Del 29 al 31 de marzo // Temperatura: 19º // Lluvia y nubes por todos lados
Después de 22 horas en bus dando botes por una de esas carreteras que creías que ya habías dejado atrás, a Bolivia llegas de noche y lloviendo (combinación poco inspiradora para llevar a cabo cualquier tipo de actividad al aire libre). Con semejante recibimiento y con la sobredosis de emociones que viviste en Paraguay… Santa Cruz, sin merecerlo, se va a convertir en una ciudad dormitorio para ti. Una ciudad de paso. De descanso. De… “no me apetece hacer nada”. A veces pasa. No es nada personal. Sucede que, en un viaje tan largo… no siempre puedes estar al cien por cien de motivación. De todas formas, haces un intento y preguntas por el famoso “qué hacer en”. Te dicen que lo más interesante es completar la ruta por las Misiones que dura entre tres y cuatro días. Preciosas iglesias que sí o sí tienes que ver. La más cercana está a unos 100 km y entre sí, a otros tantos.
Pues va a ser que no. Necesitas poner cosas al día y reposar. Tienes la mente puesta en Uyuni y quieres llegar cuanto antes así que, te vas a tener que conformar con algún que otro paseo por la ciudad, un par de tranquilos y merecidos cafés ambulantes, algún helado triple… y un cine.
El Cine:
Ese séptimo entretenimiento en vías de extinción para ti si tenemos en cuenta que en los últimos 8 meses sólo has ido una vez. Fue en Nueva Zelanda para ver el “Hobbit” ya que te apetecía eso de ver Mordor antes de escalarlo a cuatro patas haciendo el Tongariro Alpine Cross. En esta ocasión vas a ver “Her” (peliculón con final venido a menos) de Spike Jonze (genio entre genios).
Y es aquí donde el querido o querida lector o lectora viajero o viajera de vocación, se estará preguntando: “¿Pero qué tiene que ver Bolivia y Santa Cruz con el cine y Spike Jonze?” Todo y nada.
Partamos de la base de que te gusta eso de conocer las costumbres de un lugar desde dentro: viajando en autobuses locales, comiendo en restaurantes de la calle y durmiendo en casas de gente o hostels… digamos… modestos. El cine no deja de ser una forma más de enterarte de cómo se vive en un sitio.
Adelante con el experimento:
- Precio de las dos entradas: 90 bolivianos (4,5€ cada una). No tan barato como podías pensar. Lo cual y teniendo en cuenta los precios de Bolivia… el cine aquí es casi un lujo.
- Asientos no numerados. Sin sitios Vip ni demás chorradas de nueva creación.
- Palomitas y refrescos: misma textura, mismo color, mismo sabor… mismo ruido. Nada nuevo.
- Aunque el cine esté vacío y siguiendo la tradición… sí o sí la persona más alta de la sala se va a sentar en el asiento de delante de ti. Esto también es igual.
- La película está en versión original y subtitulada al castellano. En esto, nos llevan ventaja los bolivianos y en general, casi todo el mundo. Estamos cansados de oír (y somos los primeros en reconocer) que los españoles de inglés… vamos mal. Eso de doblarlo todo tiene la culpa. La poderosa industria del doblaje nos ha hecho vagos y ha conseguido que en ningún momento de nuestra vida sintamos la necesidad de aprenderlo a no ser que lo necesitemos para un trabajo o tengamos una novia inglesa.
- Y aquí está “la nota de color” que andábamos buscando: el cómo se percibe la película.
Nota: a partir de aquí y si nos has visto “Her”… no sigas leyendo. No te vamos a contar el final, pero te vamos a destripar un poco “lo de en medio” y queremos seguir cayéndote bien. Estás avisado/a.
Partamos de la base de que “Her” viene a ser una ingeniosa obra muy bien rodada (claro) que camufla un drama al que nos dirigimos en futuro no muy lejano ya que habla del amor “perfecto” entre un hombre “de miedo y hueso” y “una mujer digital” en formato programa de ordenador. Un amor que te entiende porque lo sabe todo de ti. Un amor sin miedos. En el que todo funciona. Sin sufrimiento… en teoría.
Cuando todo es felicidad en la relación… en el momento cumbre vía cyberorgasmo (un momento ciertamente triste), la gente que te rodea (palomitas en boca)… ríe. Cuando ya no todo es tan de color de rosa y el protagonista humano cree que está a punto de perder a su “novia”… cuando le vemos correr desesperádamente para caerse en pleno metro… cuando el pánico hace que se levante y siga para intentar evitar lo inevitable… la gente, en lugar de sentir ese dolor y compartir esa angustia… también ríe.
En ese preciso instante, en Santa Cruz… Bolivia… es cuando te preguntas qué importa de verdad en la percepción de una obra de arte (en este caso de una película): la intención del autor o cómo es percibida. Por qué según donde hayas nacido y bajo qué circunstancias, el ser humano puede ser tan diferente hasta en detalles tan… aparentemente insignificantes o poco visibles a primera vista. No estamos hablando de comer cucarachas, dormir en el suelo o ducharse a cubazos. Hablamos de cómo entender la vida. El dolor. El amor. La muerte.
Es entonces… en un momento tan trascendental de introspección… en un momento algido de lucidez en el que desprendes sabiduría y conocimiento… en ese momento en el que estás a punto de resolver el “de dónde venimos y a dónde vamos”… cuando para de llover y sólo piensas en el “a dónde vamos”: coges el primer bus con destino a Sucre a paso ligero (segunda parada hasta tu objetivo: Uyuni). Tienes tantas ganas de llegar al salar, que no hay tiempo para seguir con tus estudios antropológicos para intentar salvar al mundo. Será en otra ciudad que te pille con pocas ganas de ir de un lado a otro cuando des con la piedra angular que explique el porqué de las cosas.
6 Comentarios
Hola hermanos de mochila!! Recien los sigo. Me parece super interesante como a traves de una pelicula en un cine, se puede entender, un poquito al menos, la cosmovision de un lugar. Ah el Salar de Uyuni!!! Uno de mis top!! Disfrutenlo! Nosotros estamos por partir a Espana, haremos el camino de Santiago. Abrazos y los seguire en su viaje!!
Esperamos que os traten en nuestra tierra como a nosotros por aquí. Un abrazo muy fuerte y pasadlo bien!
Aguardo con ansias escuchar de Bolivia.
Estoy planeando verla como mochilero en poco tiempo!
Gracias!!!
En ello estamos… empezando a darle a Bolivia en el blog. Esperamos que te sirva de algo.
La vida profesional me llevó dos veces a Santa Cruz, y las dos veces tuve la sensación de que ni estaba en Bolivia -al menos el cliché de Bolivia que albergaba mi deteriorado cerebro-, ni siquiera en Latinoamérica. Apenas guardo memoria sensorial de esa ciudad, ni de su gente, y no suele ocurrirme. He llegado a pensar que no existía. Estoy seguro que ese pais guarda secretos mas interesantes.
Me encanta viajar con vosotros.
Sí que los guarda, sí… próximamente en tu pantalla. A nosotros nos gusta que nos acompañes Jose… y desde el principio además!