?”, “ufff, ponerme en bikini delante de otros… hace 4 meses pesaba 20kg más que ahora y la verdad es que todo no ha vuelto todavía a su sitio”, “uff, uff, uff”. Sería tan sencillo levantar el teléfono y decir que no puedes ir porque tienes un bebé de 4 meses… Pero recuerdas que le/te habías prometido no utilizar su persona como excusa y que su llegada a este lado del mundo se convertiría en un impulso para hacer más cosas, no en lo contrario.

Primera toma de contacto con la zona

Así es como llegáis a Razo. La playa, sabedora de las dudas que te habían asediado, os da la bienvenida por todo lo alto. Vacía, con la marea a una altura paseable y el mar en movimiento (como te gusta). No hace falta que las olas midan 15 metros, pero un mar sin olas, no es mar. Delante de la orilla Koke no parece tener miedo. Está en brazos de su madre y con su padre al otro lado ¿por qué iba a tenerlo? Ración de pulpo y a la cama que mañana empieza lo bueno.

Lo más difícil de surfear es aprender a leer el mar

No es verdad que el surf sea un deporte solo para unos pocos, aunque es cierto que es agotador. Hasta que se aprende a utilizar las fuerzas del mar en beneficio propio, cada movimiento es un gran desgaste. Aunque, todo compensa cuando eres capaz de aguantar 3 segundos encima de la tabla. Habiendo mar en tantos lugares y siendo tan placenteras todas las sensaciones que rodean practicar un deporte en el agua, te preguntas por qué no habrás empezado a practicar surf antes (aunque siendo justos, también podría haber sido mucho después).

El plan de los turnos funciona. Aunque mires hacia la playa 100 veces a ver si Koke quiere teta, él respeta las mañanas de clases religiosamente. A veces se duerme, a veces observa desde la arena, a veces escucha lo que alguien se acerca a decirle…

Turnos de padres surferos

Y así, ola va y ola viene, el fin de semana se pasa muy rápido, demasiado. Hasta se te olvida que hubo un momento en el que te planteaste el hecho de venir. De hecho, te vas pensando en cuando se pondrá Koke de pie para preguntarle si él también quiere probar “a ponerse de pie”. Si la respuesta es “sí”, sabrás que aprenderá rápido y sin miedos. Es lo bueno de empezar a practicar un deporte cuando eres niño: la cabeza todavía no ha desarrollado esa tremenda capacidad de generar excusas que alcanza cuando llegamos a la edad adulta. Y después de esto, a ti, aunque solo sea por dar ejemplo como madre surfera, la próxima vez que tengas la oportunidad de seguir aprendiendo a hacer surf, y te atormenten otra vez las excusas, que no se te olvide el título: “surfeando que es gerundio”.

Ante las excusas: surfeando que es gerundio

NOTA: esta experiencia la hemos podido realizar gracias al campamento de surf Artsurf Camp (Playa de Raza  Galicia), pero las opiniones y emociones que compartimos sobre la actividad son totalmente personales y sin ninguna censura por su parte.

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11 Comentarios

  1. ¡Buen post!

    Da gusto leer a alguien que siente tanta pasión por el surf. Sin duda alguna es un deporte que todo el mundo puede practicar siempre y cuando estén dispuestos a esforzarse. Al fin y al cabo, hay que combatir contra las olas y la fuerza del mar. Las fotos son espectaculares, por cierto. ¡Muchas gracias!

    Saludos.

    • ¡Gracias Kate! Está el mundo lleno de ejemplos de esos, pero no vamos a negar que nos hace ilusión lo que nos dices. ¡Muchos abrazos de vuelta!

  2. Lucía, tú no tienes problema, eres una madre todoterreno! La verdad que cuando colgásteis fotos de ese fin de semana lo primero que pensé fue en el agua ,y lo dice una que es del norte jajjajaja

  3. Gracias por este post, me siento muy identificada. Lo mío no es el surf sino la moto, y es difícil saber cuándo “conviene” volver… De momento no quepo en el traje (bueno, la verdad es que no he probado ), pero igual es solo excusa…
    A ver este verano, cuando estemos menos cansados, si me tiro a la piscina.
    Gracias por compartir tu experiencia, motiva.
    Cuidaros y a seguir disfrutando del viaje!

    • Hay veces que la mente necesita refrescarse un poco. Cuando terminó el fin de semana me di cuenta que volver a poder hacer otra cosa (además de ser madre) había sido bueno para mí pero también para mi familia, porque yo estaba mucho más contenta, me sentía con más fuerza y con la cabeza más despejada. Así que plantéate volver al ruedo cuando te sientas con fuerzas y ganas por ti pero también por los tuyos.

      Muchas gracias por tu comentario Maricel.

      PD. Si después de 20 kg conseguí embutirme en el neopreno tu para el verano te sobra mono de motera 🙂

  4. ¡Qué fin de semana tan divertido pasamos! Lo de ponerse a surfear a los 4 meses de dar a luz es de valientes. No creo que cualquier madre lo hubiera hecho… bueno es que tú tampoco eres cualquier madre 🙂 #muchoqueaprender
    Un besazo familia!

    • No sabes la de veces que me pregunté por qué habíamos dicho que “sí” y lo contenta que volví el domingo por la tarde. Menos mal que Rubén no me dejó echarme atrás. Fue terapéutico para cuerpo y mente. Uno, necesitaba como agua de mayo hacer deporte y la otra, volver a relacionarse con otros adultos que no estuvieran en el mismo momento vital que yo 😉

      ¿Para cuando la próxima? ¡Gracias por el comentario y más besazos!

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