El postureo hoy

En tiempos de redes sociales, realidades virtuales y vueltas al mundo de 24 horas, nos apetece dar nuestra opinión sobre un tema que está tomando fuerza en las últimas semanas (al menos en nuestros muros): el postureo. Ya sabemos que no es significativo de nada porque los algoritmos de las redes (esa fórmula secreta que se encarga de ordenar y priorizar los contenidos que vemos) hace tiempo que han dejado claro que son todavía menos fiables que las encuestas de intención de voto. Creer que lo que opina la mayoría del mundo tiene algo que ver con lo que comparten nuestros contactos, es no haber entendido todavía cómo funciona esto de las redes sociales. Si los algoritmos que eligen lo que vemos y lo que no se encargan de mostrar las actualizaciones de aquellos perfiles con los que más interactuamos, a los que les damos más LIKES, aquellos que visitamos con más frecuencia… es evidente que la información “del mundo” y las opiniones que leemos en las redes sociales son muy similares a la nuestras. Es lo que los expertos denominan “el efecto redes sociales”. Pero existen otros muros, con argumentos opuestos, con otras razones y opiniones que difieren mucho de las nuestras. Por eso, con este artículo hacemos un paréntesis en lo que a viajes se refiere para escribir sobre los nuevos agentes que han surgido gracias a las redes. Idolatrados y odiados a partes iguales. Nos estamos refiriendo a… (chan, chan, chaaaan… super zoom de Instagram con audio de drama): los INFLUENCERS, encers, encers…

postureo influencers
Salinas Grandes de Salta y Jujuy en Argentina

Los influencers

Primero definamos qué es eso de ser un influencer. La palabra en cuestión es un anglicismo que todavía no aparece ni siquiera en la RAE. Entre las definiones que hemos encontrado por ahí nos quedamos con esta: “Un influencer es una persona que cuenta con cierta credibilidad sobre un tema concreto, y que por su presencia e influencia en redes sociales, puede llegar a convertirse en un prescriptor interesante para una marca, organismo o servicio.” Un líder de opinión. Alguien que marca tendencia en un aspecto de la vida. Una persona a la que por los motivos que sean otras personas siguen, imitan o admiran. Nada nuevo en realidad. Esto ha pasado siempre, aunque ahora le sumamos el altavoz y la inmediatez de internet + redes sociales. Considerarse o no un influencer es bastante relativo. Por ejemplo: por comparativa con los verdaderos influencers, nosotros no nos definimos en absoluto como tal aunque a un usuario que maneja las redes de una forma menos habitual pueda pensar lo contrario. Pero este no es el foco del post y además, da absolutamente lo mismo. Va más bien de observar un poco el “modus operandi” del ser humano. Se abre paréntesis: y por ende, lo que hacemos nosotros también que no estamos libres de pecado, se cierra paréntesis.

Puntualicemos: no somos académicos del tema, ni psicólogos, ni sociólogos, ni antropólogos, ni nada nada de nada. Más bien, un par de publicistas que desde que cambiamos de vida observamos con más detalle lo que (nos) pasa por fuera y por dentro. Así que esto es opinión, puramente subjetiva. Pongamos encima de la mesa algunas situaciones concretas acontecidas estos días en el universo virtual (¿dónde si no?).

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Wynwood (Miami)

Yo de mayor… influencer.

La Universidad Autónoma de Madrid lanza un master para ser influencer (bueno, se trata de un título propio, que no es exactamente lo mismo). La noticia habla de un negocio que factura 14 millones de euros al año y está organizado por la facultad de Psicología y la Escuela de Inteligencia Económica.

“Nos centramos en el mundo de la moda, pero afecta al turismo, al motor, a las empresas, a la política. La influencia es un tema brutal. Especialmente, porque ahora mismo, un influencer tiene seguidores en muchos países, está en contacto con un público inmenso, y tiene una gran responsabilidad. Por eso nos tomamos la formación muy en serio, porque lo que necesitan es formación. Tienen que saber que con un clic pueden hundir una empresa. No estoy diciendo que sean responsables o irresponsables, el problema es que hay gente sin formación suficiente para afrontar el mundo que viene. Tienen que saber que tener seguidores no es una broma, requiere seriedad”. Son las palabras del director que aparecen publicados en el artículo de el País.

Los comentarios que ha suscitado la noticia se parecen bastante a los que me hizo mi bisabuela cuando en su momento le dije que pensaba estudiar Publicidad y Relaciones Públicas o hacer un máster de Marketing.

– “Si eres buena estudiante… ¿por qué no haces una carrera de verdad?”
– “Pero eso, ¿se estudia en las universidades ahora?”
– “¿Y periodismo, no te gusta más?

Lo peor es que con 34 años, esta semana yo tuve los mismos pensamientos que mi bisabuela. Solo que ella rozaba los 90 años cuando me dijo lo mismo que le hubiera dicho yo hoy a mi hijo si me dijera que quiere estudiar para ser influencer. Y después me pregunto, ¿no sería mejor que empecemos a hablar en las universidades también, del poder que tienen las redes sociales? A analizarlas como fenómeno social y a estudiar sus consecuencias sobre el ser humano. ¿O es que todo el que se convierta en influencer tiene que ser por definición un superfluo adolescente descerebrado cuyo “único” talento ha sido hacerse fotos bonitas cuando todavía no sabe lo que significa tener michelines? ¿No hay cuentas también en las que se puede aprender historia? ¿No hay perfiles que hablan de culturas? ¿No hay debates en los que se reflexiona sobre las diferentes alternativas educativas? Y todas estas preguntas nos llevan de lleno a la segunda situación…

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Faro Punta Higueras (Puerto Rico)

El postureo en las redes sociales.

Aquí la RAE se puso las pilas hace tiempo, incorporando la definición del término en la actualización de 2014 que dice así… “Actitud artificiosa e impostada que se adopta por conveniencia o presunción”.

Hablemos directamente de instagram  (la red social que parece haberse apropiado del término). Lo que en un principio parecía que sería un canal de gente compartiendo momentos a través de fotos hechas solo con el móvil para luego pasar a ser books de fotógrafos para sí mismos o grandes marcas, ha terminado comiéndole el terreno a Facebook en lo que a “seguir la vida de los demás” se refiere. Aunque opinamos que esta evolución natural, ha tenido más que ver con el uso y los gustos que le damos los usuarios, que con una organizada conspiración de sus creadores.

Que nos gusta más la gente guapa que la fea no es un invento de instagram. Como tampoco lo es que somos morbosos o que preferimos un paisaje de ensueño que un descampado con tres matojos. Esto no son las redes sociales, es más bien la esencia del ser humano. Idealizamos, deseamos y soñamos despiertos de forma natural y consciente. Esto es lo que hace que aguantemos muchas cosas del día a día en el que el trabajo dignifica y hay que hacerlo mucho y bien para poder pagar las facturas. Aunque claro, echarle la culpa a lo que pasa en las redes escurriendo el bulto, también lo llevamos en el ADN.

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Salinas de Cabo Rojo (Puerto Rico)

Como creemos en eso de “que cada perro se lama su picha” y no nos gusta señalar, nos ofrecemos como voluntarios para el escarnio público. Estas han sido las diferentes fases por las que hemos pasado en nuestra relación con Instagram:

1- Acción: subamos fotos buenas que para eso es una red en la que prima lo visual y eso de obtener likes (los caramelos) se consigue con un golpe de vista. Para publicar fotos nuestras ya está Facebook. Reacción: Vaya, pues da igual que subamos fotos buenas de viajes. No interesan. Está claro que para eso, ya está National Geographic.

2- Acción: subamos alguna foto nuestra en viaje porque parece que funcionan mucho mejor pero sin que se nos vea mucho y no publiquemos stories. Total, ¿a quién le va importar nuestra vida? Reacción: pues parece que cuanto más salimos, a más gente se le muestran las fotos.

3- Acción: subamos algún que otro storie de vez en cuando a ver qué pasa y salgamos un poco más ya que al fin y al cabo, el muro es de una familia viajera… tendremos que salir. Reacción: pues parece que va funcionando y la gente se engancha.

A todo esto (no recordamos si antes o después de estas últimas fases o ya desde “el principio de los tiempos” fue así), empiezan a triunfar las fotos de pamela y vestido vaporoso, la pose del viajero dando un paso, la mirada al infinito desde lo alto de una montaña… Algunos deciden sumarse a ellas y sacarle partido mientras otros critican la falta de principios y moral de los primeros. Algunos abren la puerta de sus vidas privadas en los stories y otros critican esa búsqueda del éxito fácil. Unos se quejan de según qué tipo de fotos porque quizás no sepan hacerlas y los otros de que cómo puede ser que haciendo ellos mejores fotos que los primeros, las suyas no tengan más… “reconocimiento”. El caso es que todos seguimos publicando imágenes en busca del LIKE. De una manera u otra.

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Römerberg (Frankfurt)

Y como estamos hablando a calzón quitado, contemos toda la verdad.

Antes, uno invitaba a la familia a casa para enseñarles el interminable álbum con las fotos de las vacaciones nada más volver. Luego tuvimos la oportunidad de mandárselas por mail a todos los amigos. Ahora tenemos “un muro” donde hasta en China las pueden ver. Es curioso pero, quizá lo importante no es si se tienen más o menos LIKES, sino por qué motivo queremos acumularlos y que todo el mundo sepa lo mucho que nos quieren. Ojo, nosotros los primeros.

Nuestros motivos: cuando decidimos dejar la vida de estrés que teníamos antes para viajar y conocer mundo, no sabíamos muy bien dónde nos estábamos metiendo. No, no fue en querer tener un blog para ganar dinero con él (a nosotros no nos da nada y lo mantenemos porque con los mensajes que recibimos, sentimos que le sirve de ayuda a mucha gente). En nuestro caso fue en descubrir una vida que nos hace plenamente felices y queremos mantener a toda costa el mayor tiempo posible. Es más, si tuviéramos el dinero por castigo, puede que no supieras que existimos. Evidentemente, viajar constantemente requiere una fuente de ingresos. Nosotros hacemos lo único que sabemos: contenido, fotos, vídeos y escribir para marcas. Peeeeeero, al parecer, además de eso hay que ser influencer (o parecerlo) para resultar más interesante y valioso que la competencia. Vamos, como tú haces en tu trabajo para obtener un ascenso o una subida de sueldo.

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Antelope Canyon (EE.UU.)

Mira, me encantaría subir fotos con mi melena al viento y mi cuerpo dorado en una playa con palmeras. Pero resulta que no me pongo morena aunque me pase semanas seguidas friéndome al sol. Como mucho, cojo eso que llaman “colorcillo”. Mido 1,63 y llevo un año sin cortarme el pelo para conseguir que me crezca 3 cm. Sí, es verdad, no he subido ninguna foto con vestido vaporoso porque parezco el fantasma de la ópera. Mientras escribo estas líneas me dice Rubén por el pinganillo que añada que si el rabo le llegara hasta la rodilla, saldría en todas las fotos desnudo.

Pero la verdad es que hayamos subido o no ese tipo de fotos, todos (influencers o no) caemos en esto del postureo. Es más, llega un momento en el que el no postureo, es un nuevo tipo de postureo. Vale, es verdad… “Mal de muchos, consuelo de tontos”. Bueno, ya nos hemos lamido la picha propia bastante así que por fin llega el quid de la cuestión y lo que da título a este artículo tan… “de no viaje”. Acerca la oreja a la pantalla para leerlo como si de un secreto se tratara. Por si no te habías dado cuenta… tú, yo, vosotros, ellos… todos postureamos. Con mayor o menor grado de exposición. Con más o menos seguidores y hasta con los perfiles privados. Para eso se inventaron las redes sociales. Elegimos lo que queremos compartir con los demás y eso ofrece una “imagen” concreta sobre nosotros, nos gusta recibir elogios de los demás, LIKES y amor digital a raudales. Que en su justa medida, tampoco tiene nada malo porque ¿a quién no le gusta que le digan que hoy se ha levantado con el “guapo subido”, que hace bien su trabajo o que sus palabras emocionan? El problema es llevar esto al extremo y que funcione como el motor de tu vida pero los piropos nos gustan a todos. Aunque ya dicen los expertos que instagram es el paraíso de los narcisistas (Julio Rodríguez, doctor en biología y psicólogo, investiga la genética de enfermedades psiquiátricas esta semana en La Vanguardia), que probablemente también lo serían si no existiera esta red.

Las redes son el infierno y los influencers el demonio hecho carne, pero la próxima vez que nos entren las ganas locas de ponernos en modo “abuelos cebolleta” con frases catastróficas del tipo “a dónde iremos a parar”, “las redes están llenas de pamelas”, “esto ya no es lo que era” y demás… recordemos que estamos a golpe de un click de poder elegir lo que aparece en nuestro/vuestro muro y sobre todo, que los algoritmos solo se encargan de dar respuesta a nuestros gustos y mostrarnos lo que supuestamente nos interesa. Así que ya lo sabes, si no te gusta en lo que se han convertido las redes… la solución es cosa tuya.

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Nueva York (EE.UU.)

Ojo, luego está lo de pagar a las plataformas para que te interese o no el contenido, lo veas igualmente, ya que no lo olvidemos, facebook, instagram, youtube, etc. son redes con un montón de gente detrás que curiosamente, pretenden ganar dinero con ellas. De ahí que ideen diabólicos algoritmos para controlar la situación. Pero bueno, eso es tema para otro artículo. Nos vamos a Roma a viajar un poco y de paso, intentaremos hacernos unas fotos bonitas con cuasi postureo.

NOTA antes de cerrar el post… ¿te apetece seguirnos, dejarnos comentarios y darnos LIKES a diestro y siniestro? ¡Pues bienvenido seas!

Así somos en instagram

Estos somos en facebook

Esto hacemos en youtube

Así es nuestro twitter

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17 Comentarios

  1. ¡Buena reflexión!

    Estoy muy de acuerdo en la conclusión. Si no te gusta, tienes la opción de pasar. La gente suele juzgar lo que ve por sus propios valores considerando “que a la gente se le va de las manos” cuando ven que algo no les gusta pero ¿quién dice que está bien y que mal? ¿dónde está el límite?

    Y por supuesto, cuidado con la palabra postureo porque todos lo hacemos. Creo que esas palabras también han salido de mi boca alguna vez 😉 No obstante, creo que en el postureo también hay grados. No es que un grado altísimo me parezca peor, pero simplemente, tiene su grado. A mí personalmente por ejemplo no me gusta… lo cual no me lleva a decir que es lo peor y que no debería existir, si no que simplemente no me gusta.

    Creo que muchas veces en estos debates la gente mezcla lo que piensa con lo que debería ser. Pasa en los dos extremos. 1. Unos dicen que lo que hay en Instagram es lo peor pensando que lo que ellos creen es lo que debería ser 2. Otros defienden el “viaja y dejar viajar” a toda opinión crítica que se suelte por la boca; que oye tampoco. Es solo una cuestión de opinión.

    Yo prefiero la vía intermedia: que cada uno haga lo que quiera, pero yo me quedo con las cuentas en las que se respire algo de verdad. Por supuesto siempre a mí juicio; no digo que sea algo objetivo.

    Pero en cuanto a la existencia de las otras… bravo por ellos/ellas y su éxito. Seguro que se lo han currado un montón y en definitiva, es lo que gusta.

    Un besote,

    Irene

    PD. Curioso que te dijeran que Periodismo era una carrera de verdad. Yo fue la que estudié a pesar de que mi madre tenía claro que lo que debía estudiar era Derecho jaja

    • ¡Ay madre! Que un poco más y cuando te contesto ya se ha licenciado la primera promoción del máster.

      Pues… no te falta razón la verdad. Me agarro al “vive y deja vivir” porque reconozco que a veces las críticas me hacen daño y pienso que a otros les puede pasar lo mismo. Hace tiempo que intento trabajar sobre ese tema y aunque voy mejorando todavía me queda mucho por recorrer. De hecho, de las opiniones contrarias a la mía son aquellas que más me hacen pensar y en gran medida, mejorar en muchos aspectos, pero por el camino tengo hay que ser capaz como dices de no tomarlo como algo personal.

      Y bueno, para mi bisabuela los periodistas hacían una gran labor necesaria para la humanidad. Ella leía todos los días el periódico. Pero los publicistas… ¿para qué necesita la sociedad a los publicistas? Un poco de razón tenía la mujer, pero de eso ya me di cuenta con el tiempo.

      ¡Gracias por el comentario majérrima!

  2. Pues les daremos likes a diestros y siniestro pero a mi éstos del posturas me da una pereza aaa aaa, estoy muy mayor y viejita.

  3. ¡Aquí otra del club 1,60! Me costó mucho, muchísimo abrirme una cuenta personal en IG, echaba pestes porque desvirtuaba la fotografía y todo el mundo se creía fotógrafo porque tenía likes. Y formo parte del grupo que no entiende como una foto bien trabajada gusta menos que otras… ¡viva la psicología humana! Y como todos, aunque no me guste, he acabado cediendo, aunque intento no ir a un lugar para hacerme ESA foto, más que nada porque nunca me ha gustado salir en las fotos. Y cuando acabas haciendote esa foto, hay una vocecilla que te grita: “¡Lo sabía!¡Tú también! mjuajajajja”

    Hace días que me pregunto: ¿Dónde han quedado esas fotos con la família de viaje o agarrados al hombre de nuestros amigos? Ese “postureo” del viejo que parece relegado al disco duro de nuestro ordenador, porque si esas fotos existen no las publicamos. Todos buscamos publicar lo bonito, pero hay situaciones en las que ciertas prendas de ropa simplemente no pegan ¡Y no pasa nada!

    Viajar o las redes no deberían influir en nuestros hábitos en el momento de hacer el equipaje y pensar qué nos llevamos.

    • ¡Hola Sara! Nosotros tenemos acumuladas fotos y fotos de esas que dices: selfies dándonos un beso, agarrados por el hombro con mis padres (ahora en Brasil), tirados en el cesped… Es cierto que muchas de ellas las hemos hecho con el móvil pero Rubén también va haciendo fotos de ese estilo todo el tiempo (sobre todo ahora que tenemos a Koke). Lo que sucede es que esas nunca las compartimos. Nos parece que forman parte de algo que para nosotros es sagrado: nuestro hogar, nuestra forma de entender el amor, nuestra forma de relacionarnos con el resto de la familia… Y con esto no estoy diciendo que nos parezca mal que otros tengan una línea más amplia sobre lo que consideran que es privado, simplemente no lo hacemos porque no nos sentimos bien hacíendolo y creo que ahí es dónde habita lo que realmente debemos o no compartir cada uno sobre nuestra vida.

      El otro tema es si queremos hacer de nuestras cuentas algo profesional con lo que ganar dinero de manera directa o indirecta o preferimos ser almas libres. El primer caso conlleva hacerlo bien y ahí es donde empezamos a mirar qué es lo que echamos en la maleta. Siempre decimos que si algún día nos toca la lotería, nos vamos de viaje sin equipos ni nada de nada. Directamente en taparrabos en plan naufragos 😉 Aunque seguro que en dos días echamos de menos esto de plasmar pensamientos, agarramos un palo y nos ponemos a escribir en la arena.
      ¡Gracias por el comentario y por la fidelidad lectora! Un abrazo

  4. Hola Lucy!

    jaja! Me hiciste reír con un par de comparaciones.
    Creo que es muy cierto todo lo que decís, pero por otro lado nacemos buscando aceptación y queriendo agradar. Entonces, de ahí que cuantos más likes o visitas o éxito tengamos en las redes, es como alcanzar la meta. Y más aún si por eso se asegura el tema económico.

    Pero muchas veces es cierto que dan ganas de mandar todo al diablo y disfrutar de los viajes como antes. Sin pensar en el postureo o la ropa, o la frase inteligente para agregar, etc, etc., etc.

    Sólo viajar y sacar una foto de un paisaje increíble para recordarlo cuando hayamos vuelto.

    Abrazo

    • Ahí es cuando le decimos a los demás que necesitamos vacaciones de nuestra vida viajera y nos asesinan con la mirada. ¡Jajajajaja! Gracias por el comentario. ¡Abrazo!

  5. “Ais ama, qué locos estamos todos”. Maldito Instagram, Maldito Facebook y Malditos algoritmos del demonio (y este iPhone Maldito que pone mayúsculas en los malditos como si supiera que son entes propios).
    Esa lucha interna entre el “me vale madres” y otra vez la foto que he hecho subida a no sé dónde para sacar este paisaje de película no le gusta a nadie pero mi Maldito careto con pintas de “estoy sucia y embarrada es un éxito”. Sí, todos postureamos, más o menos. Este viajar que a veces parece que es más para enseñar y compartir que para viajar para adentro.
    A veces pienso que tengo que renovar todo mi armario y comprarme vestidos de flores y volver a nacer para ser capaz de viajar en moto, en autostop o en autobuses de larga distancia y luego ser capaz de posar con un vestido como si acabara de salir de un spa.
    “Ais ama, estamos todos locos”.
    Gracias por este artículo y que postureeis mucho en vuestro próximo destino!
    ¡Un besote!

    • Eso podrías hacerlo si fueras y volvieras relativamente rápido de cada destino. Si durmieras en un hotel, si te hubieras dado una ducha antes de salir a recorrer la ciudad… Todo ello muy inspirador para mucha gente porque es su ideal de viaje. Totalmente lícito, no hay nada más libre que los deseos y los sueños.

      La mala noticia es que ni tú ni nosotros disfrutamos de ese tipo de viaje. Claro que nos gusta darnos un capricho de vez en cuando pero cuando soñamos con recorrer el mundo queremos que nos pasen cosas (pinchar una rueda, perder el pasaporte, entra a dormir en la casa de una familia…) Eso es lo que nos hace vibrar. Y si eso es el ideal de vida de menos personas mala suerte porque estas ganas de seguir conociendo el mundo así, no se pasan. Con postureo o sin él, ¡que siga el viaje siempre! Otro besote

  6. Primero gracias….
    Y como siempre escriben para que uno recuerde….
    y vuelva a pensar.
    Pensando que recordar es volver a pasar por el corazón.
    Buenos días… buenos viajes y buenas fotos.
    Con alegría, desde Tandil, Argentina.

    • Gracias Ana Lia. A nosotros nos ayuda mucho a poner nuestros pensamientos en orden. ¡Abrazo grande para ti!

    • Prometemos volver a hablar de viajes próximamente… o no, ¿quien sabe? ¡Abrazos!

  7. Ay, influencers, instagram, el tema candente del momento…
    Me he reído mucho con lo que preferimos ver un paisaje bonito que un campo de matojos. Y con lo de medir 1,63 pues yo mido aún menos ja ja ja y aún así nunca uso tacones, lo odio 🙂
    Yo tampoco soy socióloga (aunque los últimos 8 años de mi vida los pasé rodeada de ellos en la empresa de marketing), sí comunicadora social y la verdad es que advierto con preocupación que ahora hay como una “guerra contra el postureo”, de bloggers que dicen sacar un paisaje es lícito, si sales tú no, o si sales pero integrada o pequeñita, o si sales con estilo quechua sí porque eres mochilera, pero si sales con un vestido o un sombrero ya eres una “posturera”…
    Creo que clasificar y decir esto es válido, esto no… Es un error. Por eso vuestro artículo me parece correctísimo y que pone un poco de cordura al tema.
    Es verdad que los vestidos vaporosos y las pamelas ahora son una moda, sí, como lo fue el follow me up, y hay algunas fotos que se ven demasiado artificiales y hasta ridículas. Pero bueno yo no sigo a esos perfiles porque no me interesan.
    Mañana igual la moda es una corona de churros, e Instagram se llenará…
    En cualquier caso, esto triunfa en Instagram porque es una red social de Estilo de vida, no de fotógrafos. Hay fotógrafos que hacen fotos increíbles y tienen cientos de miles de seguidores como ovunno, pero creo que son los menos. La mayoría del público no quiere ver una foto del tesoro de Petra así a secas porque para eso lo teclea en google. Te quiere ver a ti porque es tu seguidor y le interesas tú, tus historias, tu estilo. Y así es como se genera engagement…
    Así que no puedo estar más de acuerdo con lo que decís al final de que todos postureamos. Tanto si pones un paisaje, como una tribu… Es un estilo de vida. El bloger de viajes vende que está siempre de viaje (aunque luego esté en la oficina trabajando sin parar, de eso no sube foto), y eso también es “irreal” o “postureo” aunque no salgas posando mirando al infinito…
    En fin, siento el tochazo pero ya que habéis abierto la caja de Pandora pues ahí va ja ja ja. besazoooos

    • Después de un post chapero como este, estás en el lugar adecuado para soltar un comentario como ese 😉 Muy acertada la puntualización sobre el tipo de red social que es en realidad instagram. Nosotros hemos tardado bastante tiempo en descubirirlo. De hecho, nos hemos sumado relativamente tarde (no llevamos ni 2 años) y casi tres días como quien dice entendiendo un poco como funciona.

      Es lógico que todos tengamos gustos y opiniones particulares sobre la actividd en las redes de los demás e incluso que sintamos envidia sobre el éxito ajeno. Lo único que me parece preocupante es qué hacemos después con esa energía que genera la envidia: ¿la invertimos en ponernos las pilas para lograr lo que otros consiguen y nosotros ansiamos o en criticarlos?

      En fin… postureemos y dejemos posturear si es lo que nos hace felices y si no pues a otra cosa mariposa.

      ¡Más besazos!

    • Por cierto, se me olvidaba. Espero que llegue pronto la moda de la corona de churros que son fáciles de encontrar en casi todo el mundo. ¡Jajajajaaaaaa!

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