Del 11 al 15 de diciembre // Temperatura: ideal // Sol cuando tenía que hacerlo con brisa racheada.
Las cosas no pasan porque casualidad. O al menos… qué bien sienta pensar que es así, ¿no? Sabes de qué te hablo… ¿a que sí? Hablo de ese momento en el que algo bueno te ocurre y piensas “sí… me tenía que pasar… era para mí”. Esa sensación… te puede ocurrir en El Nido.
Después de encontrarte a ti mismo en Sabang. De que sólo te importara mirar al mar… contemplar las olas… pasear… dormir… te plantas delante de un jepney (ese autobús con pinta de camión americano en versión concentrada) de camino a El Nido y te preguntan si quieres hacer eso que tanto llevas queriendo hacer desde que llegaste a Filipinas: ¡ir en el techo! Qué curioso, ¿no? Ir en el techo del autobús en Filipinas es casi ir en tercera: te da el sol como si te estuvieran cocinando en un horno (sólo te falta la manzana en la boca), te dan las ramas en la cabeza, no hay asientos y te clavas los hierros, en caso de accidente… eres el primero en no contarlo pero… “¡Claro que vamos arriba!… Ueeeehhhhhh. Te subes al techo como si fuera lo más grande. Vas a hacer lo que nadie ha hecho nunca. Te sientes como una especie de “Comandante Tapioca”: explorador, aventurero, afortunado, único… Hasta que en la siguiente parada, 17 boy scouts de 11 años y 8 granos de media se suben contigo y van como si nada… porque es lo que hacen todos los días. Nota: normalmente, lo cotidiano para algunos, es lo excepcional para otros. Aplíquense estos síntomas al día a día y téngase en cuenta lo que uno tiene… lo que no… lo que desea.. y lo que realmente importa. Seguimos, que para eso estamos aquí… ¡y no para dar moralinas! Después de matar abejas del tamaño de nueces a cabezazos… de quemarte los brazos y de quedarte con el culo a rayas… llegas a El Nido. Es de noche y las mochilas pesan más de lo normal hoy. Como vas cuesta abajo y sin freno… no sabes ni qué vienes a hacer aquí. No te ha dado tiempo. A día de hoy eres improvisador nato por las circunstancias… pero te gusta. Te habían dicho por el camino que vinieras y que hicieras el tour A y C y poco más. No estás preocupado porque se supone que vas a hacer couchsurfing en Coron Coron. Te acercas a un guesthouse cualquiera a ver si te dejan llamar por teléfono y… llamas a tu anfitrión…
- ¿Qué?… ¿Cómo?… Ah… vale, vale…
- ¿Qué pasa?
- Que estamos en Coron Coron…
- Ya… ¿Y?
- Que él está en Coron… a secas.
Pero bueno… ¡esto se avisa! Como aquí les gusta eso de repetir las palabras tipo “Same same”, “Molan molan” o “Hati hati”… ¿Quién iba a pensar que Coron Coron era una calle de El Nido y Coron una isla?”. ¡Pues tú! Por no planificar y no preguntar. Así que te vas a tener que quedar en este sitio y ver qué es lo que se hace aquí porque claro… ya no tienes a nadie que te guíe y te enseñe “su Coron”… que es lo que realmente te gusta. Mientras sigues contrariado, preocupado y visiblemente afectado… llega un barco de esos con palos a los lados para no volcar en estas “inquietas aguas” que rondan por aquí y se bajan un polaco y un francés. Borrachos. Alegres. Felices. Y empiezan a contarte su vida. Te dicen que acaban de llegar de hacer el famoso Tour A con dos españoles más a mitad de precio y que mañana van a hacer el C. Que por la noche se irán de fiesta… y que si te apuntas. ¿Cómo no lo vas a hacer? ¿Fiesta? ¿Ver el paraíso a mitad de precio?… Claro que sí. Total… que en El Nido se alinean los planetas… desde el principio hasta el final. Todo encaja. Todo fluye. Todo es mejor de lo que esperabas. Desde el momento en el que pones un pie en el pueblo, hasta que te vas. Todo es perfecto e increíblemente bonito: playas imposibles, enormes rocas flotantes recortadas por “la mano del agua”, corales coloreados y peces a juego… Y encima, inesperadamente divertido y casi familiar. El sitio y la gente que te encuentras “por suerte” para compartir 4 días intensamente. Gente que crees conocer de toda la vida. Con tus mismos intereses… con tus mismas ganas de vivir. Al polaco y al francés… se le suman dos españoles. Un polaco, un francés y cuatro españoles. Parece el comienzo de un chiste pero acaba siendo un grupo de amigos “de ultima hora” que lo son ya para siempre: Martin, Sofien, Olga, Jon… Ahora vives en un bungalow y te vienen a buscar en barco. Comes pescado fresco en playas paradisiacas. Haces snorkel entre “Nemos” y corales de todo tipo. Bebes alguna cerveza que otra (recordemos que este blog lo leen madres y padres y tiene que parecer casto y puro) y te preparas para la noche. ¿Bailar hasta las 4 de la mañana? ¿Una barbacoa con “destrucción de tortilla española” incluida? No hay tiempo para dormir. No hay ganas de hacerlo. Cadaveres de día… “almas en alegría” de noche. De El Nido te llevas muchas cosas. Con nombres y apellidos. Si hay muchos sitios a los que querrás volver después de este viaje… este no es uno de ellos. No quieres. No se te pasa por la cabeza. El porqué es bien sencillo… difícilmente la experiencia será igual. Está más que bien así. Ahora… en tu cabeza… El Nido es perfecto. ¿Por qué pisotear su recuerdo? Lo que pasó en El Nido… se queda en El Nido. Utilidades: quedarse a dormir en Coron Coron es más barato que hacerlo en El Nido y está prácticamente al lado. Sólo necesitas un pequeño paseo de 10 minutos. Además, por allí son las puestas de sol.
10 Comentarios
Habéis pintado El Nido como un lugar idílico así que hemos decidido que de los 11 días que tenemos para Filipinas, 9 los pasemos por esa zona (El Nido, Sábana y Puerto Princesa). Estaremos alli en unos dias asi que si teneis alguna sugerencia, será bienvenida…
Un abrazo y a seguir viajando.
Es idílico. Bueno… lo era cuando fuimos hace dos años. Puerto Princesa es curioso de ver, pero no hace falta que esteis mucho. Sabang es muy tranquilo. A nosotros nos gustó especialmente, la verdad. Y El Nido… es una pasada. Esperamos que no se haya estropeado en exceso. El exceso de turismo hace estragos a veces. Filipinas tiene muchos otros secretos ocultos que nosotros queremos descubrir también, pero hace falta mucho tiempo… y muchas horas de barco. Consejos, pocos. A disfrutar, a dejarse llevar y a ver cosas que no imaginábais que existían. Ya nos contareis si todo sigue igual. Abrazo y buen viaje!
Hola chicos! Siiii, voy con retraso, lo sé pero hay algo que me inquieta y lo tengo que dejar aquí. Estoooooo… Rubén!! Me podrías aclarar si ese pequeño ser tumbado boca abajo con bikini a rayas y el COSTILLAR completamente marcado… Es la joven Lucy??? Si es así, mi inquietud aumenta porque me temo que te has olvidado el post en el que pasasteis hambre de verdad… O te lo reservas para los Andes y así poder escribir la segunda parte de Viven…?
nahhh.. solo he bajado un par de kilitos de nada… La falta de tapitas, botella de vino para cenar, cervecita mientras hago la cena… tres trozos de queso que hoy ha sido un día duro… Verás como ahora en las Américas escribes otro comentario del tipo: Hola Rubén… me puedes confirmar si esa bola que está tumbada en la playa con bikini a rayas se ha comido a la joven Lucy? 🙂
Preciosas fotos y buen relato. Cuando estás conectado, todo fluye de un modo que cuesta creer ¿verdad?
Un beso de una que está con los Scouts, pero en Luxemburgo!
Y tanto que fluye. A veces se alinean los tuc-tucs… ya pasan estas cosas 🙂
Juré nunca contarle a nadie, hace 10 años, lo acojonantemente bello que era El Nido. No sé cómo os habéis enterado.
Pablo… tu secreto… “no está a salvo con nosotros”. Un abrazo maestro 😉
Ainsssssss que recuerdos de El Nido.
No hace ni un mes que lo dejamos atrás…y nosotros solo pensamos en volver.
Es un sitio donde nos encantaría vivir.
Es especial simplemente….¡Especial!
Seguir disfrutando
momentazo!!!!