Cierto, un título algo sensacionalista y poco SEO que parece no tener cabida en un blog de viajes (no lo puedo negar). Pero me parece que está muy justificado, te cuento por qué…
Vamos con un primer topicazo: “uno ya va teniendo una edad”, pero para algunas cosas… no tanto. Y es que vengo fijándome en que el título de este artículo, se está haciendo una realidad (a cámara lenta, eso sí). En algunos casos (muy pocos), porque el cuerpo y los años no daban para más. El resto de esos amigos lejanos o conocidos cercanos que ya se fueron de este mundo (mucho antes de lo supuesto o esperado), fue por un fatal accidente, por una enfermedad o incluso (que los hay), por haber decidido de forma unilateral no seguir adelante con lo que fuera que les atormentaba.
Para todos ellos, mi más sentido recuerdo porque en algún momento, nuestras vidas se cruzaron y para las dos partes, fue tan importante como para hacernos amigos oficiales en Facebook. Humor negro aparte (rasgo muy español), la realidad es que “algo hubo” fuera de cobertura. Algo nos unió. Poco o mucho. Más allá de un like o un comentario perdido. Lo curioso es que al menos en mi caso, no acabo de hacerlos desaparecer del muro. No les elimino de “amigos” porque me da la sensación de que les borraría del todo de mi vida. Y no quiero.
Quizás hace años, sin redes sociales, esas pérdidas de personas con las que compartiste un efímero trabajo o coincidiste en unas vacaciones puntuales, se desvanecían con más facilidad. Incluso puede que no te enteraras hasta varios años después. Pero ahora no. Para bien o para mal, los tentáculos de las redes (a)sociales siguen cambiando más cosas de las que pensamos en nuestros comportamientos y formas de relacionarnos. Incluso una vez muertos.
Llegados a este punto, daré un más que necesario giro de guion…
Vaya por delante que personalmente, espero irme de este mundo dentro de muchos muchos años. Dicho esto y de un tiempo a esta parte, ya no pienso en que cada día vivido es uno más, sino uno menos. Por eso, me he propuesto firmemente disfrutar de ese tiempo de la mejor manera posible.
Y pensarás: “Ah, si viajando por el mundo y eso… claro, claro. Ya te he pillado”. Pues no.
Cumpliendo sueños y buscando inventar otros nuevos que perseguir. Esos son mis fines ahora. Unos fines que gracias a la vida, puedo compartir con una persona que quiere lo mismo que yo y con otra personita (con mucha suerte) a la que a día de hoy, todo le va y viene bien.
Sobremesa
Hace poco quedé a comer con un amigo (nos une una buena amistad desde hace unos veinte años). Estudiamos la misma carrera y coincidimos trabajando en el mismo sector (el de la publicidad) durante unos años. Él sigue, yo me bajé (digamos de forma oficial) hace seis. Hablamos de esto y aquello. Le vi bien. Las cosas le van bien. Eso sí, parecía algo cansado. Sin una meta concreta. Todo me olía un poco a un… “dejarse llevar”. No supo contarme algo concreto digno de mención que le hubiera pasado en los últimos años. No quise, contarle cosas concretas que me han pasado a mí durante todo ese tiempo. Nos despedimos con el cariño intacto que nos tenemos, pero seguí pensando en él y “en todos mis compañeros”. Muchos, siguen horas y horas ahí metidos. A otros (no sé si con más suerte o no), la profesión les ha echado “por viejos”. Ojo, gente de cuarenta años a los que aún les quedan otros 25 de vida laboral pendiente. Almas con hipotecas y gastos fijos que creen que no saben hacer otra cosa en la vida y que andan algo aturdidos hasta que después de un par de años de travesía por el desierto, tiran por la calle del medio y se reinventan para salir adelante. Y yo me pregunto, ¿valieron la pena todos los servicios prestados? ¿Han servido de algo aquellas noches interminables en la agencia pensando historias para “vender cosas”? ¿Ha sido un intercambio justo? Todas esas horas delante de una hoja en blanco o el ordenador disfrazadas de glamour para en algunos casos, tener que salir por la puerta de atrás y en otros… seguir en el círculo hasta próximo aviso. Sigo pensando en aquella conversación. Aquella que me supo a muerte lenta. E indolora.
1984
Esa frase de lata que dice que “el trabajo dignifica”, no me la creo nada. ¿En serio cualquier tipo de trabajo puede llegar a ser más importante que tu propia vida? Se trata de una filtrada frase de autoconvencimiento más para poder seguir adelante. Epicentro nebuloso que protege el “lo que hay que hacer”. Para darle vueltas a la rueda sin mirar a los lados (por delante y por detrás todo es igual). Día tras día. Pensando que eso es lo correcto y ya está. Estar disponible a cualquier hora. Responder mails por encima de tus posibilidades. Llenarte las horas de reuniones tan interminables como normalmente innecesarias. Y según sigo pensando por este doloroso sendero de realidad, me voy encontrando hojas con espinas que me arañan un poco más por dentro.
Póngame dos raciones de éxito que tengo prisa.
Hubo una época en la que me creí ese cuento. Quería “hacer cosas”, ganar premios, que a la gente le gustara mis ideas… ejém… para unos anuncios (no lo olvidemos). Miro atrás y no lo acabo de entender del todo. Le puse tantas ganas a todo aquello y tanta pasión, que si lo hubiera canalizado en otra dirección me habría sido mucho más útil. En cualquier caso, y como ahora me gusta buscar solo lo bueno de las cosas, reconoceré que trabajar en publicidad me hizo pensar de una manera diferente. Me enseñó a encajar bien las bofetadas en forma de campañas tiradas y volver a intentarlo (una y otra vez). Aprendí a contar historias y sudar soluciones creativas al resto de momentos realmente importantes de la vida. Pero sobre todo, encontré a Lucy. Gracias publicidad, gracias.
Ahora trabajamos (claro) de una manera más “alegre”. Sin tanto estrés. Controlando nuestro tiempo mientras hacemos lo que realmente queremos. Y créeme, si no fuera porque el dinero es necesario para sobrevivir, no sobretrabajaríamos… solo viviríamos. Pero mira tú por dónde, no somos ricos.
Efemérides
Como he contado alguna vez, una de las últimas cosas que me dijo mi abuela antes de fallecer tal día como uno de estos (nunca quise memorizarlo), fue: “tenía que haber viajado más”. A pesar de la coincidencia de intereses, no me lo tomé de forma literal. Probablemente quiso decir, “tenía que haber soñado más”. A mi padre, que sí que fue un gran soñador (de los mejores que he conocido), le pilló una enfermedad a pie cambiado cuando más trabajo tenía (es decir, día tras día) y no pudo cumplir aquello que llevaba guardado en el corazón. Trabajaba para que no nos faltara de nada y se fue dejándolo todo “en orden”… “como debe ser”. En aquel momento no me di cuenta, pero ahora tengo claro que habría preferido ser parte de sus sueños, no de sus obligaciones.
¿Y entonces qué?
Pues nada. Saca tú tus propias conclusiones. En lo que a mí respecta, no me apetece tener ochenta años y al mirar atrás, ver una enorme pared de oficina. He puesto mi muro y mi profesión como ejemplo porque es lo que conozco, pero no tiene por qué coincidir con tu realidad. No estoy diciendo que mi vida sea la ideal para nadie… pero eso sí, es la que yo quiero. Una vida llena de inestabilidad e inseguridad a muchos niveles que a la mayoría, se le pueden poner los pelos de punta (y lo entiendo). Pero eso no es lo importante. Es un daño colateral. No te digo que lo dejes todo y te pierdas por el mundo para encontrarte. Simplemente, te comento que si aún no lo estás haciendo, vayas a por lo que siempre quisiste hacer. Sea lo que sea. De la manera que sea. A ratos perdidos o a tiempo completo. Aprender a tocar la guitarra, pintar, hacerte budista, tirarte en paracaídas… No sé, tú sabrás. Son tus sueños, no los míos.
Ojalá todos podamos pensar algún día que hicimos aquello que quisimos y nos podamos ir sin cuentas pendientes ni “cosas que no pude hacer” porque estaba muy ocupado. Si el día en el que yo me vaya sigues por aquí (repito para que cale el mensaje: espero que sea dentro de mucho tiempo porque aún me quedan muchos sueños por cumplir… ojo, un par de ellos están al caer, ya te contaré) y si aún hay Facebook (que como espero que sea dentro de muchos años, probablemente no), no me borres de tu muro. Tenme por ahí y no me mires con pena. Sonríe. Para mí, esto estuvo muy muy bien.
Espero dejarte algo más que una foto con una infinita sonrisa. Espero dejarte un “de nada”, no un “te lo dije”.
Fdo. un “amigo de Facebook”.
12 Comentarios
Es curioso que de todos los posts de vuestro blog, me tope hoy con éste. Como si las ondas supieran lo que tenía que leer. A veces para reafirmar que tomar las decisiones que tomo no es tan de locos como me hacen creer y otras para no caer yo misma en el error de… y si hubiera seguido el camino de los demás compis telecos. Tendría esto, lo otro. Porque de esos días de dudas también hay. Un nudo en la garganta que no se va es lo que me han provocado tus palabras. Emoción en forma de lágrimas y el mismo deseo. Que llegado el final del camino y mirando atrás siga diciendo: olé yo! Gracias por estos textos tan bonitos…
Es muy importante recorrer tu propio sendero. Ese que te lleva a algún lugar… especial para ti. El otro, el de la auopista es recto y rápido. Sin interés. Sin aventura. Y ya todos nos sabemos el final.
Joder, aunque parezca que no tenga cabida en un blog de viajes, por favor, escribid más artículos así. Realmente esto inspira y motiva más que leer post sobre viajes a cualquier lugar paradisíaco, y a mi personalmente, me has tocado la fibra en muchos aspectos.
Nosotros seguimos en eso de perseguir nuestros sueños (algunos ya hemos podido realizarlos), pero tenemos claro que entre sueño y sueño, la vida no es aquello que ocurre entre cuatro paredes de oficina.
Un abrazo familia!
Gracias! Nos gusta mucho transmitir sensaciones y reflexionar sobre las cosas que vamos aprendiendo por el camino. Unas pueden conectar más o menos, pero intentamos hacer pensar y remover cosas por dentro. En cuanto a vuestros sueños… solo con lo que has escrito ya se nota que vais por el buen camino. Un abrazo!
Cada vez que publican un artículo en su blog sin pensar en el SEO (sino en lo esencial, en el mensaje), llega en un momento preciso, y lo leo en el instante más adecuado. Con cada línea de este post me identificaba más y más, y me hizo caer en cuenta que haber renunciado a una agencia de publicidad a finales de 2014 (desde ahí no tengo un sueldo fijo jaja) fue de las mejores decisiones que he tomado. Ahora queda seguir armando y cumpliendo los sueños porque los caminos pueden cambiar, pero la meta seguirá siendo la misma: recorrer el mundo =)
Así vamos Samir… con dudas. Con vértigo. Con incertidumbre. Pero con la cabeza muy alta y la conciencia muy tranquila. Esto no nos lo quita nadie ya 😉
Cuando se llevaron a Jairo al quirófano este año me dijo: “Claudia, si pasa algo, que sepas, que me lo he pasado muy bien”.
Y, bueno, lloré como una Magdalena, pero también pensé que era verdad. Que si nos vamos ahora (que ojalá que no, ¿eh?), no habré hecho todo lo que tengo en mi mente (es que es demasiado), pero me habré ido con la sensación de haber hecho gran parte de lo que quise y habiéndomelo pasado bien, muerta pero habiendo vivido en vida.
MANCANTAO <3
Hombre sabio y consciente este Jairo. ¿Qué más se puede pedir? Saberse pleno en vida y a tiempo. No hay nada más importante. Besos pareja!
Aquí una amiga de facebook a la que le has sacado unas lagrimillas con este artículo (¡maldito publicista!) , pues cada vez veo más claro que el sueño que nos han vendido a varias generaciones no es tal. Mi madre se fue con la ilusión, también, de haber viajado más y de hacer el camino de Santiago. Yo tampoco quiero que, llegado el día, me tenga que arrepentir de no haberlo hecho.
¡Muy buen artículo, Ruben! No solo es que el Facebook se llene de muertos sino que hay tantas personas que están muertas en vida… Se van consumiendo poco a poco por, entre otras cosas, el peso del pasado no resuelto y de los sueños sin cumplir.
¡Salud por los sueños y la sabiduría del camino!
Más que morir en vida, lo peor Alba, es no saber que está pasando y darse cuenta tarde. Porque si lo sabes y no haces nada…
Mi padre quiso que viviéramos seis meses en cada país y aprender sus idiomas así como ir a Nueva York. Y mira… no pudo hacer nada de eso. Eso sí, trabajó como nadie.
Vamos con todo Sara, pase lo que pase, pero con la conciencia y el alma tranquilas. Lo que haga falta para no arrepentirnos de haber pasado por aquí sin pena ni gloria.