Actualizado 15/01/2018

Deja que te contemos un par de… secretos de familia.

Aunque en el blog estamos escribiendo en diferido sobre Sudáfrica porque ya llevamos tres semanas en Argentina… este es un post “en directo”. De hoy mismo mismito. Escrito durante un vuelo entre Salta y Buenos Aires. Un post vomitado a muy poco tiempo de que se acabe el #chinchetaTrip.

Después de 9 meses, se supone que hay que hacer un resumen de todo lo vivido y aprendido en nuestro tercer viaje largo (y primero en familia)… pero no va a ser ahora. Ahora, justo ahora que ya tenemos acabada la segunda parte de nuestro cortometraje “El síndrome del viajero” (que precisamente habla sobre la vuelta), toca contarte un secreto.

Seguro que te ha pasado. Cuando estás de vacaciones, pensar en la vuelta a la normalidad justo cuando estás en medio de lo que llevas esperando todo el año, es realmente una cosa extraña. Un injusto estado de no desconexión. A nosotros, nos está pasando ahora. “Empezamos a descontar” de lo que nos queda por vivir ya que en 12 días, volveremos a Madrid por Navidad. Y tú pensarás: “Bueno, pues ya está bien… ¿De qué os quejáis exactamente?” Y tienes razón, no es justo que nos quejemos. De hecho, no lo hacemos. Más que nada porque (atención, primicia) tenemos pensado que en mayo empiece el que será nuestro cuarto viaje largo (segundo en familia… muy bien, estás prestando atención).

Aunque parezca que estamos todo el día de vacaciones o que somos ricos, no es así. Sin duda, decidirse a dejar el “seguro camino” de una vida normal, tiene un montón de ventajas: poder ver lugares distintos a diario, estar con tu hijo 24 horas al día, hacer lo que quieres, etc. Por otro lado, también tiene ese punto de incertidumbre que a mucha gente no le apetece tener (y es normal). Si te estás preguntando cómo lo hacemos, la respuesta es tan breve, como compleja de llevar a cabo: traviajamos.

A pesar de todo, no podemos renunciar a esta forma de vida que nos tiene enganchados desde hace casi 5 años. Tanto es así, que aunque ya pensamos en irnos de nuevo, tenemos ganas de pasar la Navidad con la familia (ya que les dejamos sin primer cumpleaños de Koke), ganas de pasar por Granada y Gran Canaria, ganas de hacer el estreno de “El síndrome del eterno viajero II” en Madrid y de algunas pequeñas cosillas que tenemos en mente hasta que llegue mayo. Aquí viene el secreto…

Nos preocupan “esos cuatro meses”.

Nos inquieta el frenazo de una vida de viaje para Koke. Hasta ahora, es lo que conoce. Hoy aquí. Mañana allá. Ver pingüinos a dos metros, montar en tren a 4.200 metros de altura, conocer todo tipo de gente, probar todo tipo de comida, dormir cada tres días en un sitio diferente sin extrañar nada…

(Paréntesis)

Hace poco alguien nos dejaba un comentario en alguna de nuestras redes que decía más o menos así: “¿Cómo hacéis para mantener la rutina? Mi hermana tiene un hijo pequeño y cuando se fueron de vacaciones a Mallorca fue bastante difícil de llevar el cambio”. La respuesta sobre la rutina… es que no hay rutina. El ser humano tiene una capacidad de adaptación increíble y la vida que Koke conoce, es el viaje. Es la novedad constante. Es el que nunca se repita nada. No hay una hora, una luz, ni un peluche al que abrazar para dormir cada noche. Y eso, nos preocupa.

Nos preocupa parar. Nos preocupa privarle de eso. Nos preocupa atenuarle el brillo que le vemos en los ojos ahora mismo cada vez que algo le llama la atención. ¿Cómo llevará estar un poco más encerrado? ¿Cómo se sentirá cuando se empiecen a repetir un poco los días y las personas? Sabemos cómo nos afecta la vuelta a nosotros pero… ¿cómo le afectará la vuelta a él? Si hace 9 meses le teníamos un poco de respeto a lo que supondía para un bebé viajar constantemente sin su rutina, sin su familia, sin su entorno… ahora nos inquieta cómo le afectará que todo sea igual.

Al final, puede parecer frívolo.

No te decimos que no. Pero es que, de verdad, de verdad, de verdad te decimos, que aunque “total, no se vaya a acordar” lo que a estas edades te marca una vida como esta, va más allá de lo que podíamos imaginar. Según muchos estudios, la personalidad del ser humano, se define durante sus dos primeros años de vida. Por eso nos parece muy importante ver con qué facilidad se relaciona con extraños, cómo aguanta sin quejarse si algún día nos tenemos que chupar 500 km de coche, cómo no le tiene miedo a nada, cómo no necesita tener juguetes porque se entretiene con cualquier cosa, cómo no le hace falta ver televisión, etc. Si esos estudios son ciertos, seguramente ese tipo de cosas le marquen de alguna manera.

Destripado queda el secreto a modo de íntima confidencia. Ya nos quedamos un poco mejor. Intentaremos “seguir viajando” de alguna manera sin salir de casa… hasta que nos vayamos de viaje de nuevo.

Y hasta aquí “los secretos de familia” ya que dicen por megafonía que hay que apagar los aparatos eléctricos porque vamos a aterrizar en Buenos Aires.

 

Si te ha interesado este post, puede que también te guste ese en el que le decimos a la gente que se enfrente a sus propios temores porque suyos son.

4 Comentarios

  1. Raíces y alas… No se me ocurre un regalo mejor para Koke.
    Flipará igual viendo animalitos “made in spain”, descubriendo los entresijos de la casa de los abuelos y demás familiares, y se colmará de cariñitos de su gente antes de volver a irse

  2. No te preocupes, por esa misma capacidad de adaptacion que tiene Koke, (y vosotros que ya os encargais de que no note el cambio) ni se va enterar, ademas solo en descubrir a su “familia, abuelos, tios, bisabuelos etc…) se le pasaran esos cuatro meses sin darse cuenta, !!!! puede que tambien le guste descubrir esta familia tan variopinta , empezando por su abuela paterna …………… muac.

    • Seguro que va a estar muy bien. Tendremos que seguir enseñándole cosas (que por allí hay muchas). Abuelas incluídas! 😉

Dejar un comentario