claudia_y_man_couchsurfing_algo_que_recordar_01Han pasado ya algunas semanas (más de las que te gustaría) sin practicar esto del couchsurfing y varios pensamientos se agolpan en tu cabeza. ¿Habrá caído en el olvido esa capacidad de dormir a pierna suelta en cualquier cama sin importar su estado, tamaño y textura? ¿Serás capaz de volver a compartirlo todo, pero todo-todo, lo de fuera y también lo de dentro, con alguien que acabas de conocer? ¿Tendréis tema de conversación y/o silencios no incómodos? ¿Estarás a la altura o se pegarán al fondo de la sartén las tortillas de patatas couchsurferas en señal de agradecimiento? Todas tus inseguridades y miedos desaparecen cuando Claudia te abre la puerta de su casa. Por suerte esto del couchsurfing es cómo montar en bici.

Con Claudia no hicieron falta más de 10 minutos de conversación para recordar lo que se siente al estar “en casa” sin estar en tu casa. Claudia es una diseñadora gráfica mexicana que vino a estudiar, a viajar y en busca de otros mundos a Europa. Al final se quedó por amor y porque en este lado del charco todo el mundo se vuelve loco con su pelo.

Manuel es ingeniero. Uno de esos europeos que a pesar de su corta edad ha viajado por todos los continentes, trabajado y vivido en el extranjero en varias ocasiones y que se mueve por el mundo como si fuera el patio de su casa. Eso sí, como buen austriaco ante una nevera llena hasta los topes sin salchichas, afirmará muy serio que ahí no hay comida.

Tacos y chucrut juntos bajo un mismo techo. Así son Manuel y Claudia. Una historia feliz más de las que hay que agradecer a las benditas becas Erasmus. Entre ellos suelen hablar en alemán, de vez en cuando en inglés y entre potatoe y kartofen le dan al español para poder comunicarse con sus respectivas familias políticasUna mezcla cultural que de momento da un resultado delicioso.

Te enseñan el restaurante indio All can you eat and pay as you wish, el significado de la palabra hornear, los bollos rellenos de mermelada de albaricoque, el té de Jamaica, las cepilladas de dientes comunales, los krampus, los cuentos infantiles, las calaveras mexicanas, las galletitas de abuela, la cerveza tradicional, los desayunos de los campeones y el electrodoméstico clave de todo hogar austriaco: un auténtico cortador de salchichas de carnicería.

Qué rapido se ha pasado esta semana y que pronto se te han olvidado tus fantasmas. En la despedida no faltan los latinos besos y abrazos laaaaaaargos y profundos con Claudia y la cara de ¿? de Manuel al más puro estilo austriaco ante un intento de apretón de manos que se acaba convirtiendo en abrazo.

Gracias Claudia y Manuel por haberle vuelto a echar aceite a nuestra bici de hacer couchsurfing.

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4 Comentarios

  1. Qué bonito! La verdad es que me da reparo (soy precavido tirando a cobarde cuando viajo), pero reconozco que las redes de coachsurfing son una gran idea! Las clavadas que te pegan en los hoteles (a veces por una cama y un palmo de suelo alrededor), lo solo que estás en una ciudad que no conoces, etc., hace que el coachsurfing suene genial… quizás algún día 😀

    • lucy

      Como ya habrás visto la cosa no va de edades así que te puedes animar cuando te lo pida el cuerpo que en esto nadie te va a decir lo de: “venga hombre… que se te va a pasar el arroz”

  2. Jejeje, que bueno esto del couchsurfing. Hacia tiempo que no venia nadie a casa, ha llegado una chiquita jovencita desde China y se ha convertido en otro miembro mas de la familua, a este paso seremos unmundopara…………..

    Un abrazo chicos!

    • lucy

      Pues os quedaría muy pintona su carita en el logo. Le daría un toque exótico al avioncito 😉 La mejor forma de viajar por el mundo cuando estamos en casa… ¿Cómo era eso de Mahoma y la montaña? Otro abrazo grandeeeeee