… y su hermana gemela: Nueva York.

No, no hemos empezado a fumar… no estamos desvariando. Seguro que alguna vez has estado en otro país y al ver a alguien muy concreto has dicho: “mira… se parece a Paco, pero en chino”.

Pues esto es igual.

Después de Yangón, Mandalay es la segunda ciudad más grande de Myanmar y la antigua capital del imperio. La visita a los pueblos del norte en los que ya te movías como “birmano por tu casa” hace que la llegada a las grandes urbes te agobie un poco. Sin embargo hay algunas cosas de esta ciudad que te resultan familiares. Con Mandalay te pasa eso de que “te suena su cara” y no sabes de qué, pero no puedes parar de darle vueltas al tema hasta que das con ello.

Mandalay tiene un alma gemela, una ciudad homóloga, una especie de melliza de occidente. De esas mellizas de las que según a quién preguntas, te dirá que hay una que es más guapa que la otra absoluta e indistintamente. Su alma gemela es Manhattan. Y ahora es cuando te acuerdas de que para algunas personas siempre fuiste “clavadito” a tu madre mientras que para otras no te pareces en nada. Pues eso.

Digamos que no son gemelas de las iguales. Son más bien mellizas de las que “se dan un aire” porque además de pequeñas las separaron. Tipo “Tú a Boston y yo a California” pero todavía más lejos, y claro, fueron educadas de forma muy diferente. Una fue a colegios orientales y la otra a occidentales, una lleva traje de chaqueta y la otra una falda larga, una se maquilla con rímel y la otra con thanaka… pero tú sabes que forman parte de la misma familia porque… en su esencia… es donde se ve que comparten ADN. Así que como quieres que el mundo te crea, las sometes a unas “científicas” pruebas de paternidad y ellas se dejan.

Aquí van las resultados:

  • La forma de nombrar las calles es similar. Está la 85 con la 24, la 75 con la 13… Esto viene muy bien para facilitar los traslados a los turistas, sobre todo para no perderte o a la hora de negociar una moto-taxi y calcular las distancias.

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  • Uno de sus rasgos más importantes: los puentes. La puesta de sol del puente de Manhattan no tiene nada que envidiarle a la del Teak Bridge. El puente de madera de Amarapura, (ciudad de la inmortalidad) hace alusión a su significado llevando en pie más de 200 años sin una sola gota de cemento.

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  • Les gustan las alturas. La traducción de Manhattan es: ciudad de las colinas. Todos los que ponen un pie en ella disfrutan con la vista de los rascacielos desde el Empire State. Vértigo aparte, te sientes muy pero que muy pequeño aunque vengas de una ciudad grande. Afortunadamente se puede subir en ascensor. Casi lo mismo que caminar los más de 2000 escalones de la colina de Mandalay. Esta vez en lugar contar rascacielos, la vista no alcanza a enumerar los templos que hay por todas partes rodeados de un verdor que ha crecido algo más salvajemente que el de Central Park. Cuenta la leyenda que Buda acompañado de su discípulo, subió a la colina para predecir que una gran ciudad sería construida bajo ella. ¡Todo un visionario!

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  • Comparten un punto espiritual. En lugar de escuchar una misa de Gospel en el Bronx, asistes a la ceremonia diaria del desayuno de los monjes en Ganayon Kyaung. En ambos sitios tienes que hacer un esfuerzo para no recordarle a algunas personas que meterle la cámara en la cara a los demás mientras rezan o comen puede hacer sentir como animalillo de zoo sujeto a circunstancias.

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  • Unidad ante todo. En el Palacio-fortaleza de Mandalay puedes leer mensajes de unión y defensa de la nación del mismo estilo que los de los muros de Wall Street.
  • Nada les hace más felices que un bonito atardecer. Sólo que en lugar de llegar montado en limusina para verlo con el skyline de Manhattan al fondo, lo haces en el “cuatro latas” de un apuesto señor que te enseña orgulloso la colina de Sagaing.

mandalay1Todavía no sabes cual de las “dos mellizas” te gusta más y es que ya lo decía el Cigala… hay veces que se pueden querer “dos ciudades a la vez… y no estar loco”.

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5 Comentarios

  1. Hola Lucy, la verdad es que la similitud entre las dos ciudades es una pasada al
    margen de la forma en que lo relatas que es genial.
    Me gusta mucho.
    Sigan pasándolo bien y un beso grande para los dos.
    Coco

  2. María Inmaculada Sánchez Reyes Responder

    Antes que el Cigala, lo decía Antonio Machin, el de las maracas. Besos. Esto es viajar en el tiempo, hasta la infancia, la mía, claro.

    • Debe ser que es un tema recurrente para algunos… Cada uno viaja como quiere y a donde quiere. 🙂 Besos para allá!

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