Reconócelo… padeces egoísmo viajero.

Desde que estás en esto de viajar por el mundo cumpliendo sueños y bla bla bla… has tenido una serie de revelaciones que tú, en según qué momentos, casi has considerado como místicas. Ea, porque tú lo vales. Más allá de que el mundo no es tan peligroso como pensabas y que la gente es buena, está esa sensación de que en lo que respecta a ti, se fue una persona y volvió otra.

La verdad es que te has conocido un poco mejor por dentro al verte expuesto a situaciones poco habituales o fuera de lo normal. En ocasiones (e inesperadamente), ha salido lo peor de ti y también lo mejor. Lo que no esperabas, era darte cuenta un día cualquiera mientras paseabas por el Barrio de San Telmo en Buenos Aires, de que eres muy pero que muy egoísta.

 

Aquella esquina que sirvió de inspiración para hacer la primera #tontunaviajera… “¡no está igual que como la recordabas!”

Eres egoísta cuando te vas de viaje a otro país.

La primera vez que vas a otro sitio, esperas que todo “esté para ti”. Piensas que no hay nada peor que llegar a un lugar y que el monumento más importante esté en reformas o que haga mal tiempo. Hasta aquí, se trata de un sentimiento bastante común que cualquier persona puede tener de cara a sus vacaciones. Nada excepcional. Todo muy “humano”.

Pero… ¿qué pasa cuando vuelves a un país años después? Aunque esperas tener experiencias nuevas, te resulta reconfortante reencontrarte con aquellos lugares que tanto te habían impactado y te llevas una gran decepción si algo ha cambiado en exceso, no está o se ha deteriorado con el paso del tiempo y por el del turismo masivo. Quieres reencontrarte con aquella tiendecita llena de pequeñas reliquias y con su señor a juego que esperas siga allí igual que cuando lo viste años atrás. Por un lado, bien, porque le deseas una larga vida al buen hombre. Por otro no tanto, porque le impones estar dentro de la tienda recolocando cosas por los siglos de los siglos… ramén.

Eres egoísta cuando regresas a casa después de un viaje largo.

Te habías ido persiguiendo sueños viajeros o huyendo de vete tú a saber qué, y al volver, te permitías eso de quejarte a palabras llenas de que a ti te habían pasado muchas cosas mientras que aquí todo seguía igual. Pero con el tiempo, te has dado cuenta de que eso es lo que realmente quieres. Quieres que después de (tú) vivir un montón de experiencias por ahí en modo aventurero con internet y desayuno incluido, todo siga en casa como lo habías dejado. No es que no quieres que la gente que te importa tenga experiencias vitales importantes para ellos, no es eso. Pero sí quieres que todos sigan allí… exactamente donde les habías dejado. Necesitas que el mundo del que vienes, esté ahí siempre. Para ti. En modo reposo. Tus rincones, tus bares, tus amigos, tu familia, tus cosas… Todo en barbecho para que tú te regeneres cómodamente y cargues baterías hasta que te quieras ir de nuevo. Como ese chico que te hipnotiza cada vez que le ves tocar el arpa frente al Palacio Real…

Nota mental: ¿le bastará con emocionar a todos los transeúntes o soñará con tocar en la Filarmónica de Viena? Valorar si ante el segundo supuesto… vale la pena levantar la bandera del egoísmo viajero o no.

Pero, ¿es grave doctor?

Te gusta ver y encontrarte cosas nuevas, pero una vez vividas (tanto aquí como allí), quieres que se queden criogenizadas para ti. Para tu “reuso y redisfrute” personal. Como si fueras el máximo accionista del espacio tiempo. ¿Cuál es el problema? En esta época de postureo en la que te pones día sí día también el traje de aquel que vive en paz consigo mismo y el mundo (por el mero hecho de haber visitado unos cuantos países), ser egoísta no queda bien. ¿Pero no lo somos todos un poco? Si analizamos este comportamiento en su punto más básico… el egoísmo es fundamental para la supervivencia. Así que es posible que todo se deba a que sencillamente, quieres que los buenos recuerdos se mantengan inmaculados e incluso tener la oportunidad de poder revivirlos una y otra vez. Quieres que de alguna manera, el tiempo no pase por el mundo… ni por ti.

No puedes evitar acordarte del día que conociste a Mayavar en Sri Lanka y te preguntas… “¿Seguirá allí?”. Ojalá que sí.

A partir de ahora…

Pues probablemente, el primer paso sea reconocerlo. Padeces de egoísmo viajero. ¿Qué pasa? Y una vez hecho, solo te queda seguir igual. Cruzando los dedos para que los lugares que tanto te gustan se mantengan como están y que las personas que quieres, sigan tan felices con la vida que han elegido. Eso sí, aquí. Quietecitos. Que nada se estropee. Que nada cambie. ¿Y qué pasa contigo? Bueno… no has venido a hablar de ti. No eres tan egocéntrico.

Nota: esta última foto está hecha en Shanghai hace cuatro años. Eran las 6 de la mañana o así y este señor estaba tan contento volando su cometa. Hace poco hemos vuelto a ir… y allí estaba otra vez. En el mismo sitio. Feliz. Haciendo lo que más le gusta. No está todo perdido 😉

Oooootra nota: si te ha interesado este artículo, quizás quiera saber de dónde viene todo. Date una vuelta por el Barrio de San Telmo.

10 Comentarios

  1. A menos de un mes de “la vuelta” y después de dos años de viaje… Sí, soy culpable. Me gustaría tener a mis amigos haciendo lo que siempre habíamos hecho juntos, que mis sobrinos no hubieran crecido tan rápido, quisiera que siguieran entre nosotros aquellos que ya no están o sería muy feliz si recuperara esa furgo que vendimos para poder “dar la vuelta al mundo”. Así es que confieso, Aquí una culpable más.
    Otro día matizamos eso de que “hay que ser egoísta para querer irse” (que han comentado antes) porque eso… no lo veo

    • Supongo que es una forma de decir “ea… tú a lo tuyo, eh! Vete, vete”. El caso es que “lo tuyo”, debería de ser lo de cada uno. Siempre defendemos que si alguien tiene un sueño (el que sea), debe intentar cumplirlo. Eso implica renunciar a algunas cosas… pero no llegará el momento de arrepentirte de no haberlo intentado. A seguir disfrutando de lo que queda!!! ☺️

  2. ‘Se necesita ser muy egoísta para dejar todo e irse de viaje’ me dijeron una vez. Esto se puede matizar mucho y se pueden encontrar tantos tipos de egoísmo como humanos. Pero en términos generales, sí, estoy de acuerdo. Lo somos.

    • Pero la pregunta es… ¿y eso es malo? Buscar la felicidad sin hacer daño a los demás, no puede ser tan grave. Pero claro, a nadie le gusta que le tilden de egoísta. Y esa frase que te dijeron (a la que no le falta razón del todo) es un poco como:”venga, vete tú a ser feliz por ahí que ya me quedo yo aquí pringando”. Sí, “lo somos”.

    • Eso ya son palabras mayores. Pero sí que nos pasa. A mí me sorprende… lo egoístas que podemos llegar a ser “al volver”.

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