Premisa: solemos dejar que los sitios nos sorprendan por si solos e intentamos no investigar demasiado ni destriparlos en fotos antes de ir.
Antes de llegar a Puerto Rico casi no sabíamos qué es lo que nos íbamos a encontrar. Intuíamos que habría playas, salsa y ron. Lo único que teníamos claro, es que queríamos ver una cosa: la bahía bioluminiscente de Vieques. Nos habían hablado de ese lugar por casualidad. Lo investigamos y quisimos (necesitábamos (deseábamos)) estar allí.
En Puerto Rico hay tres lugares donde poder ver semejante fenómeno: en la Laguna Grande de Fajardo, en la Parguera (Lajas) y en Bahía Mosquito (Vieques). En teoría, este último es el mejor lugar del mundo para ello, pero como en el caso de El Yunque, nos temíamos que el huracán María lo hubiera mermado considerablemente. Aún así, fuimos haciendo que la ruta nos llevara a Vieques coincidiendo con luna nueva. El mejor momento para poder disfrutar de este fenómeno.
Crónica de una sorpresa anunciada
La verdad es que nos gusta que la gente local nos aconseje sobre los sitios que debemos visitar. ¿Quién mejor que ellos conoce su tierra? Normalmente suele salir bien, pero claro, tienes que tener muchos días para ello. Tiempo para poder ir avanzando poco a poco, ir hablando con la gente e incluso volviendo sobre tus pasos en ocasiones. No saber muy bien qué es lo que hay ni cuánto te va a gustar o no, es una forma de viaje que tiene mucho de improvisación. Como todo, esta forma de viajar tiene sus ventajas y sus desventajas.
A nuestro modo de ver, entre las ventajas podemos destacar que si algo te gusta, te quedas más. Si no, sigues tu camino. Si hace mal tiempo, puedes alargar más días hasta que salga el sol para poder disfrutar del lugar como merece. Si el mal tiempo va a durar mucho, no tienes por qué quedarte atrapado por una reserva que hiciste hace dos meses atrás y te vas sobre la marcha (puede que para volver más adelante). Además y por mucho que te lo hayas preparado de antemano, puede ocurrir que una vez allí te hablen de un lugar muy especial que no puedes visitar porque dicha agenda no lo permite. En definitiva, estás atrapado en una agenda tan al minuto, que no te permite ningún tipo de movimiento o antojo extra.
Entre las desventajas, puede ocurrir que te pases de largo algo muy interesante y tengas que volver sobre tus kilómetros (como nos pasó con Arecibo) o que te cueste mucho encontrar alojamiento de un día para otro (aunque siempre suele haber algo, no todo el mundo quiere esa dosis de estrés de última hora). Y es que, si no tienes tiempo suficiente, “esa poca organización” en pos de la sorpresa, puede convertirse en una pesadilla.
Cambiando planes sobre la marcha
Estando en España, nos habían dicho que cómo es que nos íbamos tres semanas a Puerto Rico. Que era demasiado tiempo. El caso es que decidimos quedarnos una semana más y ya veíamos que no íbamos a tener suficiente.
Según íbamos descubriendo lugares (Aguadilla, Arecibo, San Sebastián, Cabo Rojo, Ponce, Toro Verde, El Yunque…), iban surgiendo nuevos planes por el camino que hacían que nuestra ruta fuera cambiando constantemente. Encima, la gente nos iba hablando maravillas de Culebra (donde solo pensábamos estar dos días y al final estuvimos cinco).
Culebra
En esta pequeña isla, podríamos habernos quedado a vivir. Un lugar en el que la vida va a otro ritmo y en la que todo es bonito. Es cierto que el huracán María hizo de las suyas por allí, pero si no has estado antes, te parece que siempre ha sido así.
Playa Flamenco (catalogada como una de las más bonitas del mundo), Zoní (una playa en la que es difícil coincidir con alguien, las puestas de sol en Tamarindo, la siempre agradable presencia de las islas Culebrita, Cayo Norte y Cayo Luis Peña, la relajante Ensenada Honda… Todo es bonito y pilla cerca. Todo es pintoresco y acogedor.
Relajarnos en Culebra y descubrir mucho de sus rincones a cámara lenta, nos dio mucha fuerza y nos preparaba para lo que tanto habíamos deseado y esperado: el efecto de la bioluminiscencia de Vieques. Y si encima surge la oportunidad de ir en avioneta… todo parece indicar que iba a ser la guinda del pastel.
Vieques
Aunque nuestra idea inicial era estar mucho en Vieques, le habíamos ido quitando días por todo lo que había surgido por el camino. Además, como “no habíamos reservado con tiempo”, no había ningún coche de alquiler libre y nos quedamos encerrados en el pueblo de Esperanza el día y medio que estuvimos allí. A pesar de todo, el objetivo, era uno y solo uno. Y estaba bien claro.
Por fin llegó el momento que habíamos esperado tanto: presenciar ese efecto de otro mundo que habíamos visto en tantas fotos. Ver en primera persona cómo el agua se ilumina en un increíble azul intenso al mover los microorganismos de las aguas de Bahía Mosquito. Todo parecía estar preparado. El kayac, nosotros, la cámara… Empezamos a remar y a remar con una sonrisa nerviosa en la cara. Justo cuando estábamos bien lejos y se suponía que ya sí que sí, llovió como nunca y no vimos nada. No teníamos más días y tuvimos que irnos porque había un billete de avión. Chimpún.
Por mucho que prepares un viaje, no tiene por qué salir como piensas
Tanta introducción autobiográfica era para ponernos en situación, llegar a este punto y a nuestras personales e intransferibles reflexiones ya que cuando las expectativas no se cumplen, la decepción es más grande:
– Antes de ir a Puerto Rico, solo teníamos una cosa clara que queríamos ver: la bahía bioluminiscente de Vieques. Y justo eso, es lo que no vimos. ¿Qué habría pasado si no supiéramos de su existencia a priori?
– Aunque prepares mucho algo, siempre hay que contar con situaciones que se escapan a tu control. Igual si hubiéramos tenido más tiempo, habríamos vuelto a cambiar los planes para intentado de nuevo, pero teníamos “ese billete de avión comprado” que indica que la cosa se acaba.
– A pesar de la decepción, no cambiaríamos todo lo que vimos antes por lo que no pudimos llegar a ver. Todos esos momentos inesperados nos llenaron puede que incluso más. ¿Qué es mejor? ¿Qué es peor? Cuando renuncias a algo por otra cosa o sencillamente no puede ser, no vale la pena lamentarse.
– Nos fuimos calados de arriba abajo al hostel pensando que “ya lo veremos en otro momento o en otra parte”, como ya nos pasó con las ballenas. Las oportunidades para hacer algo, vuelven. Y a veces, con más fuerza. Puede que si no hubiera llovido y después del paso de María, el efecto de bioluminiscnecia no fuera lo que esperábamos. ¿Y entonces? Probablemente, la sensación habría sido aún peor. Sencillamente, no estaba para nosotros.
– Justo después de “casi haber estado en Vieques”, nos encontramos un montón de gente que nos dijo que era su lugar favorito. ¿Qué habría pasado si nos lo hubieran dicho al principio?
– Probablemente, todo haya pasado por algo y sea la señal que nos dice que tenemos que volver algún día a Puerto Rico para descubrir que no hay un Culebra vs. Vieques. Volver sin tener que elegir una por encima de la otra y dedicándole a ambas el tiempo que se merecen.
5 Comentarios
En Puerto Rico comenzó Vagamundos en diciembre de 2000, y el mes que estuve allí se pasó volando, además estaba con gente local y eso marca siempre la diferencia, y con ellos descubrí Culebra, que 18 años después sigue siendo uno de mis lugares favoritos en el mundo. Sin duda es la isla del encanto
Buen lugar para comenzar, sin duda. Ese tipo de “puntos de inflexión” en la vida, hace que estés unido a un lugar para siempre. No? ☺️
A veces es así… dejar que el camino te sorprenda dando la vuelta a los planes y mostrándote lo que ni si quiera imaginabas que existía 🙂
A nosotros es la forma que más nos gusta… con todos los riesgos que tiene, claro
La islita de mi corazón es Culebra :). Vieques es preciosa pero prefiero esa especie de “soledad” y calma de Culebra. Cuando se vá el ferry en la tarde y la mayoría de los visitantes regresan a Fajardo, la isla se llena de un silencio bonito. Sientes que esa islita es tuya. Te pertenece solo por estar allí sin importar en donde naciste o el idioma que hables. Culebra es mi lugar feliz.